Aunque Estados Unidos y Sudáfrica
hicieron ingentes esfuerzos para minimizar la importancia estratégica de la
victoria de Cuito Cuanavale, la vida se ha encargado de demostrar con
creces que la historia de África tiene
un punto de inflexión en la batalla desarrollada en este lejano poblado del
sudeste de la República Popular de Angola.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela.
Combatientes cubanos y angoleños durante la guerra contra Suráfrica. |
Durante
esta semana se conmemoran un cuarto de siglo del fin de la Batalla de Cuito
Cuanavale desarrollada entre diciembre de 1987 y marzo de 1988 en el sudeste de
Angola.
Para
los que no están familiarizados con el nombre, el lugar o el hecho histórico,
vale decir que la misma fue la batalla conclusiva contra las fuerzas
sudafricanas que habían invadido Angola y significó en lo inmediato la
liberación total del territorio angolano, en el mediano plazo condujo a la
independencia de Namibia y su constitución en Estado independiente, pero sobre
todo Cuito Cuanavale es considerada la “Batalla de Ayacucho” africana, aquella
que llevó al fin del apartheid en Sudáfrica y del régimen de separación y
marginación racial en todo el continente africano, lo que a su vez permitió entronizar una nueva manera de
relacionarse internamente en el continente y de éste con el mundo.
Vale
recordar el contexto internacional de la época para insertar en su lógica
dimensión la hazaña lograda por los combatientes angolanos y namibios que
contaron con la invaluable ayuda de Cuba, su pueblo y sus Fuerzas Armadas.
El
año 1988 fue el último de Ronald Reagan como presidente de Estados Unidos, su
sucesor, George Bush (padre), elegido para el cargo el 8 de noviembre de ese
año iba a dar continuidad a la política ultra conservadora que Reagan había
desarrollado haciendo mancuerna con la primera ministra británica Margaret
Thatcher cuyo objetivo estratégico (logrado unos años después) fue la
desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista.
La
contraparte polar estaba en sus últimos estertores, la férrea estructura de
poder soviético “hacía aguas” y se desvanecía paulatinamente. A finales de
1988, las tropas soviéticas habían sido derrotadas en Afganistán y preparaban su retirada de ese país, lo cual
se concretaría a partir del año siguiente.
Mijaíl Gorbachov que había asumido el poder en la Unión Soviética como
presidente del Soviet Supremo comenzó a implementar una serie de medidas de
apertura para los cuales el país no estaba preparado, lo que creó condiciones
para su debilitamiento y posterior desaparición.
En
ese contexto, varios hechos señalaban el derrotero de los próximos años, un
acuerdo de paz para finalizar la guerra entre Irán e Irak fue firmado en julio de ese año y en agosto se dio por
concluida esa conflagración bélica, mientras que durante ese mismo mes la
Agencia Central de Inteligencia (CIA) en momentos en que fenecía la intervención
militar soviética en Afganistán, reunió a guerrilleros fundamentalistas de
diverso origen que habían combatido en ese país y creó la Organización Al Qaeda
para consumar la derrota militar soviética en el país musulmán del Asia Central.
De
manera tal que la Batalla de Cuito Cuanavale se desarrolla en un contexto
internacional de debilitamiento del mundo bipolar y de merma del papel y
poderío de la Unión Soviética que había sido el principal soporte de
abastecimiento de armamento, municiones y equipos al gobierno de Angola, país
que había declarado su independencia de la metrópoli colonial portuguesa en
noviembre de 1975.
Desde
la independencia, Angola había sufrido una larga guerra civil que fue apoyada
por el régimen racista de Sudáfrica, incluso con la participación directa de sus tropas que
ocupaban Namibia. La economía del país se encontraba devastada por la
paralización de la producción en las regiones norte y sur del país. Al
retirarse los europeos en 1975, dejaron abandonado e inservible el aparato productivo
angolano. En ese contexto, el gobierno del Movimiento Popular de Liberación de
Angola (MPLA) liderado por Agostinho Neto, se dio a la tarea de recuperar la
economía a partir de la creación de un fuerte sector estatal. La banca y las
actividades estratégicas fueron nacionalizadas.
En
1981, Sudáfrica, utilizando como argumento que Angola servía de refugio a las
fuerzas guerrilleras namibias de la Organización Popular del Sudoeste de África
(SWAPO), lanzaron el operativo “Smokeshell” y ocuparon en Angola un territorio
de 200 km. de profundidad desde la
frontera. Su objetivo era la creación de una “zona liberada” en la que se
erigiera otro gobierno angolano que al tener reconocimiento internacional
pudiera dividir el país para crear un estado títere sostenido por Sudáfrica,
tal como ocurría en Namibia.
