Hay una evidente
instrumentalización de lo religioso y manipulación de lo sagrado para la
promoción de candidatos y partidos. Las iglesias como Asamblea de Dios y la
Iglesia Universal del Reino de Dios han politizado la piedad popular y la
devoción con el objetivo de ejercer una inducción del voto. No es casual que el
lema de Bolsonaro sea Brasil y Dios por encima de todos.
Bernardo Barranco / LA JORNADA
Brasil está seriamente
amenazado. Está en el umbral de una de las mayores regresiones políticas de su
historia. El resultado electoral de la primera vuelta no sólo sorprende por el
nivel alcanzado por Jair Bolsonaro, 46 por ciento, sino que ha transformado la
configuración política del país. Bolsonaro representa el regreso de las
doctrinas militaristas que oprimieron Brasil durante décadas y la exaltación de
un evangelismo fundamentalista que a todos ha sorprendido. Aquí centraremos
nuestro foco. La irrupción política de los evangélicos, especialmente de los pentecostales,
se veía venir y en estas elecciones emerge con grandes asechanzas
ultraconservadoras e intolerancias dignas de una era oscurantismo.
Pero, ¿no es Brasil el
país con el mayor número de católicos en el mundo? En poco tiempo dejará de
serlo. El país tenía 6.6 por ciento de evangélicos en 1980. Pasó a 9 por ciento
en 1990; 15.6 por ciento en 2000; 22 por ciento en 2010; terminará la década,
según proyecciones, con 30 por ciento. Por el ritmo del avance, tendremos más
evangélicos que católicos en el país a partir de 2040.
En la postura de los
movimientos pentecostales hay un radicalismo que mezcla lo religioso, la moral
social y la política. Es explícito su rechazo a los triunfos alcanzados por las
sociedades abiertas, como la abolición de la pena de muerte, la
autodeterminación de la mujer y el respeto a los derechos de las minorías; hay
un absoluto antagonismo al feminismo, caricaturizado, como ideología de género
que pretende destruir la familia y la moral. El pentecostalismo político habla
en el nombre de Dios, discrimina segmentos de la población, desprecia los
negros y los LGBT. No está usted leyendo mal, el supuesto discurso moralizador
de los evangélicos fundamentalistas y sus candidatos desprecian los derechos
humanos. ¿Cómo explicar este giro de los votantes brasileños?
Hay una evidente
instrumentalización de lo religioso y manipulación de lo sagrado para la
promoción de candidatos y partidos. Las iglesias como Asamblea de Dios y la
Iglesia Universal del Reino de Dios han politizado la piedad popular y la
devoción con el objetivo de ejercer una inducción del voto. No es casual que el
lema de Bolsonaro sea Brasil y Dios por encima de todos. Por ello, la famosa
teóloga brasileña María Clara Lucchetti Bingemer advierte: Si Dios está por
encima de todos, sirve como respaldo y legitimación para sustentar los
proyectos de los candidatos en cuestión. Es la Biblia al servicio del discurso
electoral y no al revés. Es la palabra de Dios utilizada como apoyo para
afirmaciones y declaraciones que son lejanas a lo que las Escrituras presentan
como el permanente diálogo de amor y vida en plenitud del Dios de la alianza y
de la promesa con su pueblo.
Jair Bolsonaro se ha
aprovechado del desprestigio del Partido de los Trabajadores, en especial
explota el sentimiento anticorrupción. Por ello se erige un outsider patriótico
y defensor de los valores morales tradicionalistas sustentados por los
pentecostales. Mientras los católicos enarbolan la justicia social y los
derechos de los pobres, los evangélicos fundamentalistas, la moral, así como la
defensa a ultranza de la familia tradicional.
Para el sociólogo
Francisco Borba Ribeiro Neto, de la Universidad de San Pablo, el ascenso de los
evangélicos es el resultado del éxodo rural en la segunda mitad del siglo XX. La
devota población rural encontró en las ciudades grandes una sociedad católica
secularizada y liberal, y fue a buscar refugio en las iglesias pentecostales,
moralmente más severas, conservadoras y puristas, con sus promesas de
prosperidad. Las iglesias pentecostales han sido hábiles para incrementar su
influencia político-electoral. Parecen tener un radar y detectar dónde se
posiciona el poder. Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal de Reino de
Dios, se alió a la candidatura de Fernando Collor de Mello, a la de Fernando
Henrique Cardoso, después hizo alianza con Lula por 10 años y ahora exalta a
Bolsonaro.
Hay un profundo
reproche a la Iglesia brasileña por haber desatendido a estos sectores pobres
emergentes que después se convirtieron en la base social pentecostal. Bajo el
pretexto de la teología de la liberación, se desata una guerra fría devastadora
dentro de la Iglesia encabezada por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Finalmente,
en México los grupos neopentecostales conservadores también han crecido y en
2018 tuvieron un ensayo político de envergadura, pues se aliaron a Morena. La
iniciativa resultó contaminada, pues el PES tiene más diputados que el PRI y
PRD, pero no alcanzó su registro. Ahí están, desafiando la tradición laica del
Estado mexicano. El espejo brasileño conlleva grandes lecciones políticas y
religiosas.
2 comentarios:
E documento de Sata Fe afirma que es urgnte y necesairia la ofeniva evangélica fundametalista para contrarrestar los efectos de la Teología de la Liberación Ahora los sectores de las iglesias Neo-pentecostales constituyen un segmento político muy negativo- En Guatemala estamos bao un régimen nefasta sometido a los intereses de lo más criminal y nefasto del militarismo genocida.Urge una evangelizacipon verdadera que conozca el proyecto de Reinado de Dios. De otra manera vamos directo al caos y al gencidio de nuevo.
Quién diría que iba a ser el apático pentecostalismo y no la teología de la liberación los que verdaderamente iban a entrar a la política para hacer valer su proyecto.
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