Alejandro
L. Perdomo Aguilera / Especial para Con Nuestra América
Desde La Habana, Cuba
La diplomacia de EE.UU. se halla en un proceso de reconfiguración en
aras de una proyección exterior que mejore la credibilidad de las acciones
imperiales de ese gobierno. La difícil situación económica que vive el país y
las problemáticas que ha enfrentado el presidente Obama en el Congreso, le
trazan grandes retos para su último mandato.
En el plano internacional, la creciente importancia de los BRICS,
particularmente de China y Rusia en el orden económico, político y diplomático
(países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU) aumentan las
presiones para la diplomacia estadunidense, avocada a una mayor eficiencia.
En el Medio Oriente y África Norte no cesan los conflictos y
contradicciones. Las presiones sobre Irán en torno al desarrollo de la energía
nuclear de ese país y la injerencia en
la crisis interna de Siria, reflejan las limitadas capacidades de influencia
del hegemón en el orden político-diplomático y cultural.
Entre tanto, en Latinoamérica y el
Caribe no cesan los problemas de seguridad asociados al tráfico ilícito de
drogas y otros delitos conexos, con una peculiar incidencia en México,
Centroamérica y el Caribe.
Ante tales circunstancias,
la diplomacia resulta un pilar fundamental en la política exterior y de seguridad nacional[i]
estadounidense para los
próximos años. Pero esta diplomacia, adquiere un sentido más abarcador, que
comprende a cada ciudadano estadounidense en el exterior como un diplomático de
las formas de vida y las lógicas de pensamiento. Siguiendo esos objetivos, se han realizado varios cambios en el Departamento de Estado y
Agencias afines como la Agencia Estadounidense de Ayuda al Desarrollo
Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), orientando su trabajo hacia
aquellos aspectos que pueden validar el predominio de ese país.
Con ese fin se ha potenciado la diplomacia transformacional, la cual
supone un trabajo más concentrado en la influencia ideológica y cultural del Estado-Nación.
En ese sentido se combinan los instrumentos
del poderío nacional[ii], en interés de conquistar las mentes y los corazones de la sociedad
civil internacional.
Para esta cooptación, resultan básicos los instrumentos ideológicos,
culturales e informacionales, expresados a través del control de los medios de
comunicación y las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TICs)
para la conformación de matrices de opinión favorables a los intereses
hegemónicos de la elite del poder (Wright
Mills, 1957).
La posibilidad que tienen los medios de
incluir temas en la agenda internacional, a partir de la construcción de
consensos, los convierten en un actor de peso en las dinámicas
político-diplomáticas, al punto poder identificarse una diplomacia de los
medios.[iii] Este tipo de diplomacia resulta básica en el
trabajo hacia la sociedad civil, en aras de exportar el modelo de vida y de
gobierno estadounidense, como paradigma de la gobernanza y la democracia
global.
Desde esa lógica de pensamiento, se comprende
a la Diplomacia, como parte inherente a la renovación del liderazgo
internacional del hegemón, en su concepción como superpotencia [iv].
En los últimos años se ha establecido el smart power y las tres D (entendiendo a la Diplomacia y el Desarrollo como complemento de la
Defensa) como el método por el
cual EE.UU. intenta proyectar una política exterior y de seguridad más
efectiva.
En el actual contexto histórico, la práctica
diplomática recuerda las premisas de
Hans Morgenthau, al definir la diplomacia como el arte de combinar los
distintos elementos del poderío nacional de mayor impacto en el interés
nacional. (Morgenthau, 1992) Lo tristemente célebre, es que los llamados
intereses nacionales, suele atentar contra la soberanía, la integridad
territorial y la autodeterminación de otros pueblos.
No obstante, el escenario que reflejan las condicionantes domésticas e
internacionales de ese país amerita de la cooperación de otros actores
internacionales. Para esos propósitos, se internacionalizan los principios y
conceptos de la elite del poder estadounidense, como referentes para la
existencia de una adecuada gobernanza mundial.
Como complemento de este trabajo, se recalcan las amenazas globales
sobre las que la diplomacia debe trabajar desde el Departamento de Estado, la
USAID, la Fundación Nacional para la
Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs). En
las acciones diplomáticas se aprecia un creciente uso de contratistas y
subcontratistas, y del sector privado económicamente fuerte en los países de
interés. Este fenómeno viene dado por la consideración de que al privatizarse
elementos estratégicos de la seguridad y la economía de otros estados
nacionales, se reducen las opciones que puedan realizar los gobiernos
nacionales para mitigar la influencia estadounidense.