Durante
años, los intentos angolanos por desalojar a las tropas sudafricanas fueron
insuficientes y a finales de 1987, la seguridad de Angola fue amenazada
seriamente ante el incremento de la intervención militar sudafricana. Las
principales agrupaciones de las fuerzas armadas angolanas corrían el riesgo de
ser cercadas y aniquiladas. La propia existencia e independencia del país se
puso en juego.
A
pesar que el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas exigió que las fuerzas armadas sudafricanas se retiraran
incondicionalmente de Angola, la administración Reagan se aseguró de que esta
exigencia fuera una Resolución sin mayor trascendencia. Según cita el analista
italiano Piero Gleijeses en el portal Cubadebate: “El secretario de
estado adjunto para África de Estados Unidos, Chester Crocker, le dijo al
embajador de Sudáfrica en Estados Unidos: ´la resolución no reclama sanciones y
no plantea ninguna asistencia para Angola. Esto no es por casualidad sino el
resultado de nuestros esfuerzos para mantener la resolución dentro de
determinados límites`”.
Ante
esa situación, el gobierno angolano solicitó apoyo a Cuba, que a partir del 15
de noviembre de 1987 comenzó lo que se denominó “una compleja operación de
refuerzo del contingente internacionalista cubano en Angola y en particular de
rechazo a los invasores sudafricanos y sus servidores internos, en lo que
habría de convertirse en la victoriosa operación de Cuito Cuanavale”. Decenas
de miles de los mejores soldados y oficiales de las fuerzas armadas cubanas
apertrechados y dotados de todo el armamento necesario acudieron al sur de
Angola a hacer práctica la máxima de Fidel cuando dijera “Ser
internacionalistas es saldar nuestra propia deuda con la humanidad”.
En
la batalla comenzada en diciembre de 1987 y desarrollada hasta el 23 de marzo
del año siguiente en un frente de más de 400 km. de extensión y en la que participaron decenas de miles de
combatientes, más de 500 tanques, cientos de
cañones, alrededor de 1.000 armas antiaéreas y decenas de aviones se selló la
derrota sudafricana.
Pero, el fin de la batalla no garantizaba la
independencia de Namibia ni mucho menos el fin del apartheid, por lo que la
amenaza quedaría latente. Sudáfrica trataría de conseguir en la mesa de
negociaciones lo que no pudo obtener en el terreno de los combates. Una vez
asegurado el flanco sudeste, las tropas angolanas y cubanas avanzaron
impetuosas en el sudoeste y el sur hacia la frontera con Namibia.
Estados Unidos intentó excluir a Cuba de las
negociaciones, pero finalmente se vio obligado a admitir su presencia junto a
la delegación de Angola. En ese contexto las conversaciones tuvieron un
carácter cuatripartito: Angola y Cuba de un lado y Sudáfrica con su mentor
imperial del otro. Las negociaciones se iniciaron en Londres en mayo y concluyeron en New York el 22 de diciembre
de 1988.
Los acuerdos diplomáticos fueron expresión de lo
que se había ganado en el combate. Se acordó la inmediata retirada de las
tropas sudafricanas de Angola (aún quedaban algunas fuerzas diseminadas en el
extenso territorio del sur del país), reconocimiento de las fronteras
estatales, la soberanía e integridad territorial de la República Popular de
Angola y, compromiso de aplicar la
resolución 435/78 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que consagraba la
independencia de Namibia. Este fue uno de los dos puntos más resistidos por la
delegación sudafricana que se negaba a perder el rico territorio del sudoeste
de África en el que se mantenía como potencia ocupante. Así mismo, se
estableció que debía haber condiciones de seguridad necesarias para el retiro
gradual y completo del contingente militar cubano a partir de un acuerdo
bilateral entre Angola y Cuba en el que Sudáfrica ni Estados Unidos tendrían
injerencia. Este fue el otro punto resistido por Sudáfrica y Estados Unidos que
reclamaban la salida inmediata de Cuba.
Aunque Estados Unidos y Sudáfrica hicieron ingentes
esfuerzos para minimizar la importancia estratégica de la victoria de Cuito
Cuanavale, la vida se ha encargado de demostrar con creces que la historia de África tiene un punto de
inflexión en la batalla desarrollada en este lejano poblado del sudeste de la
República Popular de Angola.
Si alguien tiene dudas, de la importancia de esta
batalla, basten las palabras del Padre de África, Nelson Mandela quien dijera “Cuito Cuanavale
fue el viraje para la lucha de liberación de mi continente y de mi pueblo del
flagelo del apartheid”.
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