Mientras el gobierno de Estados Unidos desata una
cinematográfica cacería humana para atrapar a los autores del atentado en
Boston, avala con su silencio cómplice las acciones terroristas que la derecha
venezolana realizó en los días posteriores a las elecciones presidenciales del
14 de abril y que causaron la muerte de 8 ciudadanos, incluyendo un niño e
importantes pérdidas a la infraestructura hospitalaria y de distribución de alimentos del país.
Sergio
Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
Según Noam
Chomsky, la guerra contra el terrorismo, de acuerdo a lo que se define en altas
esferas del gobierno de Estados Unidos, es la “lucha contra una plaga, un cáncer
esparcido por bárbaros, por “depravados enemigos de la mismísima civilización”.
El
terrorismo se constituye así tanto en el ámbito interno como en el mundial,
como una vía abierta a todo acto
violento e intimidatorio, aplicado sin reserva o preocupación moral alguna. Los
fines buscados por esta forma de "guerra" no convencional pueden ser
políticos, religiosos, culturales y la toma del poder por un medio totalmente
ilícito.
En
su sentido más amplio, el terrorismo es la táctica de utilizar un acto o una
amenaza de violencia contra individuos o grupos para cambiar el resultado de
algún proceso político. Ahora bien, puede ser definido de manera más específica
como el uso coercitivo de la violencia. Sin embargo, hay que decir que no se ha
hecho una definición única de terrorismo, incluso en el período de la guerra
fría se comenzó a hablar de “terrorismo de Estado” como aquella acción violenta
organizada por estos y ejecutada desde sus aparatos de inteligencia.
Esta
definición dio origen, durante el gobierno de Ronald Reagan a la idea que
transformó la guerra contra el terrorismo en el eje ordenador de la política
exterior de Estados Unidos. Sin embargo, la respuesta fue en sentido contrario,
se creó una “extraordinaria red terrorista internacional, de una dimensión
totalmente novedosa”, lo cual ha generado crueldades generalizadas en toda la
superficie del planeta como afirma Chomsky.
Al finalizar la guerra
fría, la política de la única potencia mundial se vio forzada a abandonar los
métodos clásicos que aplicó en el marco del mundo bipolar y los sustituyó por
otros que sin embargo perseguían el mismo objetivo: preservar mercados y
fuentes de materias primas, incrementar las ganancias monopolistas, impulsar y
reforzar el capitalismo y garantizar su posición económica, política,
ideológica y estratégico-militar.
En este marco la acción ejecutada
el 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos por presuntos terroristas
árabes, se hizo aparecer como la
respuesta en el nuevo siglo, a las acciones de Estados Unidos a lo largo de
años en que era habitual el uso continuo de la fuerza en todo el planeta.
Esta política originó la
formación de movimientos que se manifestaban contra la actuación de Estados
Unidos, algunos de ellos, ante el cierre de las posibilidades democráticas de
participación política, principalmente en países periféricos, comenzaron a
utilizar acciones armadas como forma de expresión de sus ideas con el deseo de
provocar un cambio en sus países y en el mundo. En estas condiciones, después
del 11 de septiembre el Presidente Bush, creó las condiciones para que
cualquier acción contra los intereses de Estados Unidos fuera considerada como
terrorista “O están con nosotros o están con el terrorismo”. Eso hizo que la
definición de terrorismo se hiciera difusa, lo que permitió un uso interesado
de la misma por las potencias occidentales para quienes el solo hecho de
disentir de ellas catalogaba a un movimiento o ciudadano en esta condición,
mientras que quienes se pusieran a su lado adquirían patente de corso para
todas sus tropelías al margen del derecho internacional.
Así por ejemplo, Estados
Unidos calificó a Al Qaeda como organización de liberación cuando luchaba
contra la Unión Soviética en Afganistán en los años 80 y 90 del siglo XX. Pasó
a ser terrorista después del 11 de septiembre
de 2001 y nuevamente “luchadora por la libertad y la democracia” en
Libia en 2011 y más recientemente en Siria, justificando de esa manera su
armamento y financiamiento.
Esto nos lleva a analizar en perspectiva
histórica la acción terrorista realizada recientemente en la ciudad de Boston,
Massachusetts en contra de un evento deportivo en el que participaban atletas
de todo el mundo. En este sentido, el investigador mexicano John Saxe-Fernández
expone la gran vulnerabilidad interna de Estados Unidos, considerando que hay
más de 400 grupos paramilitares
estadounidenses identificados como terroristas por el FBI. Otro analista
mexicano, José Vilchis Guerrero señaló, en un artículo publicado en septiembre
de 2001 con el título de “Con el enemigo en casa”, que “no cabe duda que
existen varios implantes en los centros de inteligencia y seguridad nacional de
Estados Unidos que colaboran con terroristas y que los asistieron para
decodificar señales que son clasificadas como top secret”.
