Andrés Manuel quiere separar al poder político del poder
económico. En la visión de él y de Morena, la mafia del poder ha secuestrado al
gobierno del Estado y lo ha convertido en un “Comité” que no vela por el
interés público, sino por los intereses económicos de una minoría.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Esta semana hemos observado en México el enfrentamiento entre la cúpula
empresarial y el candidato de la coalición que encabeza Morena. Indudablemente
la cúspide de empresarios más poderosos del país, aquellos que se han vuelto
milmillonarios con las políticas neoliberales, no quieren a Andrés Manuel López
Obrador en la Presidencia de la República. Como sucede en Argentina y Brasil,
no se necesita ser radical de izquierda para ganarse el encono neoliberal
cuando ésta siente que su control del poder del Estado o del gobierno se
encuentra amenazado. A poco más de 50 días de las elecciones presidenciales del
1 de julio de 2018, López Obrador cuenta con una holgada diferencia de entre 15
y 20 puntos sobre su más cercano oponente.
El gran empresariado se ha puesto a operar ante la eventualidad de que
gane dichas elecciones. Han estado presionando al candidato del PRI, José
Antonio Meade, para que decline su
fallida candidatura y se sume al apoyo del candidato del PAN Ricardo Anaya.
Éste podría acortar la distancia con una eficaz propaganda negra y hacer más
factible el fraude mediante compra de votos y adulteración de resultados.
Andrés Manuel ha denunciado la maniobra empresarial y la respuesta
mediante un desplegado publicado en diversos medios no se ha hecho esperar. Lo
acusa la derecha neoliberal de no valorar a quien es fuente del 90% de los
empleos. Mentira: las pequeñas y medianas empresas son la fuente del 70-80% de
los empleos. Lo acusa de espantar las inversiones y estar en contra de los
empresarios. Mentira: se ha cuestionado la cuantiosa inversión en un nuevo
aeropuerto cuyo proyecto tiene fallas técnicas y que puede ser suplido con un
aeropuerto anexo al actual. Además no es cierto que López Obrador sea
adversario de los empresarios. Sí lo es de aquellos que han hecho su dinero de mala manera y se
benefician de la enorme corrupción que existe en el país. Es decir aquellos que
son calificados por el candidato como “minoría rapaz” o parte de “la mafia del
poder”.
Hay dos razones que han despertado el feroz encono gran empresarial
contra Andrés Manuel López Obrador. Una
de ellas es de carácter coyuntural: su oposición a la construcción del nuevo
aeropuerto. Esto toca los bolsillos de un poderoso sector del gran capital porque el proyecto implica ganancias billonarias. La
otra es estructural: Andrés Manuel quiere separar al poder político del poder
económico. En la visión de él y de Morena, la mafia del poder ha secuestrado al
gobierno del Estado y lo ha convertido en un “Comité” que no vela por el
interés público, sino por los intereses económicos de una minoría. Marx dijo
que el Estado era “la Junta que administraba los negocios de la burguesía”.
López Obrador no es marxista, es un liberal y nacionalista revolucionario que
solamente llega a plantear que el gobierno debe ser de todos y no de una
minoría rapaz.
Esto es suficiente para que hoy este enfrentando el ataque de la minoría
de los empresarios.
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