La
vigencia del pensamiento de Karl Marx a doscientos años de su natalicio, tiene
razón en cada una de las laceraciones provocadas por el capitalismo; es el
mismo sistema opresivo y explotador, el que da sentido y vitalidad al marxismo
en la actualidad.
Cristóbal León Campos / Especial
para Con Nuestra América
Desde
Mérida, Yucatán. México
“Todo lo sólido se desvanece en el
aire”.
Karl Marx
I
Después
del derrumbe del muro de Berlín en 1989 y la desintegración del bloque
socialista en 1991, el capitalismo creyó haber encontrado la vía libre para su
expansión a lo largo y ancho de casi todo el mundo. Para muchos, estos
acontecimientos marcaron el fin de la modernidad, e incluso, para Francis
Fukuyama, el apocalíptico “fin de la historia”. Esta postura declaraba al
capitalismo como el último estadio humano, como el fin de la evolución social
del hombre, dejando fuera toda posibilidad de cambio, de transformación y
revolución. Se consideraba que el fin de las utopías y de las ideologías había
llegado, y que la democracia liberal es la forma final de gobierno, todo esto,
con base en la presunta muerte del pensamiento de Marx y del marxismo.
Sin
embargo, la realidad ha dado la mejor respuesta a estos postulados,
desmintiendo el llamado “fin de la historia” y la supremacía del capitalismo,
pues en las últimas décadas se han desarrollado en muchas
partes del mundo y particularmente en el seno de la América Latina, diferentes
focos de resistencia como los Sin Tierra en Brasil o los piqueteros en
Argentina, además de los movimientos indígenas de Ecuador, Bolivia, Perú y del
EZLN en México. Junto a los movimientos de resistencia popular de Chile, Honduras,
Colombia y Nicaragua, entre otros países latinoamericanos. Todos ellos luchan
por demandas sociales cada vez más urgentes en nuestra América y en el mundo
golpeado por los nefastos efectos de las políticas económicas neoliberales,
como el derecho al trabajo, la defensa de la propiedad de la tierra para quien
la trabaja. Derecho a una vivienda digna, a los servicios básicos como el agua,
electricidad y servicios de salud, derecho a la educación. Estas exigencias
sociales, económicas y políticas son imposibles de cumplir por los gobiernos
neoliberales-capitalistas actuales de México, Latinoamérica y el mundo. La
explotación y la marginación siguen siendo las principales huellas del
capitalismo.
II
La
vigencia del pensamiento de Karl Marx a doscientos años de su natalicio, tiene
razón en cada una de las laceraciones provocadas por el capitalismo; es el
mismo sistema opresivo y explotador, el que da sentido y vitalidad al marxismo
en la actualidad. El análisis que Marx realizó sobre las particularidades, las
funciones y las formas de operación del capitalismo siguen siendo en su mayoría
los principios básicos para comprender el colosal reto que implica plantearnos
en el siglo XXI la construcción de alternativas para el mejoramiento humano, y que
a mi juicio, sigue siendo el socialismo el proyecto a edificar. La gran disyuntiva
que afronta la humanidad hoy en día, es su propia persistencia, por una lado;
por las condiciones de vida, y por otro; por las propias concepciones que de la
humanidad se han divulgado en los últimos años, generando un abierto y claro
incremento de la desesperanza, la sinrazón y la desmemoria, la humanidad ha
comenzado a negarse a sí misma, debido a las formas ideológicas de control que
el capitalismo difunde mediante la educación, los medios masivos y la ruptura
paradigmática en el seno de las academias, cuyos análisis van perdiendo
profundidad y utilidad para la vida diaria.
La
lectura y relectura de la obras de Marx y el marxismo, bajo la mirada crítica
de los tiempos que vivimos, considerando las experiencias históricas del
socialismo real, y los movimientos sociales actuales, debe ser la semilla que
fecunde las nuevas utopías emancipadoras de nuestra América, los gobiernos
populares de las últimas décadas, reabrieron el debate sobre la posibilidad de
construir el socialismo, procurando una actualización de las interpretaciones,
el socialismo del siglo XXI surgió como una corriente más dentro de estos
debates, sus postulados, como la puesta en práctica de ellos también deben
considerarse para la renovación del proyecto socialista. Hoy el imperialismo ha
vuelto a mover sus piezas y procurado duros golpes a la realidad latinoamericana,
hoy más que nunca debemos volver a Marx y al marxismo para generar respuestas a
las interrogantes que vivimos.
III
Entre
las muchas aportaciones teóricas es necesario regresar a los textos
fundacionales, como El Manifiesto
Comunista, que sintetiza pensamiento de Marx y Engels, en él se
expresa la esencia del marxismo; la teoría de la realidad, la crítica de todo
lo existente, el proyecto de emancipación y la interpretación práctica para la transformación
del mundo.
El Manifiesto es
ante todo un llamado a la acción, a la transformación de la sociedad
capitalista explicada casi en su totalidad de detalle en la obra de Marx y
referida de manera concreta en el documento programático, las razones del
porqué es necesario superar al capitalismo están ahí en las páginas de El Manifiesto, pero tanto Marx como
Engels siempre fueron prudentes en describir la sociedad futura comunista,
dibujan algunas líneas a seguir y algunos aspectos necesarios para dejar atrás
la explotación y opresión capitalista, más no plantean un molde estático y
dogmático, como se ha querido decir tergiversando sus postulados, desde luego,
lo anterior llevado a cabo por los intelectuales al servicio del capital.