Todo lo anterior genera dudas
respecto de la actuación contradictoria del gobierno de Estados Unidos frente
al terrorismo. Mientras desata una cinematográfica cacería humana para atrapar
a los autores del atentado en Boston, avala con su silencio cómplice las
acciones terroristas que la derecha venezolana realizó en los días posteriores
a las elecciones presidenciales del 14 de abril y que causaron la muerte de 8
ciudadanos, incluyendo un niño e importantes pérdidas a la infraestructura
hospitalaria y de distribución de
alimentos del país.
Como va siendo habitual, el payaso
que desde la Casa Blanca de Washington se encarga de administrar el terror en
el mundo -con una hipocresía incorporada a su personalidad-, derrama lágrimas
en los frecuentes funerales de niños
masacrados en las escuelas de Estados Unidos por la violencia absurda incitada
por los medios de comunicación que promueven la muerte como negocio de los
grandes productores de armas. Sin embargo, no siente la menor angustia cuando
da la orden para que aviones sin piloto ataquen inermes poblaciones en Pakistán
y otros países en los que una y otra vez pierden la vida niños inocentes.
Así, al mismo tiempo que asistía a
un servicio religioso en la catedral de Santa Cruz en Boston, permanecía
impasible ante la barbarie que sus hordas asesinas desataban en Venezuela. No
reconocer al presidente Maduro bastaba para que los salvajes se sintieran
protegidos en sus andanzas.
Hoy, debemos tomar sus palabras
ante los fallecidos de Boston y, -aunque parezca increíble hacerlas nuestras en
Venezuela “Si ellos buscaron intimidarnos, aterrorizarnos, sacudir de nosotros
los valores…ahora debe estar claro que se equivocaron de ciudad”. También
podemos decir al igual que Obama que: “Este es el mensaje que enviamos a
quienes llevaron a cabo esto y quien quiera hacer daño a nuestra gente: Sí,
vamos a encontrarlos, y sí, van a enfrentar la justicia. Los vamos a encontrar,
vamos a llamarlos a rendir cuentas”.
No hay terroristas buenos y malos
que se caractericen de esa manera de
acuerdo al amo que sirvan. El terrorismo es una lacra que debe ser perseguida
en todas sus manifestaciones y dimensiones. Las acciones militares y policiales
en Boston ya han sembrado la duda respecto de quién pueda estar detrás de esas
operaciones.
El ex funcionario del FBI Sibel Edmonds comentó
que “Después de la captura del segundo sospechoso -Dzhojar
Tsarnáev- solo surgirán más preguntas
sin respuesta, en una investigación plagada de incoherencias y falsedades”,
Según Edmonds, esta historia se desenvolverá en un escenario similar al de la
muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, donde las versiones sobre su muerte
cambiaban día tras día. “Van a cambiar la historia, van a lanzar tanta
confusión, contradicciones y datos contradictorios que nadie va a entender qué
es lo que realmente ocurrió, sobre todo si el segundo sospechoso muere”,
señaló.
Ante los
intentos de vincular a los hermanos chechenos con redes terroristas, el ex
miembro del FBI dijo que, “desde mediados de los años 90, Washington
directamente o a través de Turquía ha estado armando, formando, gestionando,
orquestando no solo a los chechenos, sino también a otras facciones de la
región de Asia Central y el Cáucaso”. Así que, “en realidad estamos en medio
del negocio de embalaje de terroristas y provocando el terrorismo en esa
región, tal como lo hemos hecho durante las últimas décadas en Oriente Medio”,
consideró.
Por su
parte, el líder de la República de Chechenia en Rusia, Ramzán Kadírov, dijo que
los hermanos Tsarnáev, crecieron y se formaron en Estados Unidos, no en
Chechenia. Afirmó que “Cualquier intento de trazar algún vínculo entre
Chechenia y los Tsarnáev, si son encontrados culpables, será en vano. Ellos
crecieron en América, sus opiniones y convicciones se formaron allí. La raíz
del mal hay que buscarla en América”, dijo Kadírov en la red social Instagram.
Kadírov,
aseguró que “el terrorismo debe ser combatido en todo el mundo: eso lo sabemos
mejor que nadie”. “Hoy, según los medios, durante un intento de detención fue
abatido un tal Tsarnáev. Hubiera sido lógico que lo hubieran apresado y
efectuado una investigación para esclarecer todas las circunstancias y
determinar su grado de culpabilidad”, dijo. En cambio, añadió, “parece que los
servicios secretos necesitaban lograr resultados por todos los medios para
aplacar a la sociedad”.
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