Trump solicitará al
Congreso un aumento de los gastos de “defensa” de su país de US$ 54 mil
millones para el año 2018, es decir un 9% más que en el anterior presupuesto.
El nuevo mandatario estadounidense adujo la necesidad de “apuntalar el poderío
militar a los niveles apropiados para rescatar la grandeza perdida del país”.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
El pasado 20 de febrero
el prestigioso Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de
Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) dio a conocer su informe anual de
2016, sobre comercio mundial de armas, de la misma manera que lo viene haciendo
desde 1969. Entre las informaciones
relevantes, destaca que las transferencias de armas en el quinquenio 2012-2016
llegó al volumen más alto desde el fin de la guerra fría, lo que hace patente
que la humanidad y en particular las grandes potencias, lejos de avanzar hacia
la paz y el desarrollo, profundizan en el gasto armamentístico, lo cual es un
referente claro de las condiciones crecientes de conflicto en el planeta.
Como era de esperar,
las zonas de mayores tensión: Medio Oriente, Asia y Oceanía (que para efectos
del informe se miden juntas) son las que tuvieron incremento en el flujo de
armamento, pero lo que resulta más paradójico es que de los cinco mayores
exportadores de armas, cuatro (Estados Unidos, Rusia, China y Francia) son
miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, la instancia que debería ser
responsable de garantizar la paz y la seguridad del globo. El quinto es
Alemania, el país causante de las dos devastadoras guerras del siglo XX, que no
oculta su ambición guerrerista a través de un papel cada vez más activo y
expansionista hacia el este de Europa como miembro de la OTAN y acompañante de
Estados Unidos en todas sus aventuras bélicas en el planeta. Por supuesto,
Alemania también ambiciona a ser miembro permanente del Consejo de seguridad,
para de esa manera, lograr una “patente de corso” a su natural espíritu de
propagación.
La India, que también
apuesta por un puesto en un virtual Consejo de Seguridad ampliado, se
transformó en el mayor comprador de armas en el período, representando el 13%
de las importaciones globales y un incremento del 43% respecto del período
anterior, superando con creces a sus rivales vecinos de China y Pakistán.
También es de resaltar el importante crecimiento de Vietnam que tuvo un ascenso
de 202% pasando a ser el décimo mayor importador de armas del mundo. Estas
cifras, son muestra evidente que Asia y el Pacífico avanzan aceleradamente
hacia su conversión en la mayor zona de riesgo de confrontación global.
Desde la perspectiva de
los exportadores, Estados Unidos sigue siendo el país que conserva el primer
puesto, con un 33% del total general y un incremento del 21% en este período en
comparación con el anterior. Debe recordarse que en los ocho años de la
muestra, el Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, era el presidente de este
país.
No obstante que Estados
Unidos exporta armas a alrededor de 100 países en todo el mundo (mucho más que
cualquier otro país), la mitad de sus despachos tuvieron como destino al Medio
Oriente. Asimismo, Rusia atesoró el 23 %, China 6,2%, Francia 6% (aunque se
espera un alza en los próximos años cuando se concreten varios contratos ya
firmados) y Alemania 5,6% del total de venta de armas.
En este contexto, se
conoció el anuncio del presidente Donald Trump de que solicitará al Congreso un
aumento de los gastos de “defensa” de su país de US$ 54 mil millones para el
año 2018, es decir un 9% más que en el anterior presupuesto. El nuevo
mandatario estadounidense adujo la necesidad de “apuntalar el poderío militar a
los niveles apropiados para rescatar la grandeza perdida del país”. Trump ha
dicho que este aumento va a permitir que las fuerzas armadas detengan su
proceso de “decadencia por falta de recursos apropiados”. Para alcanzar este
objetivo, se propuso lograr la supremacía absoluta de las fuerzas nucleares,
así como el aumento de la dimensión del componente naval de sus fuerzas
armadas.
Si este aumento es
aprobado por el Congreso, el Pentágono tendrá un presupuesto de US$ 650 mil
millones (digo el Pentágono, porque si se suma el cómputo de los gastos de
otras agencias de seguridad y defensa, el presupuesto militar de Estados Unidos
superará el billón de dólares). Con todo, esa cantidad es muy superior a la de
China (US$ 215 mil millones y la de Rusia (US$ 66 mil millones), es decir que
el presupuesto de Estados Unidos será superior al doble del de sus potencias
rivales, (tomados como uno solo), todo según cifras del SIPRI.