La
vigencia de El Manifiesto es la misma
de Marx a doscientos años de su natalicio, un pensamiento tan abierto y
dialéctico, que fueron justamente, Marx y Engels, los primeros en cuestionar
algunos postulados de El Manifiesto,
y rectificarlos a lo largo de su obra posterior, baste para comprobarlo, leer
lo diferentes prólogos que escribieron para las diferentes ediciones que se
hicieran de El Manifiesto, ellos
mismo superaron y contribuyeron con una aguda crítica a superar aquellos
aspectos que fue necesario desarrollar o superar.
IV
El Capital, la obra cumbre de Marx, cumplió ciento cincuenta años de publicada
en septiembre de 2017, en ella se revela la especificidad de la explotación en
el capitalismo y examina las formas de justificación ideológicas, el fetichismo
y demás ilusiones que genera para poder funcionar. Es una obra clara escrita
para contribuir al movimiento obrero que convulsionaba el mundo, busca
proporcionar claridad en la lucha, pues enumera, desenmascara y explica el
orden del capital, su naturaleza antagónica, destructiva e inhumana. Con
claridad expone Marx los motivos y razones por las cuales es inútil la ilusión
de que el capital puede ser reformado, mejorado o humanizado, y que para ello
el Estado habría de contribuir, El
Capital es la obra demoledora de la razón del capitalismo y la luz
anunciadora de la necesidad de la construcción de otra sociedad de carácter
socialista.
La crítica del capital y de la economía política que expone Marx en El Capital, revierte la manera de
interpretar políticamente que los economistas burgueses usaban a las categorías
con que explicaban el modo de producción, dándoles el grado de eternas e
inmutables, queriendo dar lugar a la creencia de que el capitalismo es la
expresión y culminación de la naturaleza humana. Marx con su aguda mirada pone
de cabeza toda la lógica explicativa burguesa y da lugar al profundo análisis a
favor de los oprimidos. Marx explica cada uno de los elementos fundamentales
del capitalismo, las formas de explotación, la enajenación, el carácter del
trabajo, el plusvalor, las crisis, la operación totalizante del capital que
impone las condiciones materiales de vida, además de las culturales, políticas
y tecnológicas que garanticen la producción de mercancías.
Ahora bien, El Capital como
toda la demás obra de Marx establece las bases para la comprensión y crítica de
los fundamentos primordiales del capitalismo, dando lugar a la posibilidad de
generar proyectos revolucionarios que superen las condiciones de vida en la
actualidad, pero sin importar la gran obra que nos legó, en nuestras manos está
profundizar el estudio y la lucha contra el capital, buscar las formas de
superar la explotación y superar cada una de las laceraciones hoy vigentes
contra la humanidad.
V
En frente se tiene una gran tarea, pues pensar que el capitalismo está
en crisis o se encamina a su fracaso es engañamos a nosotros mismos, y si lo
pretendemos de mostrar con la creciente miseria en el mundo y en particular en
Latinoamérica, con el enorme sufrimiento humano, la acumulación de la riqueza
en manos de pocos y la pobreza de muchos, tendríamos que preguntamos ¿cuándo le
ha importado el sufrimiento de los pobres y desprotegidos a los capitalistas?
La muerte del pensamiento de Marx ha sido anunciada en muchas
ocasiones y en todas ellas ha resucitado. Aceptar el planteamiento “posmoderno”
del fin de las utopías y admitir que no existe posibilidad de crear una mejor
sociedad -solo una basada en un capitalismo más “humano”- es en definitiva
dejar morir a la historia.
El proyecto socialista está aún vigente y es posible de realizar, pues
la misma persistencia del capitalismo, el incremento de los males sociales engendrados
por su propia naturaleza, convierten al socialismo hoy más que nunca en
necesario, y ya no únicamente para los individuos, grupos sociales o pueblos
que sufren, sino también por los desastres ecológicos, nucleares o genéticos
que amenazan a toda la humanidad. La utopía socialista, de inspiración
marxiana, de una sociedad más justa, más digna, más libre y más igualitaria, en
pleno siglo XXI mantiene su vitalidad y vigencia, más allá de los obstáculos de
todo tipo que pretenden imposibilitar su construcción.
Como mencionara Rosa Luxemburgo, los peores utópicos, que están
completamente divorciados de cualquier base, son en realidad aquellos políticos
que siguen proclamando la idea de una desaparición estable y sin
enfrentamientos del capitalismo. Para alcanzar la meta de una mejor sociedad es
necesario organizamos, crear un debate continuo y abierto sobre el camino que
hemos de tomar y los medios para conseguirlo, es aquí donde el intelectual
juega un papel muy importante. Hay que tener siempre presente que la población
mundial vive en el presente y se debe satisfacer sus necesidades.
Marx sustentó, que “la historia es la historia de la lucha de clases”
y que “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores
mismos”. La autogestión y auto-organización de los oprimidos son la semilla que
dará el fruto emancipado del renacimiento humano. Sólo a raíz de nuestras
acciones, de nuestra reflexión y nuestra capacidad de respuesta a las
complicadas situaciones del mundo, conseguiremos lograr el objetivo de
garantizamos a quienes vivimos el mundo actual y a las próximas generaciones,
la creación de un mundo mejor y superior al que ahorra vivimos, que sin duda
aún es posible.
El autor es integrante del Colectivo Disyuntivas
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