No importa quién gane o
pierda, mujer o especulador, las instituciones establecidas se mantendrán
intactas. Una vez establecidas las reglas, los dos partidos construyen las
ofertas para el consumo de la población. Los candidatos salen a vender las
ofertas como si fueran mercancías. El mejor vendedor gana el concurso (las
elecciones).
Marco A. Gandásegui, h. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
EEUU se encuentra en
una campaña electoral que se definirá el 8 de noviembre de 2016 cuando los
norteamericanos irán a las urnas para elegir un Presidente, 450 miembros del
congreso nacional, 33 senadores y una variada gama de gobernadores, alcaldes y
miles de funcionarios locales. A escala nacional y global el puesto más
importante es la del Presidente quien es comandante en jefe de las fuerzas
armadas, ejecuta el presupuesto de varios millones de millones (trillones) de
dólares y cuyas decisiones afectan directa e indirectamente a todos las
personas que viven en ese país y en todo el mundo.
En la primera fase de
la campaña – las llamadas primarias – los candidatos que compiten por la
nominación de su partido para Presidente se presentan en concursos organizados
en cada uno de los 50 estados federales. Compiten por los delegados del estado
a la convención nacional del partido. El que llega a la convención con más de
la mitad de los delegados es ungido como candidato. Si ningún candidato tiene
la mayoría, se hacen nuevas votaciones dentro de la Convención hasta que uno
alcance la mayoría.
La segunda fase de la
campaña – unos tres meses – culmina con las elecciones generales. La maquinaria
partidista y el candidato se movilizan para convencer al electorado sobre la
bondad de sus propuestas. En el siglo XX las campañas enfatizaron las
cualidades personales del candidato (el mejor comandante en jefe ‘guerrero’).
El ganador es determinado por un intrincado proceso electoral que no refleja la
votación popular.
Las campañas
electorales siguen un conjunto de reglas definidas por la tradición. La primera
regla es que los candidatos no pueden cuestionar el orden establecido: el
mercado monopólico. En su discurso de despedida (1961) el presidente Eisenhower
se atrevió a advertir que EEUU ya se encontraba bajo el control de una tríada
formada por el capital industrial, la clase política y los intereses armamentistas.
No importa quién gane o
pierda, mujer o especulador, las instituciones establecidas se mantendrán
intactas. Una vez establecidas las reglas, los dos partidos construyen las
ofertas para el consumo de la población. Los candidatos salen a vender las
ofertas como si fueran mercancías. El mejor vendedor gana el concurso (las
elecciones).
En la actual coyuntura
electoral de 2016 en EEUU, quedan tres aspirantes en las filas de los dos
grandes partidos. Cuando comenzaron las ‘primarias’ eran un total de 21
pre-candidatos entre los dos partidos políticos. En los dos extremos hay
aspirantes a la Presidencia que ofrecen políticas pocas veces vistas en EEUU.
Por un lado, Bernie Sanders, quien se proclama un ‘socialista demócrata’,
ofrece políticas que pongan fin al empobrecimiento creciente de los
norteamericanos, incremento de los impuestos a los ricos, educación superior
gratuita, equidad de género, derechos de los homosexuales. En el otro extremo,
Donald Trump, especulador multi-millonario, ofrece políticas que ‘haga grande
nuevamente a EEUU’, la construcción de una muralla gigante en la frontera con
México, suspender la migración de musulmanes a EEUU.
La candidata favorita,
la demócrata Hilary Clinton, ha tenido que manejar estos problemas sin ser
necesariamente sus puntos más fuertes. En lo referente a las migraciones
mexicanas, los aspirantes se limitan a la construcción de la muralla. En
materia de salud no tienen propuestas. En educación proponen la privatización
como solución al colapso del sistema. Los problemas del ambiente son reducidos
a ‘locuras’. de los científicos.
En materia de política
exterior, Trump plantea que hay que revisar todos los tratados comerciales
internacionales que ha celebrado EEUU en los últimos 25 años. Trump también
quiere neutralizar la creciente influencia global de China e insinúa un
acercamiento a Rusia. Con relación con el Medio Oriente asegura que enviaría
tropas a esa región para erradicar al llamado Estado Islámico.
Trump defiende la venta
de armas con pocos o ningún control en los mercados locales. La venta de armas
norteamericanas en el mercado mundial ($500 mil millones de dólares anuales), o
el tráfico de drogas ilícitas ($700 mil millones) o la producción y
distribución de petróleo ($600 mil millones) son temas que no mencionan los
candidatos.
En una próxima entrega
veremos por qué Trump ganó la mayoría de los delegados republicanos que irán a
la Convención que lo proclamarará candidato a la presidencia de EEUU. Se trata,
sin duda, de una transformación de la estructura social de EEUU que tendrá
repercusiones muy importantes a escala mundial, en América latina, incluyendo a
Panamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario