El desafío para todo latinoamericano es
y será defender la revolución bolivariana, el ALBA, Cuba, Ecuador, Bolivia,
Nicaragua, El Salvador; la paz y la justicia en Centroamérica; prevenir las guerras y las violaciones a la
autodeterminación y derechos de la Madre Tierra y lograr la ansiada unidad y
dignidad históricas de nuestros pueblos.
Juan Almendares / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Tegucigalpa, Honduras
"...Déjenme
decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes
sentimientos de amor... Hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de sentido de la justicia y de la verdad, para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas... Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier
injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del
revolucionario"
Ernesto Che
Guevara
Los procesos de
colonización, recolonización y neocoloniaje tienen raíces profundamente
violentas: históricas estructurales o simbólicas que se expresan en la
reproducción y expansión del sistema capitalista. Son cinco siglos de dolor y sufrimiento caracterizados por la desigualdad
social, la injusticia, el racismo, el sexismo, el autoritarismo patriarcal, la
invasión y el saqueo de los bienes naturales, además de la expropiación
de los territorios y de la cultura.
Son quinientos años de
invasión tecnológica que han aplastado el saber de los pueblos y colonizado la
vida y la naturaleza. Los avances técnicos y científicos han servido a la
lógica del crecimiento del capital para desarrollar los agronegocios, la
industria extractiva, la biotecnología y la informática con el menoscabo de la
cultura y la apropiación de la propiedad intelectual. Son herramientas
utilizadas para encarcelar y envenenar las aguas, los aires y los suelos con
plaguicidas, semimetales y metales pesados liberados por la extracción minera.
Son instrumentos de violación de la
soberanía alimentaria al crear las semillas híbridas, los
agrocombustibles y los productos transgénicos que dañan la biodiversidad y la
salud integral.
Son cinco centurias de
guerra imperialista, acompañadas de la manipulación perversa de la falsa
historia que crea la imagen de la “guerra entre nosotros o nosotras”. El campo
bélico, ideológico, económico y político en América Latina tiene diversas
formas de expresión que se articulan para constituir una verdadera unidad de
producción de violencia cuyos objetivos
son dominar, controlar y aniquilar toda fuerza opositora y de liberación.
Las formas de guerra, son diversas e inseparables en sus objetivos de
dominación y control, y su desarrollo articulado depende del contexto, la
coyuntura histórica, los planes estratégicos y la respuesta de los pueblos
sometidos.
Las guerras puede ser
tradicionales, irregulares, económicas; de conflictos, de baja intensidad,
psicológica. Y los brazos guerreristas que se articulan a estos procesos están
en el marco de las estrategias
mediática, jurídica, ideológica, política y teológica. La guerra
tradicional es la que ocurre con la invasión de marines o tropas foráneas
aliadas con los ejércitos locales. Es evidente la ocupación del territorio y la
participación de soldados extranjeros y mercenarios; tal como ha ocurrido en
América Latina, Irak, Filipinas Afganistán, Vietnam y Libia.
La guerra no
convencional (algunos le llaman irregular), donde las tropas invasoras y sus
bases militares, no obstante estar presentes y activas, imponen en el
imaginario social la imagen de que no participan en los procesos violentos y
que son las propias poblaciones de los Estados subalternos las responsables de
su propio aniquilamiento, creando así la macro idea de que la “guerra es entre
nosotros y nosotras” cuando en realidad es el sistema imperialista el que crea
“la guerra contra nosotros y nosotras” al promover la militarización, la formación de torturadores, los gastos en
armas; además de que responsabilizan a los pueblos del tráfico de drogan
cuando son los países neocoloniales los que tienen el mayor consumo y producción
de tales drogas, del alcohol y del tabaco.
Según Mary Kaldor,
“las Nuevas Guerras son guerras libradas por redes de actores estatales, y no
estatales, a menudo sin uniforme… Son guerras en las que son raras las
batallas, donde la mayor violencia se dirige contra la población civil… Son
guerras donde la distinción entre
combatiente y excombatiente o entre violencia legítima y criminal se difuminan…”
Desde luego, a nuestro juicio estas guerras, como antaño, son el pretexto para
intervenir los pueblos o bien ocupar los territorios tal como ocurrió con la
“guerra del opio” en China y el “Plan Mérida” en Mesoamérica.
