Detrás
de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de #AYOTZINAPA se esconde esta secuela de crímenes
en donde una vez más la violencia institucionalizada se convierte en
instrumento de control y gobernabilidad. Lo sucedido con los estudiantes
mexicanos entra en la estructura de una cultura de la violencia armada
entendida como método de resolución de conflictos de origen
socio-político-económico.
José Toledo Alcalde[1] /
Especial para Con Nuestra América
Como parte de este
colectivo denominado humanidad pienso y repienso, siento y resiento el inhumano
drama, y no menos desconcertante desaparición, de los 43 estudiantes de la
escuela normal Ayotzinapa, en la localidad mexicana de Iguala de la
Independencia (en náhuatl: yohualcehuatl, ‘donde serena la noche’) ,
municipio de Tixtla de Guerrero (en náhuatl: textli, tla, ‘masa de maíz, locativo’ ‘en la masa de maíz’). Cómo
no considerar a los 70 mil muertos y 20 mil desaparecidos resultado de la
guerra contra el narcotráfico mexicano en tiempos de Felipe Calderón
(2006-2012), otras fuentes hablan de 150 mil muertos.[2]
Cómo no mencionar a los miles de migrantes que, atreviéndose a cruzar el muro,
mueren bajo la inclemencia del desierto o de las hordas criminales ávidas de
dinero y poder. Como si fuese poco toda esta pesadilla, una vez llegados a USA
-como destino de sus sueños0 sufren las consecuencias del estigma de la
“ilegalidad”. Tanto el cruel hecho en Iguala como los padecimientos del
éxodo forzado, nos coloca en la
disyuntiva, ¿qué de humano podría existir en el uso de la violencia, en
cualquiera de sus manifestaciones, como método de control y
gobernabilidad?
En los años treinta del
pasado siglo, el científico Albert Einstein problematizaba el asunto de la
violencia como método de control y poder: ¿Es posible
controlar la evolución mental del hombre como para ponerlo a salvo de las
psicosis del odio y la destructividad? En modo alguno pienso aquí solamente en
las llamadas “masas iletradas”. La experiencia prueba que es más bien la
llamada “intelectualidad” la más proclive a estas desastrosas sugestiones
colectivas, ya que el intelectual no tiene contacto directo con la vida al
desnudo, sino que se topa con esta en su forma sintética más sencilla: sobre la
página impresa” (carta dirigida a Sigmund Freud, Caputh 30 de julio de l932,).
El
psicoanalista Freud señaló en su respuesta a Einstein (entre varias
aseveraciones): “…los conceptos estimativos de “bueno” y “malo”. Uno cualquiera
de estos instintos es tan imprescindible como el otro, y de su acción conjunta
y antagónica surgen las manifestaciones de la vida” (Carta respuesta a Albert
Einstein, Viena Septiembre de 932). Qué difícil y altamente complejo resulta
integrar la institucionalización de la violencia como método establecido del
proceso evolutivo de la especie así denominada humanidad. La desaparición de
las 43 personas en la pequeña población de Iguala, estudiantes descontentos
contra la corporativización del sistema educativo en México, es solo resultado
de una cadena histórica, salvando las diferencias contextuales, del uso de la
fuerza armada como instrumento de control y gobernabilidad sometiendo o
eliminando al contrario. Hacemos eco de la abstracción teológica realizada por
Javier Sicilia, fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
(MPJD), quien proclamó ante jóvenes atletas de la Universidad Autónoma del
Estado de Morelos (UAEM) cuando alude al profeta Isaías: “Ardiente, amado,
hambriento, desolado, /bello como la dura, la sagrada blasfemia; /país de oro y
limosna, país y paraíso,/país-infierno, país de policías./ Largo río de
llanto...” y esto aplicado a toda la cadena de históricos vejámenes.[3]
Solo remitiéndonos a
algunos hechos históricos, recordemos el reinado de Leopoldo II (1835-1909),
rey de Bélgica, donde la suma de
personas asesinadas del Estado libre del Congo asciendió a más de 20 millones.
La primera Guerra Mundial (1933-1945) arrojó un estimado de 15 millones de
personas asesinadas y miles de inválidos y mutilado. En el periodo Stalin se
aproximan que 25 mil personas morían diariamente y mil cada minuto. En la época
Nazi aproximadamente 200 mil personas incapacitadas (física o mentalmente)
fueron asesinadas en el “Programa Eutanasia”, millones de prisioneros
soviéticos asesinados de hambre, enfermedad o maltrato…millones de personas
judías masacradas por los equipos móviles de matanza (Einsatzgruppen) y en los campos de concentración. La Segunda Guerra
Mundial (1939-1945) dio como resultado el asesinato de 70 millones de personas
y miles de miles de inválidos y mutilados. Como si hubiese sido poco, los EE.UU
lanza dos bombas nucleares en Japón: Hiroshima (06/08/45) y Nagasaki (09/08/45)
ocasionan la muerte de 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki[4].
