El
desafío que enfrentan los gobiernos de la nueva izquierda en América Latina es
el de garantizar, con un eficaz ejercicio gubernamental, a esta tendencia
política en el largo plazo, de modo que incluso se vuelva irreversible.
Juan J. Paz y Miño
Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
En las elecciones
ecuatorianas (17/febrero/2013) triunfaron, en forma contundente e inédita,
tanto Rafael Correa como los asambleístas de Alianza PAIS. En Venezuela las
elecciones presidenciales se realizarán el 14 de abril; seguirán las
presidenciales y legislativas en Paraguay, primarias y legislativas en
Argentina, presidenciales y legislativas en Honduras y en Chile; y en 2014
elecciones presidenciales en El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Brasil,
Uruguay y Bolivia.
En América Latina el
cuadro gubernamental todavía está configurándose. Ecuador garantiza la
tendencia de nueva izquierda, que se verá reforzada si triunfa Nicolás Maduro
en Venezuela.
Aún no está claro lo
que sucederá en Argentina, Brasil o Bolivia; pero Michelle Bachelet anuncia su
postulación presidencial en Chile con un programa renovado.
Además, el panorama
electoral latinoamericano alinea fuerzas internas y externas: los países que se
identifican con la nueva izquierda (Ecuador, Bolivia y Venezuela, a la cabeza)
han soportado las resistencias de las capas que otrora controlaron el poder
económico y político; pero también despiertan inquietudes continentales entre
las derechas de toda la región, incluyendo a las potencias mundiales
acostumbradas a operar con su hegemonía y sus condicionamientos, ya que les
interesa revertir la consolidación de esa nueva izquierda, que resulta perjudicial
para sus intereses.
Pero los gobiernos de
la nueva izquierda latinoamericana han demostrado que es posible conducir la
economía sin los condicionamientos ni tutelas neoliberales; que, además, es
necesario inclinar la institucionalidad estatal a favor de amplios sectores
populares, de trabajadores y ciudadanos; que son ellos los que afirmaron el
sistema democrático; y que históricamente se pueden dar pasos importantes para
superar el capitalismo con miras a una sociedad distinta.
El desafío que
enfrentan los gobiernos de la nueva izquierda en América Latina es el de
garantizar, con un eficaz ejercicio gubernamental, a esta tendencia política en
el largo plazo, de modo que incluso se vuelva irreversible; pero, además, se
requiere la creación de una base social y popular no solo de respaldo
electoral, sino también organizada, movilizada y participante. Venezuela es el
país que mejor ha avanzado en esa construcción; el Gobierno ecuatoriano
demostró contar con evidente respaldo ciudadano, pero falta consolidar la base
social organizada hacia futuro.
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