Algo pasa en España, ante la crisis y la
charlatanería de la clase política el movimiento popular se moviliza de manera
creciente. Sería deseable que tal espíritu de lucha se manifieste en acciones
concretas que conduzcan a la derrota de esta nueva tríada de poder que en base
a la corrupción, el engaño y el derroche ha sumido a España en la peor crisis
de su historia.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
A
través de la historia, España ha sido un país que no se puede vanagloriar de
una clase política que haya estado a la altura de las necesidades de su
desarrollo y crecimiento como nación autónoma. Su presencia en el escenario
global siempre ha ido de la mano de su subordinación y dependencia de otros actores internacionales.
Desde
hace varias centurias, puntualmente a partir de 1700 la familia Borbón
(proveniente de Francia) ha “conducido” los destinos del Estado español con
sólo dos breves interrupciones en 1808 y 1868 y un interregno mayor en el siglo
XX período en el cual desde 1936 hasta 1975 estuvo en el poder Francisco Franco quien instauró una dictadura
fascista, caracterizada por la represión contra el movimiento popular y su
apoyo a la Alemania nazi. Al finalizar la segunda guerra mundial con la derrota
de Alemania y sus aliados, España estuvo sometida al aislamiento internacional
sin que su economía pudiera despegar durante décadas. Su condición anti
democrática significó que se mantuviera al margen de las primeras iniciativas
de integración europeas.
Un
alto dirigente franquista, Manuel Fraga quien fue titular de información y
turismo, de gobernación y vicepresidente durante la dictadura creó en 1976
la Alianza Popular uniendo diversas fuerzas de la ultra derecha
conservadora y fascista. En 1989, Fraga y otros líderes franquistas la
transforman en el actual Partido Popular
de España.
De
esta manera, dictadura franquista, monarquía y Partido Popular configuran
diferentes expresiones del mismo poder político que se estableció a partir de
un origen común y un desarrollo paralelo. La novedad de los últimos años ha
sido que a esa tenebrosa trilogía se le ha venido a adicionar un nuevo actor
que surgió y se mantuvo al margen durante décadas hasta que ya en democracia y
bajo el liderazgo de Felipe González, inició su travestismo político: el
Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
González
lideró al PSOE durante 22 años y fue presidente del Estado español durante 14,
desde 1982 hasta 1996. En ese período, aparentemente logró sacar a España del
marasmo económico al que estuvo sometida por siglos, a cambio de una nueva
subordinación dependiente de la Unión Europea (UE). Para ello, incurrió en una gigantesca deuda
pública, en la solicitud de concesión a
España de la mitad de los recursos financieros de la UE disponibles en los Fondos de Desarrollo, así
como de importantes recursos provenientes de los Fondos de Cohesión y de la Política Agrícola Común de la UE. Eso
hizo que se creara en el país ibérico una falsa sensación de prosperidad y la
suposición de que concurrían al siglo XXI con una fortaleza económica que le
permitiría actuar en el escenario internacional en igualdad de condiciones que
las grandes potencias. En realidad,
habían comenzado a flotar en una burbuja que los condujo a un nuevo
sometimiento a la UE y en particular a Alemania. Los acontecimientos recientes
reflejan que no han podido salir de la inercia ahora sostenida por esta nueva
tríada perversa: monarquía, PSOE y PP.
Hoy,
la monarquía ha sido ampliamente cuestionada por sus actuaciones públicas y por
el involucramiento de varios de sus representantes en hechos de corrupción o
cuando menos de dudoso comportamiento moral para quien ejerce funciones en la
cúpula del Estado. Aunque desde hace un tiempo las acciones poco éticas de la
monarquía son de común dominio de la opinión pública española, es desde el año
pasado cuando han adquirido notoriedad a nivel global.
En
abril de 2012 se reportó que mientras la tasa de desempleo se encontraba
cercana al 25% y aproximada al 50% para los jóvenes en edad laboral, el Rey se
encontraba en un safari para cazar elefantes en Botswana. El costo de dicha diversión monárquica es superior al salario
que percibe durante todo un año la mayoría de los españoles y el doble del
salario promedio anual.
En
su momento, esta situación llevó a Tomás Gómez, secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM) a decir que "Ha
llegado el momento de que la Casa Real se plantee, en este caso el jefe del
Estado, que tiene que elegir entre las obligaciones y las servidumbres de las
responsabilidades públicas o una abdicación que le permita disfrutar de una
vida diferente". Tal opinión ha sido refrendada por el primer secretario
del Partido Socialista de Cataluña Pere Navarro, quien
el pasado miércoles 20 pidió que el Rey Juan Carlos abdique y que su
hijo, el príncipe Felipe encabece una “segunda transición” política en España.