Entre 1956-1962, durante la guerra de liberación de Argelia, murieron en manos
de las fuerzas armadas francesas 1
millón 200 mil personas. En la guerra de Vietnam (1964-1975) se aproximan,
según cifras oficiales a 58.148 los muertos estadounidenses, 300 heridos y
miles de soldados adictos a las drogas y con severos traumas psicológicos.
Desde la población vietnamita las cantidades de muertos ascendieron a 7
millones y dos millones de heridos y mutilados. Entre 1975 y 1979 se produjó el
denominado Genocidio Camboyano bajo el régimen de Saloth Sar (“Pol Pot”, 1925-1998) en donde la cifra de las
victimas ascendió a 2 .3 millones de personas. La Masacre de Ruanda en 1994
dejó un saldo de 1 millón de personas exterminadas. En el periodo de Idi Amin
Dada (“Big Daddy”, 1925-2003). En Uganda se produjeron la muerte y tortura de
unas 300 mil personas frente a la indiferencia internacional. Por mencionar solo unas cifras, la ocupación
de Líbano ocupada por fuerzas israelíes desde 1982 y 200, arroja una
desaparición física de un mínimo de 300 mil libaneses y refugiados palestinos.
En las dictaduras en
Latinoamérica no son menos espeluznantes. En el periodo chileno de Augusto
Pinochet, 1973-1990, se estiman 38.000 entre los muertos y desaparecidos.[5]
En el gobierno de Alfredo Stroessner
Matiauda en Paraguay se registraron entre 3000 y 4000 mil las personas
asesinadas. Jorge Videla en Argentina multiplicó las cifras de asesinatos y
desapariciones estimadas por los dictadores antes citados, entre 1976 a 1983
las personas asesinadas se aproximan a 30.000. Juan María Bordaberry Arocena
gobernó constitucionalmente Uruguay entre el periodo de 1972-1973 y asumió con
un gobierno de facto entre 1973 y
1976 donde fueron asesinados más de un centenar de prisioneros políticos y 174
detenidos desaparecidos entre ellos personas que se encontraban exiliados en
Argentina, Chile y Paraguay. Bajo el mandato del haitiano François Duvalier
(1964-1971, “Papa Doc”) se reconocen un aproximado de 30,000 personas. ¿Y, que
nos señala la historia del vejamen que sufrieron los pueblos originarios de
Abyayala? [6]
Desde la perspectiva de
la invasión española - a las así llamadas “Américas” - entre los siglos XV-XVI,
son diferentes las estadísticas que nos aproximan a la masacre generalizada que
tiñó de sangre esta parte del mundo. Las
aproximaciones estadísticas del fraile dominico Bartolomé de las Casas
(1474/84?-1566) señala la cantidad de personas aniquiladas por causa de malos
tratos, esclavización y conquista militar: En la Española entre 1 a 3 millones;
Cuba, Jamaica, Puerto Rico y las Antillas Menores 3 millones; Castilla de Oro 1
millón; Nicaragua entre 500 mil y 600 mil personas asesinadas; México 4
millones; Naco y Honduras 2 millones; Panuco, Michoacán y Jalisco entre 15 a 20
millones; en Soconusco 200,000 mil personas; Golfo Paria y la Costa de Perla 1
millón; Venezuela 4 millones; Perú 4 millones, etc. , etc., etc. En 2004, el ex
ministro de defensa, André Flahaut señaló: “...en América del Norte se cometió
el mayor genocidio de la historia mundial (...) sólo en América del Norte
fueron asesinados 15 millones de indígenas desde que Cristóbal Colón puso pie
en este continente en 1492, y sugirió que el exterminio continúa hasta hoy.
Otros 14 millones fueron masacrados en América del Sur (...). Aunque la
cantidad de víctimas no se puede saber con certeza, sí existen pruebas
irrefutables de una campaña deliberada de exterminación, despojo y aculturación
de los pueblos nativos…”[7]
Las estimaciones de personas asesinadas – en el continente Americano - como
consecuencia del trabajo forzado, asesinato y enfermedades se aproximan entre
los 90 y 120 millones de millones de indígenas, negros, mestizos, mulatos y
blancos.
Espeluznante el
registro inhumano de crímenes. Confrontaciones en donde la fuerza del que
ostenta el poder absolutizado se impone sobre aquellos sectores de la sociedad
a quien debe sojuzgar por medio del silencio, la desaparición o el asesinato.