La guerra económica se
realiza mediante el reajuste estructural de la economía en función del control
del mercado, la globalización del capital financiero, la privatización de la
salud, la educación, la vivienda; la eficacia y eficiencia del mercado
garantizada por la militarización y la imposición
de los Estados policiales y militares y los golpes de Estado. Los
bloqueos económicos a los países que no se someten -tal es el caso de Cuba y
ahora Venezuela, Bolivia y Ecuador-. Se imponen los derechos humanos en función
del mercado y en consecuencia la defensa de los derechos de la propiedad de la
globalización capitalista con menoscabo de los derechos de la clase obrera y
campesina.
La guerra de
Conflictos de Baja Intensidad es un
proceso a largo plazo y trata de controlar a la población, más que al
territorio, para lo cual es inseparable de lo ideológico, de lo político
mediático y psicológico y su propósito es desgastar y aislar a las fuerzas
opositoras.
La guerra psicológica,
al igual que la mediática, es parte tanto de la guerra convencional, de la no
tradicional y de la de los conflictos de baja intensidad; por lo tanto siempre esta ligada al componente militar, mediático
y de contrainsurgencia. La misión de esta guerra es la de destruir la
moral y la voluntad de los pueblos sometidos; aislarlos de sus potenciales
aliados, dividir a las organizaciones opositoras y hacer creer que es imposible
cambiar la realidad política de dominación.
La guerra mediática se
caracteriza por manipular, ocultar, distorsionar la verdad y responder a los
planes de contrainsurgencia o de creación de mecanismos que debiliten las fuerzas contrahegemónicas. Se ha
observado en la situación actual de Venezuela donde las campañas han presentado
al hermano país como el proceso más antidemocrático, cuando realmente ocurre lo
contrario.
Uno de los aspectos
poco señalados tanto de la guerra mediática como de la psicológica es la creación de enfermedades en la persona, la
familia y la colectividad. Esta guerra produce terror, estrés intenso, a
tal grado que vulnera el aparato psicoinmunoneurológico hormonal lo cual genera
estados depresivos y cambios de conducta; debilita el sistema inmunológico,
nervioso y hormonal lo cual hace que el organismo se torne más susceptible a
las infecciones y tumores.
Durante toda esta
historia de tortura y terror del capitalismo no ha existido el amor y la
ternura con respecto a nuestros pueblos. Las únicas palabras son: ¡Guerra! ¡Violencia! Estas palabras son
los recuerdos hirientes que vulneran la vida y la dignidad histórica de los
pueblos.
Como se observa,
cualesquiera que sea la forma de lucha y aun la mínima protesta la respuesta
del sistema es siempre violenta. El sabio Martí lo decía: “Los pueblos viven de
la levadura heroica. El mucho heroísmo ha de sanear el mucho crimen”. Simón
Bolívar decía: “El amor a la paz, tan propio de los que defienden la causa de
la justicia, no será jamás ahogado por los dolientes clamores de la humanidad,
antes inmolada en el transcurso de tantos dolores.” Y con sabia clarividencia
pronosticaba: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para
plagar la América de miseria a nombre de la libertad”. El otro héroe del amor a
la libertad Francisco Morazán expresó: “Declaro
que mi amor a Centroamérica muere conmigo”. De allí el ejemplo de
nuestras heroínas de América Latina: Micaela Bastidas, Manuela Sáenz, Juana
Azurduy, Francisca de Zubiaga; y en Honduras Josefa Lastiri Lozano, Visitación
Padilla, Lolita Caballero y decenas de mujeres campesinas, indígenas y
garífunas: El amor y la ternura de las mujeres ha sido esencial en los procesos
de liberación y justicia.