En el trasfondo, se respira
el ambiente maligno creado por el yerno del rey, Iñaki Urdangarin, duque de
Palma, quien utilizando su condición de miembro de la monarquía, se aprovechó para desviar millones de euros
de fondos públicos al Instituto Nóos que presidía. Por esta causa, la Fiscalía
está indagando su involucramiento en delitos de falsedad documental,
prevaricación, fraude y malversación de caudales públicos.
El manejo mediático de la
investigación ha puesto el énfasis en tratar de descubrir si hubo conocimiento
o vínculo de la monarquía con tales delitos. A pesar que el propio Urdangarin
ha negado tal relación, la prensa española ha divulgado correos electrónicos en los que se liga al
esposo de la hija del Rey en negocios con Corinna Sayn-Wittgenstein, quien
según la misma prensa es la amante de Juan Carlos y lo acompañaba en su tour de
cacería en Botswana. Como señala el periódico El Mundo de Madrid de 18 de
febrero pasado “En la mayoría de estos correos, tanto Urdangarin, como Corinna
hacen referencia a que Juan Carlos estaba al corriente de estas ´operaciones`
como, las califica el duque”. Incluso, en otros correos aportados por el ex
socio de Urdangarin a la justicia, -refiriéndose a los negocios de éste- se
indica la mediación directa del Rey en el mismo. En uno de esos correos, el
yerno real cuenta que su suegro prometió “toda su ayuda para encontrar ayuda
financiera” (SIC).
En otro ámbito, no es
mejor la situación de los otros dos eslabones de la tríada que se hunden y,
hunden en la putrefacción a la política española. Mientras una marea ciudadana
protestaba en varias ciudades contra la corrupción y las medidas restrictivas
en materia social, -en un país minado por la recesión y por un desempleo que
alcanza los 6 millones de parados- el PP y el PSOE se trenzaron en un absurdo debate para tratar de demostrar
cuál de los dos es más culpable de la crisis.
En su comparecencia ante
el Congreso de los Diputados con motivo de su informe anual sobre el estado de
la nación el presidente Mariano Rajoy señaló que “ya pasó lo peor” y vaticinó
una inminente salida de la crisis. Con total hipocresía dijo que a pesar de
todo “el barco no se ha hundido”. Ante el estupor de los españoles obvió decir
que en su año de gobierno la paupérrima
situación económica heredada de los socialistas ha empeorado. La tasa de
desempleo ha alcanzado el 25,4%, en los últimos 14 meses se han eliminado 900
mil empleos a razón de 8 mil 500 por
día, debido en gran medida a una reforma laboral que favoreció a los empresarios. En ese mismo período más de
400 mil familias españolas han perdido sus viviendas y 12 personas se han
suicidado por tal motivo.
En su defensa el
gobernante de derecha informó que a pesar de la pérdida de empleo y la magnitud
de la crisis, el déficit público cerró
por debajo del 7%, inferior al 9% del año anterior. Evitó decir que no
alcanzó la meta propuesta de 6,3% con la que se comprometió con la Unión
Europea. También soslayó referirse a los escándalos de corrupción que afectan a
su partido. Por el contrario refutó a la
principal agrupación opositora afirmando que el PP no ha sido sometido a
juicio, a diferencia del PSOE.
Las tibias intervenciones
del líder del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba -quien acusó a Rajoy de demagogo y
de no tener credibilidad-, se
encaminaron a poner el acento en el tema de la corrupción. A partir de ello
ambos políticos evidenciaron el hedor nauseabundo que despide la clase política
española al involucrarse en una tan estéril como absurda discusión, no exenta
de recriminaciones personales que pusieron en el tapete la certeza de que
ninguno de los dos es garantía cierta para salir de la crisis, por lo menos en
condiciones de que la mayoría de los españoles puedan retomar estándares
aceptables de vida. Vale decir que ambos partidos en conjunto tienen menos del
50% de aprobación de la ciudadanía.
Algo pasa en España, ante
la crisis y la charlatanería de la clase política el movimiento popular se
moviliza de manera creciente. Sería deseable que tal espíritu de lucha se
manifieste en acciones concretas que conduzcan a la derrota de esta nueva
tríada de poder que en base a la corrupción, el engaño y el derroche ha sumido
a España en la peor crisis de su historia.
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