La apuesta de los
especuladores que gobiernan actualmente al país es la mina de Cerro Colorado,
en la Comarca Ngobe-Buglé. Si el mercado de metales preciosos se
sostiene esta mina podría duplicar los ingresos que generaría Panama Cobre
en Petaquilla. El efecto político de esta iniciativa, sin
embargo, sería una guerra civil y la probable pérdida del poder político
de la clase rentista que controla desde hace 20 años el gobierno.
Marco A. Gandásegui, h. / ALAI
La deuda panameña está
creciendo a una velocidad que para la mayoría de los observadores pronto nadie
podrá controlar. El actual gobierno – y sus asesores en Wall Street - sostiene
que la deuda no constituye un riesgo en la medida en que la economía (medido
por el producto interno bruto) crece a un ritmo igual o superior. Ambos crecen
a una tasa anual del 10 por ciento. Obviamente, cuando la economía se desinfle
y deje de crecer, Panamá ya no será un cliente interesante para los
prestamistas. Nadie nos querrá prestar. Lo que no consideran los ideólogos
incrustados en los puestos gubernamentales es que el país quedará trabado
con una deuda gigantesca cuyo ‘servicio’ no se podrá pagar.
En el último lustro ha
llegado a Panamá una inversión de capital muy fuerte. El mismo ha sido
básicamente en el sector especulativo de la construcción, turismo y la banca.
También se han hecho inversiones en el sector energético (represas
hidroeléctricas) y en la minería. La mayor parte de esa inversión se realiza
bajo la forma de capitales que entran y salen, sin mayores controles
financieros (y menos políticos). La banca panameña cuenta con una cartera de
casi 90 mil millones de dólares. La plaza bancaria panameña se ha duplicado en
menos de una década. El año pasado creció en un 10 por ciento.
El proceso descrito es
llamado una “burbuja”. Sobre la base de un ciclo favorable de crecimiento el
gobierno se abre -de par en par- a los negocios sin contemplar su viabilidad a
mediano y largo plazos. Cuando el ciclo toma una dirección descendiente el país
se queda varado como un barco cuando es atrapada por la marea baja. Este
fenómeno es muy conocido por Panamá que lo ha experimentado a lo largo de su
historia. Combinado con el mal manejo de la deuda (externa e interna) que ha
adquirido el gobierno panameño, especialmente en los últimos años, puede
conducir el país a una guerra civil. Veamos por qué.
Según algunos autores que
escribían cuando el capitalismo conoció su época dorada (1948-1973) y crecía a
escala global, la deuda y la inflación son maneras de retardar y resolver
temporalmente conflictos sociales. El endeudamiento era una necesidad
ante la falta de políticas que impulsaran un crecimiento sostenible y
productivo.
¿Puede Panamá hacer eso?
En el caso de Panamá, la
nacionalización del Canal (en 2000) y los crecientes ingresos (de 2001
hasta el presente) de su operación han creado un globo especulativo
espectacular. El crecimiento del PIB en el último lustro le permitió a
Martinelli endeudar al país a un ritmo de mil millones de dólares al año. En la
actualidad, la deuda supera los 14 mil millones de dólares. El gobierno tiene
que pagarle anualmente a sus acreedores más de mil millones de dólares en
intereses. Lo equivalente al presupuesto nacional de educación (que
atiende en forma deficiente a 800 mil estudiantes
panameños).
La deuda de $14 mil
millones no incluye los contratos "llave en mano" que ha firmado
Martinelli por otra suma de 3.4 mil millones de dólares. La deuda totalizaría
18 mil millones de dólares. Hay quienes ven una luz al final del túnel al
señalar que la deuda interna se duplicó para colocarse ya en 3 mil millones de
dólares. En realidad, esto significa que ante una recesión la debacle de los
inversionistas locales será aún más dura. A pesar del banquete y del baile de
gala que celebran los especuladores actualmente, el gobierno de Martinelli
acaba de anunciar que necesita a corto plazo otros 700 millones de dólares para
balancear el presupuesto nacional.
Al término de la
expansión del Canal - calculado entre 2014 y 2015 - se desinflará el globo y
Panamá tendrá dificultades para pagar las deudas. Todas las inversiones
que ha realizado Martinelli son de servicios, no generan riqueza ni empleos
productivos. Las carreteras se pagan si transportan mercancías y trabajadores.
Igual, las avenidas, calles y Metro en la ciudad de Panamá. En una recesión no
hay producción de mercancías y menos comercio.
Entonces se hablará de
austeridad. ¿Para quién? ¿Otra vez los trabajadores? Estos han sido despojados
de todo y no tienen con que seguir siendo victimizados.
Hay voces que hablan de
una posible salvación: La explotación de la mina de cobre en Petaquilla
que rendirá varios miles de millones al año. Pero sólo le dará al fisco el
4 por ciento en concepto de impuesto. Esa participación del gobierno
representaría 100 millones de dólares al año. Incluso menos, si First
Quantum (nueva propietaria de la empresa Panama Cobre) sale con la
suya de incrementar al máximo las ganancias que se llevarán al
extranjero.
La otra apuesta de
los especuladores que gobiernan actualmente al país es la mina de Cerro
Colorado, en la Comarca Ngobe-Buglé. Si el mercado de metales preciosos se
sostiene esta mina podría duplicar los ingresos que generaría Panama
Cobre en Petaquilla. El efecto político de esta iniciativa, sin
embargo, sería una guerra civil y la probable pérdida del poder político
de la clase rentista que controla desde hace 20 años el gobierno.
18 de abril de 2013.
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