Aunque el Medio Oriente
sigue siendo el epicentro de los mayores conflictos bélicos del planeta, en los
dos últimos períodos medidos, cedió el primer lugar de importación de armas en
el mundo (29%) a favor de Asia y Oceanía que tuvieron el 43%. Esto es un claro
índice de la dirección en que apuntan los peligros del futuro. Para nadie es un
secreto que el Mar del Sur de China es la región del mundo donde se concentra
el mayor riesgo de que se produzca una conflagración de carácter global. En el
resumen de un artículo elaborado por el Instituto Nacional de Estudios del Mar
del Sur de China, ubicado en la ciudad da Haikou de la provincia meridional de
Hainan en China y publicado en la edición en inglés del periódico China Daily
del 25 de noviembre del año pasado bajo el título “Informe del crecimiento de
la presencia militar de Estados Unidos en la región Asia-Pacífico” se señala
que: “Los despliegues y actividades militares de Estados Unidos en la región de
Asia-Pacífico son manifestaciones importantes de su estrategia de
"reequilibrio". Desde que el presidente Barack Obama asumió el poder
en 2009, el ejército estadounidense ha cambiado su enfoque y ha dado prioridad
a la región. En 2012 y 2013, anunció oficialmente que el 60 por ciento de sus
buques navales y de su fuerza aérea se desplegarían en la región de
Asia-Pacífico en 2020. Impulsado por este reequilibrio en Asia-Pacífico,
Estados Unidos ha construido gradualmente su despliegue de tropas, con una
mayor presencia, el incremento de las actividades militares en la región y el
aumento de la cooperación militar con sus aliados regionales y socios como
Japón y Singapur”.
Cuando este artículo
fue publicado, ya Donald Trump había sido electo presidente de Estados Unidos y
había proferido severas amenazas contra China. A comienzos de enero, Rex
Tillerson, entonces nominado para Secretario de Estado se unió a la comparsa de
la retórica belicista en su comparecencia ante el Senado. Al referirse a las
acciones del gobierno chino en relación a los arrecifes y bancos de arena en el
Mar del Sur de China, Tillerson manifestó que: “Vamos a tener que enviar a
China una señal clara de que en primer lugar, la construcción de las islas se
detiene y, en segundo lugar el acceso a las islas no va a ser permitido”.
China, que fiel a su
filosofía, se había mostrado paciente ante los desplantes del presidente
electo, respondió con firmeza esta vez, advirtiendo de los riesgos de un
enfrentamiento militar entre ambas potencias. El 13 de enero el periódico
Global Times, vocero oficioso del Partido Comunista de China editorializó
“…Estados Unidos no debería pensar que
China tiene miedo de sus amenazas”, agregando más adelante que:” A menos que
Washington planee lanzar una guerra a gran escala en el Mar del Sur de China,
cualquier otro método para evitar el acceso chino a esas islas será estúpido”,
finalizando con un mensaje directo al hoy Secretario de Estado: “Tillerson
haría bien en ponerse al día en estrategias nucleares si quiere que una
potencia nuclear se retire de sus propios territorios”.
Trump parece haber
captado el mensaje. Posteriormente se produjo una amistosa conversación
telefónica con el Presidente Xi Jinping en la que quedó claro que las
relaciones entre los dos países se seguirán manteniendo sobre la base del
reconocimiento de la política de “una sola China”. Más recientemente, el
presidente estadounidense recibió en la Casa Blanca a Yang Jiechi, experimentado diplomático chino, ex embajador
en Estados Unidos, ex Canciller y actual Consejero de Estado quien después de
conversar con el mandatario estadounidense manifestó que: "En consonancia
con el consenso alcanzado por los dos jefes de Estado y siguiendo los
principios de no conflicto, sin enfrentamiento, respeto mutuo y cooperación
mutuamente beneficiosa, China está dispuesta a incrementar los intercambios con
Estados Unidos a niveles altos y diversos, ampliar la cooperación y la coordinación
en áreas bilaterales de amplio alcance y en las principales cuestiones
regionales y mundiales y respetar los intereses y preocupaciones principales de
cada uno".
¿Qué podemos aguardar
para el futuro del planeta, al Trump de esta declaración o al que está
solicitando un 9% de aumento en el presupuesto militar de su país, el mayor en
una década? Es difícil predecirlo, pero a la luz de su retórica, el mundo
vivirá en ascuas, esperando lo peor.
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