Desde aquél primigenio Informe de Evaluación del IPCC de
1990, el Panel ha publicado otros cuatro, el último en 2014. Cada vez afinando
más el diagnóstico, el grado de avance de la enfermedad, el previsible próximo
deterioro del enfermo y prescribiendo el tratamiento.
Gerardo Honty / ALAI
El Panel Internacional de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC
por sus siglas en inglés) acaba de publicar un nuevo estudio sobre los impactos
esperados del cambio climático. Este trabajo en particular analiza los
distintos niveles de gravedad de esos impactos, si la temperatura media global
aumenta 1,5º C o 2º C. Esto le fue solicitado al Panel durante la Conferencia
de la Partes de 2015 al tiempo de firmar el Acuerdo de París. La Convención y
había adoptado el límite de los 2º C seis años antes en Copenhague pero la
ciencia advertía que esto era insuficiente, así que había que revisar la
diferencia entre este límite y uno más exigente. El resultado del análisis es
interesante pero raya un poco en lo absurdo: describe si el nivel de daño será
catastrófico o muy catastrófico.
Este no es el primer informe del IPCC. Desde que el Panel se fundó
en el año 1988, viene publicando y actualizando sus reportes y todos dicen
sustancialmente lo mismo: las emisiones continuarán ocurriendo, la temperatura
seguirá aumentando y la vida en el planeta será cada vez más insoportable. Los
que hayan leído el documento presentado el pasado 8 de octubre no encontrarán
muchas diferencias con lo que publicó el IPCC tan temprano como 1990:
“Sobre la base de los resultados de los
modelos actuales predecimos lo siguiente: Que la temperatura media mundial
aumentara en promedio, en el siglo que viene [siglo XXI], aproximadamente 0,3°C
cada diez años (con una incertidumbre de 0,2 - 0,5°C por decenio), partiendo
del supuesto de que las emisiones de gases de efecto invernadero se ajusten al
Escenario A ("de seguir todo como hasta ahora"). Ello dará por
resultado un aumento probable de la temperatura media mundial de
aproximadamente l°C en el año 2025 y de 3°C antes de que finalice el próximo
siglo. Se prevé que el aumento medio mundial del nivel del mar será de
aproximadamente 20 cm en el año 2030 y de 65 cm a finales del próximo
siglo.” (Primer informe de evaluación
del IPCC, 1990)
Esto fue escrito hace casi 30 años. Las consecuencias que estos
cambios en el clima traerán aparejados también estaban descritos con bastante
certeza: reducción de la producción agrícola, pérdida de especies, destrucción
de los arrecifes de coral, enfermedades, huracanes, y todo lo que sabemos desde
entonces. Es decir, lo que hace este nuevo reporte es afinar un poco más el
grado de avance de la metástasis: si ya tomó un 30 o un 33 por ciento de riñón,
si afecta a la mitad o un poco más de la mitad de los pulmones, si llegará a
tomar un 65% o un 75% del cerebro y si el paciente se morirá en 48 o en 72
horas. En eso estamos.
Vale la pena recordar que el IPCC fue creado por Naciones Unidas
para ser el soporte científico de las decisiones que la Convención de Cambio
Climático debería tomar en 1992 y en los años subsiguientes. Mirado a la
distancia, y viendo el avance del cáncer, se podría decir que los médicos no
leyeron los análisis. Y si los leyeron, parece que poco les importa el
paciente.
Ahora el IPCC reporta que si la temperatura aumenta 1,5 en vez de
2 grados centígrados, el mar aumentará 0,40 y no 0,46 metros, que la población
expuesta a calores extremos será 14% y ya no 37%, que el porcentaje de especies
que se perderán será de 8% en lugar del 16% y que se morirá el 90% de los
arrecifes de coral en vez del 99% que desaparecerá si la temperatura llega a 2
grados. Casi 100 científicos de todo el mundo trabajaron arduamente durante más
de dos años para establecer con la mayor certeza posible estas precisas
diferencias para que los países decidan cuánto quieren morir.
Pero los países deciden que quieren morir del todo y cuánto antes.
Desde aquél primigenio Informe de Evaluación del IPCC de 1990, el Panel ha
publicado otros cuatro, el último en 2014. Cada vez afinando más el
diagnóstico, el grado de avance de la enfermedad, el previsible próximo
deterioro del enfermo y prescribiendo el tratamiento. La prescripción era clara
en 1990 y siguió siendo clara en los sucesivos documentos: bajar las emisiones.
Pero todas las recetas emitidas fueron siendo cuidadosamente apiladas en los
estantes de la Convención y desde 1990 hasta ahora las emisiones casi se
duplicaron.
El paciente ahora fuma el doble de cuando le diagnosticaron el
cáncer y los médicos se juntan a ver qué pasaría si le diéramos cigarrillos
“light”, o si le pusiéramos un filtro de acetato, o hasta cuántos cigarrillos
podría fumar sólo perdiendo la mitad de sus pulmones. No parece que sea
necesaria tanta precisión para determinar cuánto iremos a morir.
-Gerardo
Honty es analista de CLAES (Centro Latinoamericano de Ecología Social)
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