La semana pasada, una noticia captó la atención de los medios de
comunicación: en Ecuador fue hallado un documento en español que corresponde a
la Carta de Jamaica, de Simón Bolívar. Se conocía de ella en la versión en
inglés, pero no en español, de modo que el hallazgo tenía una importancia
especial.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El
Telégrafo (Ecuador)
A Quito llegó una comisión venezolana encabezada por el exministro de
Cultura de Venezuela, el historiador Pedro Calzadilla, la misma que constató la
autenticidad y veracidad del texto. Por ello, el Presidente Nicolás Maduro
anunció la existencia del documento e, incluso, dijo que solicitaría al
presidente Rafael Correa la presentación de esa Carta en la próxima reunión de
presidentes de Unasur.
De lo que hasta hoy conocemos, el texto en español es atribuido al
secretario de Bolívar, que era Pedro Briceño; pero falta en el original la
última página con las firmas sobre el documento. Sin embargo, su autenticidad
está garantizada. De modo que el hecho de que en Ecuador se haya encontrado ese
texto, reviste tanto una significación simbólica como histórica.
Simbólica, porque revive un momento de enorme significación en la vida
de Simón Bolívar y de la gesta de independencia de América Latina. La Carta de
Jamaica, en la versión que conocíamos, la dirigió el Libertador al comerciante
inglés Henry Cullen, desde Kingston, Jamaica, el 6 de septiembre de 1815, como
“Contestación de un Americano Meridional a un Caballero de esta Isla”. Y Bolívar la hace ante el interés de su amigo
inglés sobre las revoluciones que en esos días estaban ocurriendo en Hispanoamérica
con miras a obtener la independencia frente a España.
En la Carta, el Libertador da cuenta del proceso independentista, lo
valora y lo defiende. Ataca a España, cuya política y cuyo comportamiento ha
generado el “odio” de los americanos. Reclama a Europa que no ha intervenido
siquiera para interceder ante España a favor de la causa de la libertad de los
pueblos situados al otro lado del Atlántico. Y sobre todo, el Libertador
argumenta acerca de la condición de los americanos rebeldes, que no han podido
ejercer su propio gobierno y que se hallan en una situación inédita en la
historia universal.
Bolívar reconoce que es imposible determinar a dónde se encaminará
esta América una vez independiente. Señala que su situación es parecida a la
del antiguo imperio romano, pues cuando este se extinguió, se crearon las más
variadas formas políticas de Estado en las distintas regiones en donde se había
asentado.
Pero Bolívar está absolutamente convencido de que lo único que puede
garantizar el futuro es la unidad: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en
América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que
por su libertad y gloria”.
De allí deriva la significación histórica del texto en español de la
Carta de Jamaica. Porque reanuda, para la actualidad, el sentido de unidad, que
fuera el eje del pensamiento bolivariano y que hoy se expande en Nuestra
América Latina, con una nueva conciencia sobre su presente y futuro.
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