Freud, al respecto del uso mortífero del poder
a quien prefirió denominar fuerza, respondió a Einstein: “Al
principio, en la pequeña horda humana, la mayor fuerza muscular era la que
decidía a quién debía pertenecer alguna cosa o la voluntad de quién debía
llevarse a cabo. Al poco tiempo la fuerza muscular fue reforzada y sustituida
por el empleo de herramientas: triunfó aquel que poseía las mejores armas o que
sabía emplearlas con mayor habilidad. Con la adopción de las armas, la
superioridad intelectual ya comienza a ocupar la plaza de la fuerza muscular
bruta, pero el objetivo final de la lucha sigue siendo el mismo: por el daño
que se le inflige o por la aniquilación de sus fuerzas, una de las partes
contendientes ha de ser obligada a abandonar sus pretensiones o su oposición.
Este objetivo se alcanza en forma más completa cuando la fuerza del enemigo
queda definitivamente eliminada, es decir, cuando se lo mata. Tal resultado
ofrece la doble ventaja de que el enemigo no puede iniciar de nuevo su
oposición y de que el destino sufrido sirve como escarmiento, desanimando a
otros que pretendan seguir su ejemplo”.[8]
Es
así como detrás de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de #AYOTZINAPA se esconde esta secuela de crímenes
en donde una vez más la violencia institucionalizada se convierte en
instrumento de control y gobernabilidad. Lo sucedido con los estudiantes
mexicanos entra en la estructura de una cultura de la violencia armada
entendida como método de resolución de conflictos de origen
socio-político-económico. El violento e impune antecedente ya existía en
Ayotzinapa. El 12 de diciembre de 2011, en circunstancias donde un grupo de
estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa se movilizaron - a
Chilpancingo de los Bravo (capital de Guerrero) - en demanda de la reparación
de las instalaciones del plantel y el aumento a los recursos para su sustento,
fueron asesinados dos estudiantes: Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel
Echeverría de Jesús, así como un empleado de una estación de gasolina.
El
presidente Peña Nieto y el sistema neo-liberal al cual representa deben
responder por este nuevo vejamen en contra de la humanidad. La lógica de
control y dominio como instrumento de gobernabilidad lo único que originó y sigue
originando es sufrimiento, destrucción y muerte. A que se refiere el presidente
Peña Nieto cuando sostuvo: “A los padres de familia de los jóvenes
desaparecidos, y a todos los mexicanos, tienen mi palabra: no pararemos hasta
que se haga justicia”? De qué tipo de indignidad habla el presidente
Peña Nieto cuando sostiene: “Los acontecimientos en Iguala nos han indignado y
conmovido a todos, han despertado la solidaridad de los mexicanos con los
familiares de los jóvenes normalistas. Como Presidente, comparto absolutamente
estos sentimientos, he escuchado personalmente el dolor y la angustia de los
padres de familia y les he compartido los esfuerzos emprendidos para conocer la
verdad de los hechos; en su momento, dada la complicidad de las autoridades municipales
con la delincuencia organizada y la debilidad institucional del gobierno de
Guerrero, ordené al gabinete de seguridad apoyar a las autoridades estatales en
la localización de los jóvenes y en las investigaciones de los hechos”. [9]
¿De que indignación habla cuando en la lista de los personajes más ricos del
mundo, y por cuarto año consecutivo, y ocupando el primer lugar, se encuentra
el mexicano Carlos Slim Helu & Familia los cuales amasan la obscena y
desequilibrada fortuna de $79 mil millones de dólares estadounidense ($79
billones) en contraste con los desafortunados 53.3 millones de pobres en México
(2012), lo cual representa el 45.5% del total de la población y los 12 millones
de personas que viven en extrema pobreza?[10]¿Estas
inicuas cifras de extrema riqueza y pobreza no lo indignan presidente Peña
Nieto? ¿No lo indigna que su esposa Angélica Rivera sea poseedora de una
mansión de $7 millones de dólares en un país sangrado por la injusticia? [11]
Pareciera
que la voz de su inconsciente presidente Peña Nieto, el cual es la voz del
sistema de acumulación al cual representa, lo traiciono, sino mirémoslo en este
video: https://www.youtube.com/watch?v=ALiKqnSyzDM Todo
esto es signo de una cultura de la violencia institucionalizada motivo de
éxodos y crímenes sistemáticos como los de Ayotzinapa.
[4] Fuente:
Radiation Effects Research Foundation http://www.rerf.or.jp/general/qa_e/qa1.html
[6] Fuente: López Hernández, Miguel Ángel (2004). Encuentros en los senderos de Abya
Yala (1ª edición). Quito, Ecuador:
Ediciones ABYA YALA. p. 4.
[7] Fuente: Indígenas-América del Norte: Genocidio, sí
señor por Marty Logan, IPS, 9 de agosto de 2004 https://archive.today/20120703140355/ipsnoticias.net/interna.asp?idnews=30921
[10] La medición de 2012 se
basa en una población total de 117.3 millones de personas. Fuente: http://www.animalpolitico.com/2013/07/hay-53-3-millones-de-pobres-en-mexico/#axzz2afm3acCw
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