Nicaragua y Panamá constituyen los dos
puntos neurálgicos de los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos en
Centroamérica por el tema de los canales interoceánicos.
Rafael Cuevas Molina,
Presidente/AUNA-Costa Rica
Mike Pence, viepresidente de los EE.UU |
Atentos,
acicaladitos, bien portados como escolares escuchando al director de su
escuela, dos presidentes y un vicepresidente del Triángulo Norte
centroamericano escucharon al vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence
quien les advirtió, admonitoriamente con
dedo índice levantado hacia el cielo, que cuidadito coqueteaban con
China.
La
advertencia tuvo lugar esta semana en el marco de la Segunda
Conferencia sobre la Prosperidad y la Seguridad en Centroamérica que
se lleva a cabo en Washington y que se centra en el tema de la migración.
"Hoy, en un momento en que China intenta expandir su influencia en la
región –dijo Pence-, la mejor manera de resolver estos problemas, creemos que
es con el fortalecimiento de los vínculos entre Estados Unidos y el Triángulo
del Norte".
Ya con
anterioridad, los Estados Unidos ha mostrado su disgusto con esto que catalogan
como expansión de la influencia china en la región. Lo han hecho sin tapujos y
públicamente, de forma poco diplomática, comportándose como lo que se sienten y
en buena medida son: el gallito del gallinero centroamericano, que es su patio
trasero.
Hace
apenas diez días, ante la ruptura de relaciones de El Salvador con Taiwan y su
reanudación con la República Popular China, la embajadora de los Estados Unidos
en ese país advirtió que: "Lo
importante para los salvadoreños es insistir en la transparencia. ¿Qué tipo de
negociación ha habido detrás de las puertas? Si todo está bien para ustedes (El
Salvador) ¿por qué no hacerlo de manera transparente? ¿Por qué no dicen cuáles
son los acuerdos que han arreglado con este país (China)? Esa es la pregunta
que se deben hacer los salvadoreños al momento de exigir transparencia a su
gobierno (…). Transparencia es cuando un país negocia consultando a todos los
sectores y a su población sobre una decisión tan importante que puede tener
repercusiones por décadas; sin duda por los meses que le quedan a esta
administración (Gobierno de El Salvador)".
Mientras tanto, al otro lado del istmo,
según nos informa Marco Gandásegui, hace poco un agente de inteligencia de EEUU
visitó Panamá para recoger información sobre las relaciones diplomáticas entre
el país istmeño y la República Popular China. Su informe apareció en Global Americans (Smart News for Latinamerican Changemakers). El autor, Evan Ellis,
es profesor de la Academia de Guerra de EEUU. En su artículo, nos dice Gandásegui,
adelanta 12 recomendaciones para castigar a Panamá por su iniciativa que
aparentemente no fue consultada con Washington[1].
Otro mal portado en el gallinerito-patio
trasero.
Y last
but not less, solicitamos a nuestros lectores rememorar la insistencia con
la que hemos venido advirtiendo de la necesidad de tomar en cuanta el factor
China en la problemática que viene sufriendo Nicaragua desde el 18 de abril
próximo pasado. Nicaragua y Panamá constituyen los dos puntos neurálgicos de
los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos en Centroamérica por el
tema de los canales interoceánicos. Seguramente no está de más recordar que el
actual gobierno sandinista se encuentra impulsando el proyecto del canal de
Nicaragua desde el 8 de julio de 2014, que realmente consta de 5 megaproyectos
que implican una inversión de 25 mil millones de dólares, y que sería construido
por la compañía Civil Aviation Engineering Consulting Company of
China.
El que una compañía vinculada a
la República Popular China no solo haga, sino que tenga la administración y el
control de un nuevo canal es algo inaudito e indigerible para la potencia del
Norte. Durante toda su historia se la han pasado trajinando para que nadie más
(Japón, o Francia, o Bélgica, o Gran Bretaña, o cualquiera otra potencia amiga
o enemiga) logré la concesión para construir ese canal. Toda la historia de
Nicaragua se encuentra marcada por esta condición geográfica que la hace tan
apetecible, sobre todo en nuestros días,
cuando ante el crecimiento económico y comercial de Asia el istmo vuelve a
hacer valer su condición de posible “centro del mundo” que en el pasado le
atribuyeron como posible futuro.
El Tío Sam se ha calzado sus
botas de siete leguas y ha salido a inspeccionar cómo nos estamos portando. Él
sí pone sus barbas en remojo, pero ¿y nosotros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario