En gran
medida lo preocupante no es que Bolsonaro sea un caudillo electoral de corte
fascista, que en esencia lo es por su discurso militarista, violento, xenofóbico,
misógino, clasista y racista. Lo más
preocupante es que amplios sectores brasileños hayan optado votar por él.
Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra
América
En la
literatura sobre el origen y desarrollo del fascismo, se ha sostenido que es la
expresión y producto de la descomposición de un régimen imperialista en su fase
superior. De ahí que se caracterice al fascismo dentro de esa visión como una
formación social capitalista en su fase
imperialista. Tal como ocurrió en
Alemania o Italia durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en el caso de Brasil la certeza
según las encuestas de las elecciones de 2018, es que el ganador sea el candidato
de la ultraderecha, Jair Bolsonaro (quien lleva el 59% de las preferencias
electorales). Militar que por sus expresiones durante la campaña electoral
muestran un marcado acento de índole fascista y que es postulado por el Partido
Social Liberal y respaldado por amplios sectores de las clases medias y privilegiadas brasileñas.
Sin embargo,
desde otra perspectiva la esperanza de amplios sectores sociales (más del 41%
del electorado) en Brasil en distintos segmentos populares, culturales,
políticos e intelectuales apuestan en
que finalmente resulte ganador Fernando Haddad, candidato
presidencial del Partido de los
Trabajadores (PT). Por ejemplo, el
pasado 24 de octubre de 2018, las
“torcidas” tradicionalmente rivales como las de Corinthians, Sao Paulo y
Palmeiras, las tres de la ciudad de Sao Paulo, así como la de Flamengo de Río
de Janeiro, que es la más populoso del país” y también con “el aval de las hinchadas de Vasco da Gama,
Gremio, Internacional, Cruzeiro, Sport y Náutico”,[1] se
manifestaron en brindar su apoyo votando por el candidato presidencial petista.
Esperanza
que de ser certera esa apreciación, implicaría que la izquierda brasileña logre
finalmente ganar más del 10% del electorado que todavía no ha decidido por
quien votar, y que ese sector tradicionalmente abstencionista
reconsidere participar para evitar el
triunfo de la ultraderecha brasileña. De igual manera la excandidata
presidencial Marina Silva, del partido Rede Sustentabilidade (REDE),
expresó a través de la redes sociales que Jair Bolsonaro representa una amenaza para la democracia,
sino también para “el medio ambiente, los derechos civiles y el respeto por la
diversidad existente en Brasil”.[2] Por ello, Silva manifestó su
respaldo a Haddad como también lo han hecho determinados grupos evangélicos
quien ahora han señalado que: “La comunidad de evangélicos
del Brasil ha ratificado su apoyo a la candidatura de Fernando Haddad,
ya que consideran que el discurso que maneja el aspirante ultraderechista Jair Bolsonaro incita a la violencia, desigualdad y miseria,
por lo que es opuesto a lo que predica el evangelio”.
[3]
En
gran medida lo preocupante no es que Bolsonaro sea un caudillo electoral de
corte fascista, que en esencia lo es por su discurso militarista, violento,
xenofóbico, misógino, clasista y racista.
Lo más preocupante es que amplios sectores brasileños hayan optado votar
por él. Es decir, que esos estratos se encuentran cautivados e ideológicamente
adherentes al candidato de la ultraderecha. Lo cual implica que en el seno de
esos grupos sociales medios participen y hagan suyo un discurso y una práctica
ultraderechista. Fenómeno social y político que sin duda en un país
subdesarrollado y el más fuerte económicamente de América Latina, generaría un
régimen profundamente violento, autoritario y expansionista que pondría en
riesgo a los otros países
latinoamericanos que circundan al Brasil. De llegar Bolsonaro a la
presidencia pensamos que en la mira militarista de ese candidato estaría el
derrocamiento de los gobiernos de países como Venezuela y Bolivia.
En efecto ese
tipo de regímenes de corte ultraderechista, al esgrimir y llevar a la práctica
una política de ese corte, implica generar conflictos político-militares con
sus vecinos y generar una posible coyuntura guerrerista que reactive por su
misma lógica la industria militar y refuerce el control del espacio
geoestratégico sudamericano por las fuerzas armadas brasileñas.
En los días
previos a las elecciones la acumulación de fuerzas a favor de la candidatura de
Fernando Haddad (PT) a la presidencia, puede ser factible en la misma medida en
que la militancia de izquierda en Brasil logre incidir en los más amplios
sectores populares y revierta la victoria del “fascismo¨ brasileño, el cual
tiene una coincidencia discursiva con las posturas de Donald Trump. Así, la
esperanza del triunfo de la fuerzas progresistas en Brasil no esta perdida, la
esperanza es lo último que se pierde y es
lo que alienta a derrotar a las fuerzas más retrogradas que quieren
seguir existiendo en pleno siglo XXI. Una época de cambios y transformaciones
políticas y sociales que le han dado ha nuestra América un nuevo rostro mucho más humano y
solidario. Ojalá que en Brasil todo siga
por el camino de la tradicional frase
del pueblo brasileño del “tudo ben” (todo bien) y así sea derrotado el candidato
del miedo y el terror como lo pregona el mismo Bolsonaro. Sin embargo, si ese
candidato de la reacción llegara a perder podría presentarse lo que el
sociólogo brasileño Fernando Neves de la Universidad de San Paulo a advertido:
“Sin embargo, la restricción de la disputa a la victoria electoral puede ser
arriesgada para su pretensión de acceder al poder, incluso con nueva
posibilidad de desestabilización política en el país, pues el candidato de extrema
derecha, Jair Bolsonaro, ya ha declarado de antemano que habrá fraude en las
elecciones, en una clara estrategia de ruptura si se confirma su derrota”.
Esperemos
pues, que triunfe con un claro apoyo y respaldo popular la candidatura de
Fernando Haddad del PT como lo desean la mayoría de los más amplios sectores
latinoamericanos y veamos al Brasil de nueva cuenta en la ruta de las fuerzas
progresista regionales como las que figuran en las presidencias de Bolivia,
Cuba, Ecuador, El Salvador, México (con AMLO como presidente electo),
Nicaragua, República Dominicana, Uruguay
y Venezuela.
[1]
https://www.telesurtv.net/news/hinchadas-futbol-haddad-comicios-brasil-20181025-0002.html
[2]
https://www.telesurtv.net/news/marina-silva-apoyo-fernando-haddad-brasil-elecciones-20181022-0049.html
[3]
https://www.telesurtv.net/news/comunidad-evangelica-apoyo-fernando-haddad-elecciones-brasil-20181023-0020.html
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