Para el sistema
capitalista la revolución es un concepto que despierta esencialmente la idea de
violencia. Sin embargo dos de sus grandes teóricos y prácticos: Che Guevara y
Fidel Castro lo asociaron al amor, la ternura y la injusticia. Fidel considera
que “la revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que
debe ser cambiado… es emanciparnos por
nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos… es defender valores en
los que se cree al precio de cualquier sacrificio… es no mentir jamás ni violar
principios éticos; es convicción
profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la
verdad y de las ideas… es luchar por nuestros sueños de justicia, para
Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo
y nuestro internacionalismo”.
El sistema capitalista
ha tratado en forma violenta a quienes predican “la lucha no violenta”. Gandhi,
quien abrazó la causa de la verdad y el no hacer daño al contribuir a la
liberación de la India del Imperio Británico fue asesinado. El Mahatma expresó:
“El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa”. Martín Luther King,
partidario de la no violencia y Premio Nobel de la Paz, al luchar contra el
racismo y contra la guerra de Vietnam fue también inmolado por soñar: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir
soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y
ojala ya no tuviera necesidad de soñarlas”.
En los procesos de
dominación y liberación de los pueblos oprimidos la teología ha sido un
componente fundamental. Es histórica colonizadora y neocolonizadora con una
función teocrática, defensora de las ideas capitalistas. Sin embargo en
oposición a esta filosofía han surgido movimientos en el seno de las iglesias
que en el siglo XX y en este inicio del XXI se han identificado con la opción
preferencial de los pobres y la Teología de la Liberación. Consecuentes con el
amor hacia los pobres varios sacerdotes, monjas, celebradores y celebradoras de
la palabra, pastores y pastoras han sido torturados , asesinados: Monseñor
Romero y el padre Guadalupe Carney. El fraile y teólogo de la liberación Frei
Betto en su encuentro con Fidel dijo:”La Revolución cubana es una obra
Evangélica… ¿Qué significa evangelismo de Jesús? Significa dar comida a quien
pasa hambre, salud a quien está enfermo, amparo a quien está desamparado,
ocupación a quien está desocupado…”
Frente a las “Nuevas
guerras del siglo XXI” surgió el proyecto histórico del socialismo del Siglo
XXI, impulsado desde Venezuela por Hugo Chávez quien, Inspirado por Bolívar,
Martí, Fidel, el Che Guevara, la
Teología de la Liberación, el marxismo y el feminismo (“un verdadero
socialista tiene que ser feminista”) realizó profundas transformaciones en su
país, e influyó poderosamente en los procesos de liberación de América Latina.
Desde la perspectiva de Chávez, Venezuela vive en un Estado de transición
(“Democracia revolucionaria“) para después llegar al socialismo. El proyecto
tiene cuatro principios:
MORAL (luchar contra los demonios del capitalismo: el
individualismo, el egoísmo, el odio y los privilegios).
DEMOCRACIA PARTICIPATIVA (el poder debe estar
subordinado al pueblo).
IGUALDAD CONJUGADA CON LIBERTAD (una sociedad de
incluidos, sin desiguales, sin privilegios.
POLÍTICAS ECONÓMICAS (promoción del cooperativismo, la
propiedad colectiva, la banca popular, la autogestión, la cogestión, las
empresas de producción social y la estatización del petróleo).
Por su talla de líder
revolucionario, de corazón tierno y generoso, amado por su pueblo y los pueblos
oprimidos de América Latina y el mundo, los
intereses imperialistas desataron las “nuevas guerras”, la guerra mediática,
las operaciones psicológicas y teológicas contra Venezuela y la
Revolución Bolivariana; contra el ALBA, y específicamente contra la persona de
Hugo Chávez a quien enfermaron su cuerpo pero jamás lograron destruir su amor y
su ternura revolucionaria por América Latina.
Después de su muerte,
el desafío para todo latinoamericano es y será defender la revolución
bolivariana, el ALBA, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador; la paz y
la justicia en Centroamérica; prevenir
las guerras y las violaciones a la autodeterminación y derechos de la Madre
Tierra y lograr la ansiada unidad y dignidad históricas de nuestros
pueblos.
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