Muchas
personas de buena voluntad se preguntan cómo un país tan pequeño y débil osa
amenazar a Estados Unidos, la mayor potencia militar del planeta. Han llovido
los epítetos sobre sus dirigentes, una caracterización interesada de los mismos
y la consabida ridiculización e inducción que lleva a una configuración
mediática del conflicto y sus protagonistas más directos.
Sergio
Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
Soldados del ejército de Corea del Norte. |
En
junio de 1950 Kim Il Sung inició una acción militar para unificar Corea que
había quedado dividida después de la ocupación japonesa y su posterior
derrota en la segunda guerra mundial, la
que llevó a que -en el marco de la
guerra fría- las tropas soviéticas se
estacionaron en el norte del paralelo 38 y las estadounidenses al sur. Sin
embargo, cuando en 1949 la mayor parte de las tropas extranjeras abandonaron la
península coreana, las estadounidenses permanecieron en ella donde se mantienen hasta hoy.
Ante
la ofensiva de Corea del Norte en pro de la unificación, el presidente
estadounidense Harry Truman sin una declaratoria previa de guerra del congreso
de su país, ordenó una invasión a Corea. Truman tampoco solicitó permiso a la
Organización de Naciones Unidas (ONU) para enviar sus naves de guerra al Mar
del Sur de China con el objetivo supuesto de proteger su flanco sur, pero que en realidad perseguía el resguardo de Chiang kai Shek que había
sido derrotado en la guerra civil china y buscó refugio bajo salvaguarda
estadounidense en la isla de Formosa.
La
invasión estadounidense comandada por el general Douglas Mac Arthur logró
impedir la unificación coreana derrotando a las tropas del norte. China que
había hecho su revolución el año anterior y que ya se encontraba bajo el
liderazgo de Mao Tse Tung y el Partido Comunista, evaluó que la intervención militar en Corea y la
presencia de naves de Estados Unidos en su mar meridional perseguían el mismo
interés de llevarla a una guerra y
advirtió a los estadounidenses de tal peligro.
Mac
Arthur evadió considerar tal aviso y lanzó en noviembre de 1950 una ofensiva
llamada “Home by Christmas” (Navidad en casa), ante lo cual China reaccionó
enviando 180 mil soldados que lograron detener el avance estadounidense y empujarlos
hasta el sur del paralelo 38. A finales del año 1951, China realizó una nueva
ofensiva que estabilizó las posiciones a ambos lados de la antigua frontera.
Las tropas chinas se retiraron después que ambas Coreas firmaron un armisticio
el 27 de julio de 1953 en la aldea fronteriza de Panmunjom, que suspendió el
conflicto al costo de casi dos millones
de ciudadanos muertos y heridos y la destrucción del 85 por ciento de la
infraestructura de Corea del Norte y, sin que como colofón hubiera un acuerdo de
paz que finalizara formalmente el conflicto.
Las
actitudes belicistas de Mac Arthur eran tan desproporcionadas que el propio
Truman se vio obligado a destituirlo cuando
descubrió que el general había
trazado planes para lanzar proyectiles nucleares sobre ciudades chinas.
Los
antecedentes anteriores nos permiten entender con claridad tres elementos que
ayudarán a comprender el contexto histórico del conflicto coreano por un lado y
el marco actual en el que se desarrolla, por el otro. Son ellos:
1. El conflicto coreano tiene su origen en la
guerra fría y el mundo bipolar.
2.
Estados Unidos ha sido -desde el primer momento- el país invasor en la
península coreana.
3.
Desde el propio nacimiento de la República Popular China en octubre de 1949, el
conflicto coreano ha sido utilizado por Estados Unidos para garantizar su
presencia imperialista en Corea y su actitud amenazadora contra China. Mientras
existió la Unión Soviética también sirvió como flanco occidental de su
componente militar en Asia, el cual ha seguido cumpliendo esa función contra
Rusia después de 1992.
