Romero no solo era
incómodo para el poder tradicional salvadoreño; sino también para la
administración estadounidense de Jimmy Carter, que hacía malabares para
mantener su apoyo a un gobierno salvadoreño dominado por un aparato militar
represivo, mientras oficialmente basaba su política exterior en la defensa de
los derechos humanos.
Monseñor Oscar Arnulfo Romero |
Carlos Dada / elfaro.net
La mayoría de sus consejeros
de confianza le recomendaron que no dijera aquello en su homilía del 23 de
marzo de 1980. Dijeron que los altos mandos militares lo interpretarían como un
llamado a la sublevación y que su vida correría aún más peligro. Solo los
jesuitas Ellacuría y Estrada creían que debía hacerlo. Monseñor Óscar Romero
concluyó que tenía la obligación moral de pronunciar aquellas palabras,
ahora históricas: "¡cese la
represión!". ¿Qué hizo Romero luego de su homilía más célebre? ¿Qué hizo
el día siguiente, el de su asesinato, antes de oficiar su última misa? Este
relato reconstruye a detalle los momentos y personajes clave alrededor de la
muerte de Romero, y es parte de un libro que el autor está trabajando.
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