Los errores diplomáticos de la Administración de W. Bush (2001-2009),
ameritaron por parte del gobierno demócrata de Obama (2009-2017) una serie de
cambios en las concepciones del ejercicio diplomático, los cuales se han
expresado tanto en documentos rectores del gobierno (en la Estrategia de
Seguridad Nacional de 2010 y la Primera Revisión Cuadrienal de Diplomacia y
Desarrollo del mismo año, QDDR) como en la nueva estructura y formas de trabajo
del Departamento de Estado y la USAID, si bien se aprecian las continuidades
lógicas de la proyección internacional de ese Estado-Nación.
En la ejecución de una política internacional[v]
más certera, la QDDR (The First Quadrienal
Diplomacy and Development Review, 2010) propone una nueva estructura
organizativa y de coordinación para reaccionar rápidamente en situaciones de
crisis, conflictos y desastres naturales a nivel global. Asimismo sucede con el trabajo realizado en las embajadas, para
otorgar una mayor efectividad a las fundaciones y ONGs que trabajan en función
de los intereses estadounidenses. Para ello, se prepondera el uso del llamado
“poder civil” que comprende la combinación de las acciones diplomáticas con
el trabajo de los especialistas en desarrollo,
trabajadores humanitarios y de otra índole, bajo la justificación de “prevenir y responder a las crisis y los
conflictos”.[vi]
Para dar cumplimento a estos objetivos se proponen algunos cambios en el
Departamento de Estado, entre los que se destacan la creación del cargo de
Subsecretario de Seguridad de Población Civil, Democracia y Derechos Humanos.
Este se responsabiliza de la dirección de una nueva Oficina de Operaciones para
Crisis y Conflictos. Con esta Subsecretaría se incrementa la capacidad de
reacción de ese gobierno en momentos críticos.
También se creó el cargo de Coordinador especial para Sanciones y
Finanzas Ilícitas, abogando por que el Congreso sustituya al Coordinador
Especial para Antiterrorismo con una Oficina de Antiterrorismo. Además, se creó
el cargo de Subsecretario para Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente,
que acoge la nueva Oficina de Asuntos Internacionales de Energía.
Con estos cambios la política de influencia en el exterior se
perfecciona, ajustando las prioridades departamentales hacia aquellos elementos
que resultan más efectivos para la demonización mediática. Por ello, los temas
vinculados a la seguridad civil, la democracia y los derechos humanos, resultan
básicos para la nueva burocracia.
Conforme a estos intereses, en Naciones Unidas se impulsan las agendas
de los derechos humanos, la seguridad humana y la responsabilidad de proteger,
con una clara inclinación a los intereses geoestratégicos del gobierno
estadounidense y otras potencias centrales. Estas medidas actualizan la
proyección exterior del imperio a las nuevas circunstancias internacionales,
que continúan alentando el Complejo de Seguridad Industrial[vii];
sólo que esta vez bajo un apoyo más coordinado y elocuente del Smart power y
las tres D.
Al trabajo de la USAID también se le han realizado reformas, que están
encaminadas hacia una mayor interconexión con el Departamento de Estado y el de
Defensa. Las acciones de la USAID son orientadas
hacia sectores específicos de las sociedades de interés. En este sentido, la diplomacia ciudadana
se aprecia como un pilar para la asistencia al desarrollo, según los
presupuestos de ese gobierno.
Sintéticamente pudieran resumirse los términos
y prioridades en que se proyecta la diplomacia estadounidense desde la USAID
en: la promoción de la participación del sector privado, estimular la discusión
sobre temas internacionales afines a los intereses del hegemón y el trabajo con
los sectores claves para incentivar el modelo democrático y el paradigma de
vida de los EE.UU. (Lineamientos USAID 2011-2015).
La confirmación de John Kerry como Secretario de Estado conlleva al
análisis de los cambios y continuidades de la diplomacia estadounidense en la
segunda administración de Obama, aunque se considera que permanecerán los elementos
priorizados de la política exterior y de seguridad.
Entre las áreas que ha identificado J. Kerry, como básicas
para el trabajo diplomático, ha destacado la necesidad promocionar la
“democracia” al estilo estadounidense a partir de las TICs. Al respecto el
Secretario de Estado comentó que ante los cambios producidos por las nuevas tecnologías, y el
crecimiento de su uso por los “jóvenes, las contiendas sectarias y el
extremismo religioso”, considera que se debe “hacer un mejor trabajo invitando
a la gente a adoptar los valores que siempre nos han inspirado” (Kerry, 2013)
Respecto a Latinoamérica y el Caribe, Kerry
señaló a Colombia como un ejemplo de las relaciones
diplomáticas entre EE.UU. y la región.
