El expresidente
uruguayo decidió divulgar el contenido completo de la carta que le había
mandado el 18 de noviembre del 2015 al ahora secretario general de la OEA.
TeleSur
José Mujica, expresidente de Uruguay. |
El senador y
expresidente de Uruguay José “Pepe” Mujica decidió divulgar la carta que envió
en noviembre del año pasado a Luis Almagro, actual secretario general de la
Organización de Estados Americanos (OEA), porque no acepta que la actitud de
éste entorpezca el diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela.
Mujica escribió
entonces —y sigue manteniendo ahora— que estaba arrepentido de haber dado su
apoyo, que resultó clave, para la designación de Almagro al frente de la OEA.
“Lamento que los hechos reiteradamente me demuestren que estaba equivocado”,
aseguró en su carta.
La decisión de Mujica
responde a las nuevas críticas que Almagro hizo sobre Venezuela tras convocar a
fines de mayo que el organismo analice si el gobierno de Nicolás Maduro cumple
la Carta Democrática de la OEA.
Este es el texto
íntegro de la carta que le envió a Almagro:
“Luis:
Sabes que siempre te
apoyé y promoví. Sabes, que tácitamente respaldé tu candidatura para la OEA.
Lamento que los hechos reiteradamente me demuestren que estaba equivocado. No
puedo comprender tus silencios sobre Haití, Guatemala y Asunción, al mismo
tiempo publicas carta respuesta a Venezuela.
Entiendo que sin
decírmelo, me dijiste ‘adiós’.
Cuando te pedí que no
concurrieras a la frontera convulsionada de Venezuela y Colombia, no era
capricho ni menos no querer ver la realidad. La preocupación mía no es como nos
ven o entienden los medios de prensa o los políticos. No, la línea de
preocupación es cómo incidir algo a favor de la gran mayoría de los
venezolanos. Es la misma actitud asumida en el conflicto Estados Unidos-Cuba, o
con la paz de Colombia. Lo central no es cómo nos ven sino ser útil o no a la
mayoría de la gente corriente. Creo que en algún momento habrá que servir de
puente para que Venezuela toda pueda manejar con solvencia su autodeterminación
y no deberíamos divorciarnos de ese rumbo. Todos sabemos que Venezuela es
reserva petrolera para los próximos 300 años. Allí radica su riqueza y su
desgracia, porque Estados Unidos es adicto al petróleo y sus intereses
presionan y cómo. También esto hizo posible la deformación sociológica de
acostumbrarse a vivir de la renta petrolera y terminar importando hasta lo
elemental, el grueso de la comida.
La revolución
bolivariana no pudo escapar con voluntarismo de esa realidad aunque derramó
recursos y reservas a favor de los eternos postergados. En mucho fueron años a
favor de la equidad social. No se logró revertir la dependencia del petróleo y
de las importaciones de alimentos, y con la caída de precios, padece hoy un
cúmulo de tensiones que hasta enturbian la democracia.
Venezuela necesita paz
interior, es decir convivencia en primer término, y deberíamos trabajar para
ello. Necesita no reducir la idea de socialismo a estatización y precisa
coyuntura de NEP para su economía y sus desequilibrios monetarios. Esto parece
imprescindible para viabilizar reparto, estabilidad y democracia.
Venezuela nos necesita
como albañiles y no como jueces, la presión exterior solo crea paranoia y esto
no colabora hacia condiciones internas en esa sociedad.
Repito: la verdadera
solidaridad es contribuir a que los venezolanos se puedan autodeterminar
respetando sus diferencias pero esto implica clima que lo posibilite.
Es muy difícil hoy,
pero toda otra alternativa puede tener fines trágicos para la democracia real.
Lamento el rumbo por el
que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y
me despido.
Pepe”.
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