Las elecciones tendrán un impacto
fundamental en las relaciones exteriores (habrá recambio tanto en el Comité de
Relaciones Exteriores del Senado como en el Comité de Asuntos Exteriores de la
Cámara) y en las políticas de seguridad interna. Esto impactará en las
relaciones con América Latina y Caribe.
Arantxa Tirado, Silvina M. Romano
y Tamara Lajtman / CELAG
El próximo 6 de noviembre en EE.
UU. se elegirán a 435 representantes en la Cámara y se renovará o sustituirá a
un tercio de los senadores, cuyo mandato es refrendado cada dos años. El
resultado determinará qué partido se hará con el control de ambas cámaras
durante el resto del periodo presidencial, condicionando la agenda legislativa,
el presupuesto gubernamental y la función de control al Ejecutivo.
Una de las claves para entender la
votación es que un 68% del electorado registrado votará a un partido u otro
según su capacidad de controlar el Congreso. Además, un 60% lee estas
elecciones como una especie de plebiscito a favor o en contra de Trump, según
una encuesta de Gallup.[1] Es
decir, priman los factores de política interna sobre los de política exterior,
como ha sido tradicionalmente, a diferencia de momentos históricos puntuales.[2] Los
sectores afines al Gobierno afirman que las elecciones de medio periodo (midterm elections) están basadas en la economía, que
estaría “funcionando muy bien”.[3]
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