El discurso de Macri en
la apertura de sesiones del Congreso dejó ese mensaje intimidatorio, ese halo
de terror que impone su fría presencia, mostró claramente su verdadero rostro
de mandamás, que puede hacer lo que se le antoja por derecho propio, por tener
plata y porque, como todo potentado, adscribe a que todo tiene un precio y está
dispuesto a pagarlo si lo necesita.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza,
Argentina
La desfachatez y
ausencia de escrúpulos es, como siempre ha sido, el comportamiento reiterado de
la derecha en nuestros países. La mentira y la constante modificación de los
hechos, trasladando responsabilidades a la oposición o a la sociedad que los
padece, como también, la exhortación a la transparencia y la lucha contra la
corrupción, cuando sus negociados y manos sucias los exponen como el principal
blanco de sus discursos, es una de las características más notables de los
gobiernos neoliberales asumidos progresivamente en el cono Sur de América. No
tienen el menor escrúpulo en desviar las preguntas de los periodistas cuando se
los cerca con los escándalos de sus fraudes al Estado, como tampoco dejan de
culpar a los gobiernos anteriores, más preocupados por haber rescindido
posibles ganancias o negocios no realizados que por la gestión del interés
colectivo. El interés colectivo para ellos, es justamente, el de los grupos
económicos a los cuales respondan, opuesto totalmente al Bien Común que se
espera, defiendan, conforme la confianza depositada a través del voto.
El vallado y la guardia
pretorianas los resguarda y protege de los gritos de la plebe enardecida, como
el carnavalesco “¡Fora Temer! de las calles de Bahía o, los improperios al paso
de Macri. Nada importa, nada escuchan, siguen con su paso devastador.
Al mejor estilo de “la
cosa nostra”, hacen deshacen y amenazan a quien se les atraviese en el camino,
sean representantes de la oposición, dirigentes sindicales, centrales obreras o
cualquier otra organización de la sociedad civil que defienda sus intereses.
Todo vale, desde la apertura de sesiones del Congreso a una conferencia de
prensa. El dueño es como el Padrino y, como el personaje del celebrado film, no
tiene que dar explicaciones. Explicaciones que se ocultan, entre sus seguidores
con aquello tan viejo de “cómo va a robar si es rico desde la cuna”,
justificativo perverso que explotó y convirtió en esclavos a los pueblos
originarios desde la llegada de Colón, para ello bien valdría recordar la Carta
a los españoles de América del jesuita peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán de
1792, inspiradora de Francisco de Miranda y los próceres de la independencia.
Sin embargo, sería
ingenuo pensar en ignorancia, pobreza discursiva o improvisación; al contrario,
hay un trabajo de subestimación de la subjetividad colectiva a través de la
experimentación, como bien lo ha manifestado el sociólogo Horacio González,
integrante de Carta Abierta, en un artículo reciente. Someter la política a un
ejercicio de prueba y error como en un laboratorio, mutilando miembros – como
el Dr. Mengele – para ver hasta cuando resiste el torturado, como ha sucedido
con los tarifazos o el reiterado, volver a fojas cero, es parte de esa
estrategia de destrucción progresiva del oponente.
Barajar y dar de nuevo,
es el viejo truco de los poderosos. Mechar datos para luego borrarlos de un
plumazo y al momento, dibujar otro escenario, es parte de esa vieja
consolidación del poder de las oligarquías de tener la sartén por el mango.
Costumbre ancestral de capanga que hace que les resbalen las instituciones y
usos democráticos y, directamente, confundan el país con la estancia, un poco
más ampliada, más problemática, pero que se la puede simplificar con decretos
de necesidad y urgencia o bravuconadas desde el púlpito. La nación como un
negocio más, exige un disciplinamiento obligado, los ciudadanos deben cambiar
de oficio y ser los esclavos del patroncito que tuvo la fortuna de ser bendecido
por el voto popular. A partir de ahí, nada importa, el capricho y el supuesto
equívoco en el discurso impone darlo vuelta al revés, como nos enseñó Orwell en
1984: “La guerra es la paz, la libertad la esclavitud, la ignorancia es la
fuerza”. Este juego perverso que es la base de la distopía orwelliana, escrita
bajo la oscura atmósfera del mundo partido en dos que dejó la Segunda Guerra,
nos obliga a diseccionar el relato oficial, esa felicidad de los argentinos,
esa pobreza cero que, como los “proles” de la novela van a extinguirse en un
momento.
El discurso de Macri en
la apertura de sesiones del Congreso dejó ese mensaje intimidatorio, ese halo
de terror que impone su fría presencia, mostró claramente su verdadero rostro
de mandamás, que puede hacer lo que se le antoja por derecho propio, por tener
plata y porque, como todo potentado, adscribe a que todo tiene un precio y está
dispuesto a pagarlo si lo necesita. Como buen materialista sabe que no hay
mejor cerco que el hambre, que la presión del garrote finalmente debilitará la
lucha colectiva, como ha sucedido con las grandes huelgas y protestas
colectivas de hace siglo y medio, que cuenta con el aparato represor que
liquidó a anarquistas, comunistas y socialistas obreros y deportó a extranjeros
con la ley de residencia, esa misma que ahora pone en marcha para erradicar los
hermanos latinoamericanos indeseables.
La claque de los ricos
se regodeaba en la platea el día miércoles frente a los legisladores,
celebrando los excesos del monarca, identificando y amedrentando a sus
enemigos, como el gran bufón. El Congreso se transformó en un circo romano, en
donde César elevaba el pulgar a cada rato.
Por si fuera poco – y
prueba que el dinero todo lo puede – hay un escuadrón tecnológico que vigila
las redes sociales e impone consignas o, directamente identifica a cualquiera
que quiera eliminar las propuestas de Cambiemos. La nueva campaña encabezada
personalmente por MM “no aflojemos”, viene a completar el escenario idílico con
el que comenzó la furiosa campaña electoral de las legislativas de octubre. Si
para entonces, lograra vencer a la oposición, habremos liberado a la hidra de
siete cabezas.
A pesar de las amenazas
de MM contra Roberto Baradel en el Congreso, el líder de SUTEBA, los maestros
marcharán el 6 y el 7 de marzo, tratando torcerle el brazo a la gestión que
hace caso omiso a las paritarias docentes. Luego el 8, Día Internacional de la
Mujer, marcharán también las mujeres. Como el programa de la TV Pública
anterior 6,7,8, volverá a poner sobre la mesa, la cara opuesta a la política
actual. Finalmente, se saldrá nuevamente a las calles el 24 de marzo, para
conmemorar “Memoria, Verdad y Justicia”, recordando las víctimas de la
dictadura, cuestión también manoseada por los actuales dirigentes.
Como en tantas
caminatas, la esperanza de millones de argentinos andará por las calles del
país, destacando la dignidad de los trabajadores al grito de: “el pueblo unido,
jamás será vencido”. Será una prueba más de que la gota, finalmente, termina
horadando la roca…
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