La ofensiva de la OTAN
en Ucrania y la creciente agresividad estadounidense en regiones marítimas
próximas a China se inscriben en el contexto de debilidad de la política de
Occidente en el Medio Oriente. Así mismo puede entenderse la artificial baja en
los precios del petróleo provocada por Arabia Saudita con la complicidad de
Estados Unidos a fin de debilitar las economías preponderantemente energéticas
de Irán y Rusia.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
De tal manera, este marco permite entender la
irrupción del EI y la respuesta leve de
Estados Unidos, después que esta fuerza ha logrado controlar parte
importante del norte de Irak y de Siria. El 12 de septiembre, el presidente
Obama nombró al general John R. Allen como Jefe de la coalición internacional
para luchar contra el EI. El general Allen cuenta con gran experiencia
operativa después de haber sido Comandante Adjunto de las fuerzas militares
en la provincia de Anbar en Irak, y posteriormente, Comandante de la Fuerza
Militar Internacional en Afganistán. En ambas misiones, Allen adquirió gran
manejo de la problemática de los países árabes y, en particular estableció
sólidas relaciones con las fuerzas sunitas minoritarias en Irak. Es reconocido
como un militar de características muy particulares por su involucramiento con
los estudios internacionales y su gran capacidad intelectual.
La propuesta de Estados
Unidos -bajo la cual se ha nombrado al general Allen en el cargo, a pesar de
estar retirado de las fuerzas armadas- dice relación con un plan a tres años plazo, período en el
cual la OTAN debe crear un gran ejército
sunita, bajo control de Estados Unidos, a fin de ser introducido en el
territorio hoy ocupado por el EI. Para ello, ya ha comenzado en los territorios
de Arabia Saudita, Jordania y Turquía la
preparación de las fuerzas que compondrán este ejército.
La experiencia que le
ha dejado la debacle en la región, ha llevado a
Estados Unidos a la conclusión de que la presencia del EI coadyuvará a
un debilitamiento mutuo de las fuerzas armadas de Siria y de Irak, así como del
propio EI en el combate que se libra en ambos países En la medida de la
impotencia de estas fuerzas de lograr éxitos en sus territorios, Estados Unidos
irá introduciendo el ejército sunita que ha comenzado a erigir. En los 3 años
que los analistas han estimado como necesarios para derrotar al EI, esta tropa
se habrá consolidado y será el instrumento de negociación que hoy Estados
Unidos no posee. A su vez le permitirá tener participación política desde una
posición de fuerza que ha ido perdiendo en las negociaciones en la región.
El Plan apunta a
construir instancias federales en Irak, tal como existe hoy con la
participación de kurdos, chiitas y sunitas y en Siria, con intervención de
kurdos, alauitas (chiitas), drusos y sunitas. A Estados Unidos no le interesa
descomponer la institucionalidad siria, ni siquiera a sus fuerzas armadas, su
propósito es derrocar a El- Assad o al menos reducir su poder. De esa manera
restarle influencia a Irán en la región.
La potencia norteamericana sabe que la única garantía de estabilidad en
Siria la puede proporcionar su institución bélica. Estima que una situación
anárquica en Siria (similar a la de Libia), pero que a diferencia de éste es
fronterizo con Israel resulta
extraordinariamente incendiaria y
peligrosa para éste.
Con la creación de esta
fuerza militar bajo su control, Estados Unidos pretende lograr en la mesa de
negociaciones, no lo que no ha podido lograr en 13 años de guerra. Está al
tanto además, que Rusia e Irán no pueden negarse a ello, a pesar que un trato de este tipo, no
está necesariamente acorde con sus
objetivos en la región. Esto permitirá
ejecutar el tan ansiado reordenamiento político regional a través del cual
Occidente construirá un nuevo mapa del Medio Oriente acorde a sus objetivos.
Así mismo, aceptará la entrada de Siria
con El-Assad en el gobierno (si no lograra su derrocamiento) y sobre todo a
Irán como interlocutores políticos válidos en las negociaciones de la región,
sin que aparezca como una derrota de sus
planes.
Este ambiente es el que
admite una lectura mejor de la extraordinaria hazaña de los combatientes kurdos
en Kobane. Sus acciones han paralizado la ecuación estratégica. Pero, la
situación de los kurdos es distinta en cada país. En Siria son aliados de
El-Assad. En Irak tienen un régimen autónomo, pero sus líderes son aliados de
Turquía e incluso de Israel. Turquía quiere aprovechar las acciones del EI para
aniquilar a los kurdos y en particular al Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK). El canciller iraní lo ha dicho sin ambages “A Turquía no le
interesa debilitar al EI sino al gobierno de Bashar El- Assad” y ha advertido de la tragedia humanitaria en
Kobane.
En Kobane se está
jugando la identidad kurda. Turquía la quiere esfumar. A Siria e Irán le
interesa que la resistencia kurda se mantenga porque eso le genera problemas a
Turquía. Sin embargo, en el trasfondo
hay que considerar lo que dice la analista iraní, residente en España, Nazanín
Armanián cuando expone que “Es hora de matizar el concepto del “pueblo kurdo”,
—como grupo étnico de 30-40 millones de personas repartidas entre varios países
y unidas por un sentimiento de pertenencia y lazos históricos—, y tratarle como
cualquier sociedad que sufre una encarnizada lucha de clases…”
Lo cierto es que los
líderes y combatientes del EI entran y salen de Turquía como si estuvieran en
territorio propio. Es evidente que existen acuerdos entre ambos. Prueba de ello
es que en medio del desastre causado por el EI a todo tipo de monumento o
templo que no acoja su particular visión religiosa, uno solo de ellos se ha
salvado de la furia destructiva de la banda terrorista: el santuario de Solimán
Schah, el abuelo de Osmán I, fundador
del Imperio Otomano. Ha sido tan grande la devastación que el 2 de noviembre
pasado la directora general de la UNESCO, Irina Bokova,
instó desde Bagdad a la comunidad internacional “a actuar inmediatamente para
proteger el patrimonio cultural iraquí de los `ataques bárbaros´ que ha sufrido
desde 2003 y con especial virulencia desde este verano”.
A partir de un acuerdo
internacional, tal monumento está bajo soberanía turca, aunque se encuentra en
territorio sirio. El 1° de octubre pasado el EI capturó el mausoleo, detuvo a
los 20 militares turcos que los custodiaban, pero no dañaron el edificio. Tal vez
tuvieron en cuenta las declaraciones de
Erdogan, el 5 de agosto de 2013 cuando
siendo primer ministro de su país, dijera que “cualquier acción desfavorable en
contra de ese monumento, (…) sería un
ataque a nuestro territorio, así como un ataque a la tierra de la OTAN”.
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