Las tendencias político-diplomáticas manifiestan rasgos de continuidad en
cuanto a los temas priorizados hacia el Hemisferio Occidental. Ello está en
concordancia con los criterios que manifestara el ex Subsecretario de Estado
para la región, Arturo Valenzuela, al considerar:
“los conceptos sobre los que se sustenta el
QDDR guiarán también nuestra estrategia de 'participación dinámica', que
pretende impulsar los intereses de Estados Unidos en colaboración con toda
América Latina, y a la vez reconoce la importancia de adecuarse a diversas
necesidades e intereses.” (Valenzuela, 2011)
Con ella se reafirma el trabajo en lo que Valenzuela denominara como las
cuatro prioridades principales: “promover las oportunidades sociales y
económicas para todos, afianzar un futuro de energía limpia, garantizar la
protección y seguridad de todos los ciudadanos y crear instituciones eficaces
de gobernabilidad democrática.” (Valenzuela,
2011) En correspondencia con estos intereses se fortalecen las
herramientas diplomáticas de las instituciones multilaterales y regionales como
la Organización de los Estados Americanos (OEA).
En otro orden, la diplomacia estadounidense incrementa las acciones para
mitigar las relaciones entre Irán y América Latina y el Caribe, incrementando
las acciones político-diplomáticas para demonizar al gobierno iraní,
atemorizando a la sociedad internacional, sobre el desarrollo nuclear que
realiza ese país. Al respecto el presidente Obama precisó: “Hay una coalición
unida exigiendo que ellos cumplan con sus obligaciones, y haremos lo que sea
necesario para impedir que obtengan un arma nuclear” (Obama, 2013).
En cuanto a la postura exterior contra Corea del Norte, el presidente
estadounidense declaró: “El régimen en Corea del Norte debe comprender que sólo
logrará seguridad y prosperidad cumpliendo con sus obligaciones
internacionales. (…) permaneceremos firmes en respaldo de nuestros aliados,
fortaleceremos nuestras propias defensas de misiles, y estaremos a la cabeza
del esfuerzo mundial por tomar acción firme en respuesta a estas amenazas.”
(Obama, 2013)
Desde otra perspectiva, se busca un mayor entendimiento con Rusia. Debe
recordarse que “el presidente negoció el nuevo tratado START con Rusia que
reducirá los arsenales nucleares desplegados a unos 1.550 para el año 2018”
(Kellerhals, 2013).
La región de Asia Pacífico continúa siendo priorizada para
el trabajo diplomático. En ese sentido, se trabaja para el fortalecimiento del
comercio con la región a través de la Alianza
Transpacífico. También se busca el incremento financiero y comercial con la
Unión Europea (UE). Sobre estos aspectos Obama declaró:
“(…) tenemos la intención de completar
las negociaciones para una Alianza Transpacífica. Y, esta noche, (13 de
febrero) estoy anunciando que iniciaremos conversaciones para una Alianza
Transatlántica de Comercio e Inversión amplia con la Unión Europea, porque el
comercio que sea libre y justo a través del Atlántico sustenta millones de
empleos americanos bien remunerados.” (Obama,
2013)
Las Alianzas Transpacífica y Trasatlántica, resultan de sumo
interés para la política exterior y de seguridad estadounidense, por las
potencialidades que tienen para consolidar los intereses económico,
comerciales, financieros y geoestratégicos de Estados Unidos, particularmente
en el Pacífico. En este aspecto, deben considerarse las alianzas
que logra Washington en el Hemisferio Occidental, para asegurar su proyección
hacia el Pacífico con los gobiernos de México, Colombia, Perú y Chile (Alianza
Pacífico).
Para el mejoramiento de la credibilidad, se continúa el retiro de las
tropas estadounidenses de Afganistán, intentando reducir los cuestionamientos
sobre las pretensiones de ese país en el Medio Oriente, si bien persisten los
objetivos iniciales de dominación. Sobre este
aspecto, el presidente Obama comentó: “(…) podemos decir con confianza que los
Estados Unidos terminará su misión en Afganistán, y logrará nuestro objetivo de
derrotar el núcleo de al Qaeda. (…), puedo anunciar que durante el próximo año,
otras 34,000 tropas estadounidenses en Afganistán regresarán a casa (…) nuestra
guerra en Afganistán terminará a finales del año que viene.” (Obama, 2013)
Siguiendo los objetivos prioritarios para la consolidación del liderazgo
estadounidense; la política exterior promueve la democracia representativa y la
economía de mercado. En este sentido se reconoce la necesidad de una
interdependencia, que perpuetúe el liderazgo
estadounidense sobre el sistema-mundo. Para ello se basan el smart power y las
tres D, sobre lo cual la ex Secretaria de Estado, Hillary Clinton,
apuntó: “Con el poder inteligente, la diplomacia será la vanguardia de la
política exterior (Clinton, 2009).”
Las perspectivas que arrojan las primeras declaraciones J.
