¿Supondrá el USMCA una mejora del TLCAN para los intereses
de los trabajadores estadounidenses, tal y como lo presenta Donald Trump?
¿Obligará a mejorar las condiciones de trabajo en México? ¿Beneficiará a las
empresas de los tres países por igual?
Aníbal García y Arantxa Tirado / CELAG
Desde la
creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994,
México, Estados Unidos (EE. UU.) y Canadá crearon una zona comercial que sentó
las bases de los acuerdos que establecería posteriormente EE. UU. con varios
países de América Latina y el Caribe (ALC). Con el paso de los años, el TLCAN
fue mostrando sus contradicciones: grandes beneficios para ciertos sectores
empresariales estadounidenses a costa de la deslocalización empresarial y el
descenso de los salarios de los trabajadores del país. Del lado mexicano, el
resultado fue un abandono del campo y la profundización de la dependencia por
la vía de un modelo exportador-maquilador. Esto puso en agenda la posibilidad
de la reforma del TLCAN. Tras la llegada de Trump a la Presidencia, la idea de que
“era un mal acuerdo” fue la base de su renegociación.[1] Más de
un año después, los tres países han llegado al acuerdo de sustituir el TLCAN
por el tratado denominado United States-Mexico and Canada Agreement, USMCA,
(Acuerdo de Estados Unidos, México y Canadá).
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