En América Latina estamos en otro
momento histórico, el de la búsqueda de los caminos para superar el
neoliberalismo forjado en tiempos de Margaret Thatcher. El presidente Hugo
Chávez fue fundamental para que esto pusiera suceder; hoy su pueblo está
demostrando que la conciencia que ganó durante los años en los que estuvo en la
presidencia va más allá de él, y que tiene conciencia que la Revolución
Bolivariana es un proceso de largo plazo.
Rafael
Cuevas Molina/AUNA-Costa Rica
El apoyo popular a la Revolución Bolivariana: un factor clave en la construcción de alternativas al neoliberalismo. |
Murió Margaret Thatcher, la ex Primera
Ministra británica el pasado 8 de abril, e inmediatamente los corifeos del
capitalismo salvaje elevaron loas a las políticas que implementó a inicios de
la década del ochenta, que inauguraron la época en la que sería dominante esa
expresión del capitalismo contemporáneo que conocemos como neoliberalismo.
No hace falta decir mucho de lo que
tales políticas significaron para su país, lo mismo que para el resto del
mundo: concentración acelerada de la riqueza, crecimiento de la pobreza,
retroceso en las políticas sociales que se habían construido en el Estado de
Bienestar, confrontación y sufrimiento para amplios sectores de la población.
Unidos por un lazo ideológico y una
similar visión de mundo, Thatcher y Pinochet inauguraron, cada uno en sus
respectivos continentes, un período histórico
cuyo cierre hemos empezado a vislumbrar en América Latina con la llegada
de los gobiernos nacional-populares, y que este próximo domingo 14 de octubre
tendrá una cita más con la historia en las elecciones de Venezuela.
Los primeros 15 años de implementación
de las reformas neoliberales encontraron una oposición debilitada por el
derrumbe del socialismo en Europa de Este, que dejó atónitos y sin rumbo a
muchos que habían sido vanguardia en la lucha por modelos alternativos de
desarrollo. Fue tiempo de desconcierto, desánimo y, en muchas oportunidades,
defección de la causa por un mundo distinto.
En ese sentido, en la segunda mitad de
la década de los ochenta y principios de la del noventa parecía que ya no
habría oportunidad de pensar y, menos aún, de impulsar la lucha por las utopías
que habían guiado el rumbo de millones de personas en el siglo XX.
En nuestro continente solo Cuba
resistía, y nunca ha sido utilizado con mayor propiedad el verbo resistir en
nuestros días pues, transformada en una verdadera Numancia caribeña, se aferró
hasta casi la inanición a un ideario que solo una profunda convicción puede
volver tan invulnerable.
Mientras tanto Gorbachov pasaba a hacer
comerciales de las grandes empresas de comidas rápidas norteamericanas, Boris
Yeltsin bailaba como desaforado en las tarimas de la campaña electoral rusa y
la mafia se peleaba por quedarse con los recursos energéticos del país.
¿Podía pensarse en un panorama más
desolador? Ícono de esos tiempos es Margaret Thatcher, y como tal será
recordada en el futuro, aunque hoy se le rindan honores y homenajes por parte
de las clases dirigentes que siguen su huella. Son ellos los que están
presentes en su funeral, los que siguen al aparatoso fausto británico concebido
para estas ocasiones.
Mientras tanto, como siempre, los
millones que siguen sufriendo las consecuencias de la época que ella inauguró
no estarán presentes porque serán detenidos por las barreras policiales, los
gendarmes antimotines, los gases lacrimógenos y los cañones de agua.
En América Latina estamos en otro
momento histórico, el de la búsqueda de los caminos para superar esa situación.
La hemos iniciado hace ya más de diez años, y Venezuela fue vanguardia que creó
condiciones y dio ánimos para que otros se animaran. En su seno, el presidente
Hugo Chávez fue fundamental para que esto pusiera suceder, pero hoy su pueblo
está demostrando que la conciencia que ganó durante los años en los que estuvo
en la presidencia va más allá de él, y que tiene conciencia que la Revolución
Bolivariana es un proceso de largo plazo.
Que en Venezuela triunfe de nuevo la
Revolución Bolivariana sin él, el próximo 14 de abril, será el triunfo más
grande de Chávez.
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