Ha desaparecido un
liderazgo difícilmente repetible. Su legado es una Venezuela que ha empezado a
caminar por los rumbos del posneoliberalismo. Que ha abatido la pobreza y
recuperado independencia. Ese legado
también lo constituyen los efectos que tuvo su visión de las relaciones
internacionales y la globalización y los impactos de ésta en el planteamiento de la integración latinoamericana.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Indudablemente la esperada muerte de Hugo Chávez ha sido un acontecimiento de
repercusiones continentales sino es que
de impacto mundial. Fue impresionante ver en la transmisión de los funerales
por CNN a un Raúl Castro apesadumbrado y a un Rafael Correa devastado. También
lo fue presenciar cómo lloraban los
presidentes Lukashenko de Bielorrusia y Ahmadineyad de Bielorrusia e Irán.
Lágrimas que ciertamente rompían el
protocolo acostumbrado en los funerales de Estado. El pesar fue evidentemente
compartido por Evo Morales, presidente
de Bolivia. Los casos citados pueden ser explicables por la afinidad
ideológica o el antiimperialismo compartido por los presidentes antes
mencionados. Sin embargo, la conmoción embargó más allá de las formalidades a
tres presidentes latinoamericanos que tienen una ideología diametralmente opuesta a la que tuvo el
desaparecido presidente venezolano: Otto Pérez Molina de Guatemala, Sebastián
Piñera de Chile y Juan Manuel Santos de
Colombia. Éstos elogiaron las virtudes del desaparecido líder venezolano pero
fueron más allá de los formalismos
acostumbrados en estas ocasiones. Los tres expresaron de manera sincera sus
condolencias a pesar de que externaron sus diferencias con el jefe de la
revolución bolivariana.
En el caso del
presidente Santos de Colombia, los motivos pueden ser fácilmente entendibles. Hugo Chávez y él
pudieron recomponer las relaciones sumamente deterioradas por el antecesor de
Santos, el derechista Álvaro Uribe. La
alianza de Chávez y Santos fue evidente
en el Pacto de Cartagena que le dio una
salida al conflicto que provocó el
derrocamiento de José Manuel Zelaya en la Honduras de 2009.
La amplia cobertura que
los medios de comunicación electrónicos
-en lo esencial en manos de las cúspides empresariales y la derecha-, le dieron al deceso y funerales de Hugo
Chávez, revelan la profunda huella que éste dejó en los 14 años transcurrieron
desde su elección y sucesivas presidencias. Los analistas de derecha han
enfatizado en las dos falacias que constantemente esgrimieron los medios de
comunicación dominantes: el carácter dictatorial de su gestión presidencial y
la tesitura populista de sus políticas. Dos mentiras repetidas miles de veces para construir en Chávez la
imagen de bestia negra. Terminada la guerra fría Chávez sustituyó a Fidel Castro en la satanización que este
sufrió durante los últimos cuarenta años
del siglo XX. ¿Chávez dictador? ¡derrotó
una y otra vez a las derechas venezolanas en elecciones libres y limpias! Y
como hasta CNN lo aceptó, en ese sentido murió victorioso. Por ello, desde el punto de vista de la
democracia liberal y representativa, la acusación de dictador a Chávez resulta sumamente
endeble. Y desde la perspectiva de la democracia participativa, allí están los
más de 40 mil consejos comunales que son escenario de participación en asuntos
locales de más de 7 millones de venezolanos. La acusación de populista
solamente se sostiene si se tiene una
noción de populismo que es ajena a los cánones de la ciencia social
latinoamericana y se acusa de populista a todo fenómeno político que se aleja
del neoliberalismo.
Ha desaparecido un
liderazgo difícilmente repetible. Su legado es una Venezuela que ha empezado a
caminar por los rumbos del posneoliberalismo. Que ha abatido la pobreza y
recuperado independencia. Ese legado
también lo constituyen los efectos que tuvo su visión de las relaciones internacionales
y la globalización y los impactos de ésta
en el planteamiento de la integración latinoamericana. La huella de
Chávez se expresan no solamente en la ALBA, sino también en la UNASUR, la CELAC
y la impronta que dejó a instituciones previas al liderazgo político de Chávez
como es el MERCOSUR.
Con Chávez muere un
líder como los que surgen solamente de vez en cuando. Muere también un
estadista de dimensiones mundiales. He
aquí pues, los motivos de una inapagable posteridad.
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