Uno podría preguntarse si los cardenales
que eligieron a Juan Pablo II, en un momento en el que las políticas del glasnost
y la perestroika habían creado un cuadro de inestabilidad política en Europa
del Este, no apostaron a que un Papa polaco se convertiría en un referente e
impulsor del cambio. La misma pregunta puede hacerse con la elección del nuevo
Papa y los intereses de quienes pretenden frenar las transformaciones en América
Latina y mantener el statu quo.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Juan Pablo II y el cardenal Bergoglio: ¿vidas paralelas? |
En la última semana, dos acontecimientos
ponen su impronta sobre el devenir político latinoamericano: la muerte del
presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, y la elección del cardenal
argentino, Jorge Mario Bergoglio, como nuevo Papa en el Vaticano. Se trata de hechos que tienen incidencia
sobre procesos en marcha, que van más allá de ellos y no se reducen a ellos,
pero en los cuales tienen papeles protagónicos.
Pensamos que ambos tendrán impacto en
esa sorda batalla que se libra en nuestro subcontinente entre las viejas
fuerzas, de carácter neoliberal, y las fuerzas que tienen como referentes de
primer orden a los gobiernos nacional progresistas y al movimiento popular
organizado.
En este sentido, es indudable que la
muerte de Hugo Chávez abre un período de incertidumbre y reacomodo de fuerzas,
no solo al interior de Venezuela sino, también, en el espacio continental.
Al interior de ese país, es posible que
su muerte logre catalizar aún más al conglomerado de fuerzas organizadas y no
organizadas que apoyan al proceso. El temor a que, en las nuevas
circunstancias, la oposición venezolana pueda tener una opción real de poder,
cohesiona a los sectores populares que se han visto beneficiados con las
políticas de más de 10 años de gobierno chavista. Es muy posible que en estas
circunstancias, por lo tanto, el proyecto bolivariano salga avante en las
nuevas elecciones que se llevarán a cabo en menos de un mes, y el proceso tenga
la oportunidad de seguir adelante.
Es menos clara la perspectiva en el
ámbito internacional, en donde la Revolución Bolivariana ha concitado procesos
de acercamiento, integración, unión y solidaridad nunca antes vistos en
nuestras tierras. Es cierto que existen procesos en marcha, pero también es
verdad que son muy nuevos, algunos apenas en ciernes, y necesitan de mucha
voluntad política para que se estructure una institucionalidad que los respalde
y solidifique.
En este contexto, es electo el argentino
Bergoglio en el papado. Se trata de un personaje que, según él mismo lo ha
reconocido al pedir perdón junto a otros miembros de la Iglesia de su país, no
supo estar a la altura de los acontecimientos que desencadenó la dictadura
argentina. Esto por decir lo menos pues, como es sabido, existen también
nubarrones de dudas sobre su actuación en torno a la captura y tortura de dos
sacerdotes jesuitas.
Se trata, sin embargo, de alguien
difícilmente encasillable pues, por un lado, se le hacen cuestionamientos como
los antes referidos, pero, por otro, se le reconoce su simpatía por el
sufrimiento de los pobres y su rechazo a los faustos del poder de la Iglesia.
Es muy temprano, aún, para saber cuál
será el rumbo de su gestión al frente de la curia romana, pero no debe nunca
perderse de vista el papel que jugó el Papa Juan Pablo II como catalizador de
los cambios que se sucedieron en Europa en la década de 1980.
Uno podría preguntarse, en ese caso, si
los cardenales que lo eligieron, en un momento en el que las políticas del glasnost y la perestroika habían creado un cuadro de inestabilidad política en
Europa del Este, no apostaron a que un Papa polaco se convertiría en un
referente e impulsor del cambio.
La misma pregunta puede hacerse con la
elección del nuevo Papa. América Latina se ha transformado en un mal ejemplo
para aquellos que quieren mantener el statu quo que hace aguas, y la muerte de
Chávez abre una luz de esperanza para quienes buscan asirse de cualquier cosa
con tal de evitar que siga cundiendo ese mal ejemplo.
Estemos atentos a los signos que se irán
presentando en el futuro.
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