Las movilizaciones de
los huelguistas impresionan por su número y por el apoyo popular que reciben; y
en la escalada del conflicto se ha declarado
para los próximos días una medida de fuerza a nivel nacional de los
docentes.
Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires,
Argentina
Así informó el diario Página12 sobre la huelga de los docentes. |
“Que ser cobarde no valga la pena” canta Joaquín Sabina;
y aunque para evitar generalizaciones no corresponda tachar de ser tales a los
docentes que por distintos motivos concurren a dar clase en la provincia de
Buenos Aires en vez de adherir al paro dispuesto por los gremios, el inverosímil y para colmo exiguo premio
ofrecido por la gobernadora Vidal a quienes rompan la huelga: 1.000 pesos, dos
“yaguaretés” apenas, permite afirmar que
para este conflicto, por de pronto, puede darse por cumplida la idealista y ética aspiración del artista
español.
Nada es sencillo en el
mundo de la política, menos laudar en
forma salomónica en la puja distributiva siempre sectorial. Y cuánto más si una
de las fracciones es el Estado en tanto empleador y sus representantes los
interpelados por las demandas salariales
y de mejores condiciones de trabajo. Pero el hecho de estar del otro lado del
escritorio, es decir en función patronal,
no debe significar enfrentarse de cualquier modo con los trabajadores,
avasallándolos a ellos y a sus organizaciones constituidas de manera legal.
Sencillamente porque así llevará las de ganar el más fuerte que no es otro que
el Estado, en detrimento del espíritu que informa el Derecho Laboral y sus principios
protectorios, precisamente de la parte más débil en la relación de trabajo.
Por eso y más allá de
que pueda criticarse la metodología de SUTEBA, incluso desde un punto de vista
táctico ya que a nadie escapa que las huelgas reiteradas o por tiempo
indeterminado terminan por desgastarse, resulta increíble el mensaje oficial
que viene siendo dado con relación a las medidas de fuerza de los maestros
bonaerenses. Primero aparecieron
“voluntarios” rompehuelgas en una campaña mediática que se sospecha con
fundamento organizaron los servicios progubernamentales, bien que cuando ella
subió al tono del escándalo, las autoridades se desligaron del tema
reclamando ser ajenas a esos
“espontáneos” que se decían
preocupados por la ausencia de
los niños a las aulas.
Sin embargo, ahora, es
por boca de la señora gobernadora que se ha escuchado la decisión de
premiar a los no huelguistas. Un dilate que se da de bruces con la
legislación laboral vigente en el país,
como por ejemplo el artículo 53 de la ley 23.551 de asociaciones sindicales,
que enumera las prácticas desleales y
contrarias a la ética de las relaciones profesionales del trabajo por parte de
los empleadores, además de contradecir las recomendaciones en la materia de la
OIT. Y ni qué hablar de los ataques y amenazas al líder sindical Baradel, del
promocionado descuento por cada día no trabajado por el paro o de las denuncias recogidas por varios
medios de prensa sobre incursiones de personal policial en escuelas para pedir
el listado de los que no concurren a
ellas. Y hasta en un “crescendo” de tensión, el hecho de que el gobierno de la provincia presentó
un informe al ministro de Trabajo de la Nación para que se castigue a los
gremios de la actividad que no acataron una dudosa conciliación obligatoria,
por lo demás objetada por la Justicia.
Como era de esperar en
esta guerra sin cuartel promovida desde el poder contra los docentes, van al frente
regimientos de “gurkas” mercenarios, emulando a los ingleses en Malvinas. Se
trata de los formadores de opinión de
los que algún permeable público televisivo, devenido lacrimógeno ante las aulas
vacías en estas jornadas de lucha y pestalozziano por su súbita vocación
pedagógica, repite zonceras del tipo de
“apoyamos el reclamo de los maestros pero no el paro”, “hay que discutir la educación pública y no
sólo los salarios” o “el secretario general de SUTEBA, Roberto Baradel, es
kirchnerista que pone piedras y el país se expresó por el cambio”. Ese mismo
público habla con liviandad contra la
reclamada paritaria nacional docente exigida por ley nacional, pone en duda el presentismo de los
trabajadores de la educación y cuestiona
–esta vez con razón- la deficiente infraestructura edilicia de las escuelas públicas; problemas algunos
contra los cuales, dicho sea de paso, se
precavió en salud la mayoría de los
actuales gobernantes que concurrieron a colegios onerosos y universidades
privadas.
Mientras tanto las
movilizaciones de los huelguistas impresionan por su número y por el apoyo
popular que reciben; y en la escalada del conflicto se ha declarado para los próximos días una medida de fuerza a
nivel nacional de los docentes.
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