Muchas
personas de buena voluntad se preguntan cómo un país tan pequeño y débil osa
amenazar a Estados Unidos, la mayor potencia militar del planeta. Han llovido
los epítetos sobre sus dirigentes, una caracterización interesada de los mismos
y la consabida ridiculización e inducción que lleva a una configuración
mediática del conflicto y sus protagonistas más directos como parte del
habitual plan desinformador de los medios de comunicación encargados de
configurar la caricatura correspondiente al caso.
También
he tratado de desentrañar este intríngulis que ha convocado a personas honestas
de todo el planeta que aman la paz y la han hecho un objetivo de su quehacer de vida. Creo haber encontrado la
respuesta al leer el periódico de la ultra derecha golpista chilena “El
Mercurio”. En un artículo de su propia elaboración (no cita fuentes) publicado
el jueves 11 de abril titulado “Corea del Sur, EE.UU. y Japón suben alerta por posible lanzamiento de
misil coreano” se puede leer “Si algo
han demostrado las últimas semanas de amenazas incendiarias es que importa más
lo que Norcorea hace que lo que dice, aunque anuncie incluso un “mar de fuego”.
Y los movimientos de misiles balísticos de medio alcance a su costa este
acompañadas de de una retórica menos intensa que en otras oportunidades, fueron
suficientes para elevar los niveles de alerta militar de Corea del Sur y de
Japón, los vecinos que el régimen totalitario desprecia”.
Esta
interpretación hecha por el pasquín chileno nos deja a las claras que la
supuesta amenaza proviene de la retórica porque importa más “lo que se hace que
lo que se dice”. Lo cierto parece ser que la República Popular Democrática de
Corea (RPDC) ha tenido que recurrir al desafiante y peligroso recurso de la
retórica para que el mundo tome conciencia de que su país y su pueblo han
vivido por casi 60 años bajo la amenaza directa de la presencia militar de
Estados Unidos que tiene desplegados en la península alrededor de 27 mil 500 soldados
dotados del más poderoso armamento aéreo, naval y terrestre del que se tenga
conocimiento.
En
ese contexto, la RPDC se ha visto obligada a mantener un alto nivel de
disposición combativa de sus fuerzas armadas que contaron con la ayuda inicial
de la Unión Soviética para el desarrollo de su industria militar, lo cual
incluyó la tecnología para la construcción de su propio armamento nuclear. La
amenaza militar de Estados Unidos ha
sido permanente, continua y creciente.
Como señala el periodista cubano Elson Concepción “Solo durante el gobierno de Clinton en Estados Unidos, se
pudo apreciar un respiro pacífico cuando se prestó atención a los reclamos de
la República Popular Democrática de Corea y se suspendieron los ejercicios
militares que cada año ha desarrollado el Pentágono en esa península”.
Los gobiernos posteriores del republicano Bush y el
demócrata Obama han incrementado tal situación, llegando incluso al
estacionamiento de medios portadores de armas nucleares en la península coreana, incluyendo misiles y
submarinos atómicos elevándose durante la actual administración el potencial
destructivo de dicho armamento.
La RPDC ha actuado acorde a los más elementales
principios de defensa de su soberanía. No puede quedarse de brazos cruzados
esperando ser agredida para generar una capacidad de respuesta que debe ser
desarrollada con mucha antelación si quiere que sea efectiva.
La respuesta de la RPDC ante la agresión de Obama es
osada y temeraria. Sus autoridades deben estar conscientes del riesgo que asumen,
pero aparte de la retórica no hay ningún elemento que permita afirmar
seriamente que están capacitados para atacar a Estados Unidos. La tensión en el
área no es deseable en ningún caso, sin embargo, esa retórica les ha permitido
poner el tema en la órbita mundial incluso a costa de ser etiquetados, acosados
y hasta bloqueados. De eso, los latinoamericanos y en particular los cubanos
podríamos contar algunas historias.
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