Francisco I no ha
heredado un trono imperial sino la humilde silla de un pescador. Por eso
esperamos que no olvide las palabras del Obispo mártir argentino, Monseñor
Enrique Angelelli, cuando decía que “debemos tener un oído en el Evangelio y
otro en el pueblo, para saber qué nos dice Dios”.
Adolfo Pérez Esquivel / ALAI
Para Pérez Esquivel, la designación de Bergoglio como Papa entreabre un horizonte de esperanza. |
Celebramos el
nombramiento del primer Papa latinoamericano en la historia de la Iglesia
Católica y su elección del esperanzador nombre Francisco para llevar a adelante
su período papal.
Esperamos que pueda
trabajar por la justicia y paz más allá de las presiones y los intereses de las
potencias mundiales. Esperamos pueda dejar de lado la desconfianza Vaticana al
protagonismo de los pueblos en su liberación. Así como que también aliente las
transformaciones sociales que se vienen llevando adelante en América Latina y
en otras partes del mundo, de la mano de gobiernos populares que tratan de
superar la noche del neoliberalismo.
Esperamos que tenga el
coraje para defender los derechos de los pueblos frente a los poderosos, sin
repetir los graves errores, y también pecados, que tuvo la Iglesia. Durante la
última dictadura argentina los integrantes de la Iglesia católica no tuvieron
actitudes homogéneas. Es indiscutible que hubo complicidades de buena parte de
la jerarquía eclesial en el genocidio perpetrado contra el pueblo argentino, y
aunque muchos con “exceso de prudencia” hicieron gestiones silenciosas para
liberar a los perseguidos, fueron pocos los pastores que con coraje y decisión
asumieron nuestra lucha por los derechos humanos contra la dictadura militar.
No considero que Jorge Bergoglio haya sido cómplice de la dictadura, pero creo
que le faltó coraje para acompañar nuestra lucha por los derechos humanos en
los momentos más difíciles.
Me encuentro viajando a
Italia para celebrar un nuevo aniversario del martirio de Mons. Arnulfo Romero,
un pastor conservador que frente a la represión en El Salvador tuvo su camino
de Damasco hacia el pueblo y dio su vida por la justicia y la paz. Ojalá
también que la opción por el nombre Francisco, uno de los santos más
significativos de la Iglesia, se exprese en testimonios de opción y defensa de
los pobres frente a los poderosos y en la defensa del medio ambiente.
Francisco I no ha
heredado un trono imperial sino la humilde silla de un pescador. Por eso
esperamos que no olvide las palabras del Obispo mártir argentino, Monseñor
Enrique Angelelli, cuando decía que “debemos tener un oído en el Evangelio y
otro en el pueblo, para saber qué nos dice Dios”.
Paz y Bien.
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