Kerry, luego de tomar posesión en el cargo de Secretario de Estado, dejó
sentadas sus intenciones para la política exterior y de seguridad en los
próximos 4 años al afirmar: “(…) aunque prefiero resolver los conflictos de
manera pacífica, mi trayectoria también me ha enseñado que, cuando se agotan
los recursos, debemos estar preparados para defender nuestra causa y hacer lo
necesario para combatir el extremismo, el terrorismo, el caos y el mal; y lo
seguiremos haciendo” (Kurata, 2013)
Estas declaraciones reflejan, que si bien se ejercerá una
política ajustada a cada realidad y al contexto histórico de la sociedad
internacional, el hegemón continuará usado el hard power en aquellas
circunstancias que lo consideren “necesario”.
En líneas generales, pudiera caracterizarse la
diplomacia estadounidense, por la preservación y consolidación del régimen
imperial, basado en un uso efectivo de los instrumentos del poderío nacional.
Para este objetivo, se trabaja en una diplomacia de complemente los temas de
seguridad, otorgándole credibilidad a través de la promoción del desarrollo y
una relación con el exterior más ajustada a la realidad de cada país.
Así las cosas para la diplomacia en el segundo mandato de
Obama (2013-2017), donde el liderazgo y la hegemonía estadounidense se
enfrentarán a los interesantes cambios que concurren en la sociedad
internacional.
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Wright Mills, C. (1957). La Élite de
Poder. México DF: Fondo de Cultura Económica.
NOTAS:
[i] Se entiende la
seguridad nacional según la define operacionalmente la Dra. Soraya Castro, como
una capacidad de los Estados explica la necesidad de darle seguimiento
constante tanto a las amenazas que pueden poner en riesgo la nación como a los
recursos con que cuenta el país para responder a dichas amenazas de forma
efectiva y exitosa. ¿Qué persiguen, o deben perseguir, los Estados con esta
actuación? Alcanzar una condición de seguridad y estabilidad que garantice la
continuidad de su sistema y por consiguiente la defensa y preservación de sus
intereses y objetivos nacionales. Es una condición relativa por las
características de las relaciones internacionales en la era globalizada.
[ii] Los instrumentos
fundamentales de la política exterior y de seguridad de los EE.UU. se articulan
en lo fundamental, por los instrumentos
militares, políticos, económicos, diplomáticos, ideológicos, culturales e
informacionales. Estos se desarrollan a partir de las
prioridades que establece el Estado-Nación para lograr sus objetivos
estratégicos a nivel internacional. Mediante su combinación efectiva se logra ejercer
influencia no sólo con el uso de la fuerza (militar) o la amenaza de la misma,
sino también a través del empleo a fondo de los instrumentos diplomáticos,
económicos, políticos, informacionales y culturales.
[iii] El italiano Alberto
Bruzzone (2005), comprende a la diplomacia pública tanto para actividades
culturales, como de información y de propaganda internacional. “La política
pública coordinada desde un gobierno que diversifica su rol de transmisor a
través de los actores privados. Se promueve el interés nacional del país
mejorando su percepción exterior; su destinatario es la opinión pública de
naciones extranjeras que formen parte de un selecto grupo para los intereses
del Estado emisor. Asimismo, esta diplomacia propende a establecer y mejorar el
diálogo entre los ciudadanos de dos o más países.”
[iv] El término
superpotencia se le concede su origen al neerlandés naturalizado estadounidense
Nicholas Spykman, quien plantea en el libro The Geography of the Peace, que la
supremacía mundial no-marítima del Reino Unido y Estados Unidos, eran
esenciales para la paz y la prosperidad en el mundo. Este término fue
desarrollado por Lyman Miller, donde destaca como componentes básicos del
estatus de superpotencia cuatro ejes de poder: militar, económico, político, y
cultural que fue desarrollado desde las ciencias políticas Joseph Nye como el
soft y el smart power.
[v] Se entiende como
la relación político-diplomática y
sociocultural, que se emprende por los diferentes actores del sistema
internacional, fundamentados en las políticas exteriores y de seguridad. Esta
dada por una interrelación de la política exterior de los Estados, desarrollada
en el conjunto de las relaciones interestatales que constituyen el sistema de
Estados, aunque no se limita a lo estatal. En la actualidad deben considerarse
las que se establecen con ONGs, Fundaciones, Agencias y grupos organizados de
la sociedad civil. Todo ello visto desde las relaciones de poder establecidas
en el sistema internacional.
[vi] H Clinton.
Presentación de la QDDR. de 2010 el 15 de diciembre. En: http://www.state.gov/j/tip/rls/tiprpt/2012/192366.htm
[vii] Se toma el término de
Complejo de Seguridad Industrial y no el de Complejo Militar Industrial, pues
se considera que en la actualidad es mucho más amplio y toma elementos que
sobrepasan lo militar.
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