La Conaie ha anunciado
públicamente a través de su presidente Jaime Vargas su decisión de formar un
partido político para presentarse en las elecciones presidenciales de 2021
buscando representar a los sectores de centro y de izquierda, lo cual es una
gran noticia que tal vez conduzca a que en el futuro sigan luchando por las
demandas coyunturales y sectoriales del movimiento indígena, pero favoreciendo
que la derecha se mantenga en el poder.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
La gran movilización
por la derogación del decreto 883 que estipulaba aberrantes medidas anti
populares en Ecuador a instancias del Fondo Monetario Internacional, se inició
bajo la impronta de un movimiento indígena que había demostrado en el pasado su
capacidad para “tumbar gobiernos”.
Así ocurrió en
diciembre de 1996 cuando Abdalá Bucaram anunció un “paquete” de medidas
económicas que incluían el congelamiento del salario mínimo y el aumento del
costo de los pasajes, todo lo cual generó un gran descontento social que derivó
en casi dos meses de movilización conducentes a que en febrero de 1997 el
Congreso destituyera a Bucaram.
Solo unos años después,
en enero de 2000, un grupo de oficiales jóvenes de las fuerzas armadas en
alianza con el movimiento indígena que marchó hacia las sedes del gobierno y el
parlamento, provocaron la renuncia del presidente Jamil Mahuad tras su decisión
de elevar el precio de los combustibles, congelar los depósitos bancarios y
dolarizar la economía, haciendo que la moneda estadounidense pasara a ser
oficial en Ecuador. El gobierno fue asumido por el vicepresidente Gustavo Noboa
hasta 2002 cuando el coronel Lucio Gutiérrez se hizo cargo del poder.
En el año 2005, otra
movilización de las organizaciones indígenas y populares que fue conocida como
la "rebelión de los forajidos" y que duró más de una semana,
indujeron al cese del gobierno de Lucio Gutiérrez.
De manera que en un
lapso menor de 10 años se produjeron tres grandes movilizaciones indígenas
contra los gobiernos de turno que condujeron al derrocamiento de los
presidentes, en todos los casos siguió gobernando la derecha. 2019 no ha sido
la excepción, el movimiento indígena pone la movilización, pone el discurso, y
lo que es peor, pone los muertos, heridos y desaparecidos para solo producir un
cambio de la persona que ha estado gobernando. En esa perspectiva, algo ha ido
mal.
Lenin Moreno, que llegó
a Carondelet gracias al engaño masivo más grande de la historia del Ecuador,
mostró mayores habilidades que sus antecesores para aferrarse al poder,
exponiendo una actitud obsesiva solo explicable a partir de sus grandes
limitaciones intelectuales, optó por engañar a los indígenas de otra manera. En
primer lugar, estableciendo un paralelo en la historia solo comparable con la
matanza realizada por los españoles del 2 de agosto de 1810, desató la más
furiosa represión de la historia reciente de ese país. Después, al afirmar que:
“vienen por mí”, huyó a Guayaquil para no enfrentar directamente al pueblo y
ganar tiempo. Finalmente, descubrió que en el fondo coincidía con los indígenas
en que para ambos el enemigo principal era el ex presidente Rafael Correa y su
partido, pactando con la Conaie, el fin del conflicto a cambio del apoyo de
estos a la persecución de los correistas.
La pregunta que me hago
(sin conocer a profundidad la historia de Ecuador) es ¿por qué si la Conaie
odia tanto a Correa, nunca organizó una marcha multitudinaria para derrocarlo
como si hizo con Bucaram, Mahuad, Gutiérrez y Moreno?
Al final y a diferencia
del pasado, Moreno se mantuvo en el poder como era de prever. Tan solo había
que conocer la historia de Ecuador para saberlo. No es mi intención defender a
Correa ni a su partido. Nunca fue un personaje de mi agrado, no por su
propuesta política que compartí en gran medida, sino por un equivocado estilo
mesiánico que lo llevó finalmente a decidir que Lenin Moreno -un permanente
tránsfuga de las ideas a lo largo de su vida- debía ser su sucesor.
Pero también se debe
dejar sentada la incongruencia del discurso de la Conaie que, destilando odio
una y otra vez, mencionaban su apego a la Constitución Nacional que le consagra
derechos por los que han luchado durante siglos y que apenas fueron
incorporados a la Carta Magna en 2008, originada en el cumplimiento de la
principal promesa de Rafael Correa en su primera campaña electoral en 2006.
Sabrá la Conaie por qué
mientras transmitía un discurso de paz y hasta de cierta lambisconería cuando
negociaban con su brutal represor y asesino, al mismo tiempo exudaban odio
contra Correa, a quien caracterizaba
como enemigo principal, bajo la mirada complacida de Moreno.
Ahora, la Conaie ha
anunciado públicamente a través de su presidente Jaime Vargas su decisión de
formar un partido político para presentarse en las elecciones presidenciales de
2021 buscando representar a los sectores de centro y de izquierda, lo cual es
una gran noticia que tal vez conduzca a que en el futuro sigan luchando por las
demandas coyunturales y sectoriales del movimiento indígena, pero favoreciendo
que la derecha se mantenga en el poder.
Vargas ha dicho que
“busca representar a los sectores de la izquierda y del centro”, lo cual
implica una titánica tarea que lo debe conducir a superar la impronta sectaria
que lo llevó a excluir a otras agrupaciones indígenas, de estudiantes,
trabajadores públicos y privados que se vieron marginadas de los diálogos con
Moreno, al estar ausentes en la negociación que finalizaba una lucha en la que
participaron activamente.
Por otro lado, si
Vargas aspira a ser representante de la izquierda debe entender que en Ecuador
hay varias izquierdas, una de ellas- por cierto- es la que milita dentro del
Movimiento de la Revolución Ciudadana, otra –que no se si seguirá siéndolo- ha
asumido el ideario neoliberal al ser cooptada por Moreno a cambio de cargos y
prebendas, una más, no está ni con Moreno ni con Correa, manteniendo
independencia y criterio propio y finalmente, la que hoy es aliada de la
Conaie.
La Conaie es la más
importante agrupación indígena de Ecuador pero no la única, Vargas quien se
asumió como líder de todos los ecuatorianos para lograr exitosamente que los
precios de los combustibles volvieran al nivel que tenían antes de la
aprobación del decreto 883, debe saber que los mestizos y blancos son casi el
80% de la población ecuatoriana, por lo que si aspira a gobernar Ecuador debe
acercarse a otros grupos en la perspectiva de construir una plataforma de base
social amplia, porque una cosa es
movilizarse para derrocar presidentes y bajar los precios de la gasolina y otra
muy diferente, ganar una elección.
El odio racial de la
oligarquía no puede enfrentarse con un odio racial inverso; un gobierno popular
en Ecuador debería ser un gobierno que se parezca al Ecuador con la
participación de todas sus regiones, todos sus sectores sociales y todos sus
pueblos, indígenas o no.
En Bolivia, los
indígenas también tumbaron gobiernos y también era la derecha la que
usufructuaba de las luchas populares. Es lo que supo entender Evo Morales,
interpretando el sentir de las mayorías sobrepasó su indudable capacidad de
conducir a los trabajadores cocaleros, para transformarse en un líder indígena
de su pueblo y otros pueblos y un líder de toda Bolivia hasta llegar a ser
exitosamente presidente por varios períodos. Comprendió con inteligencia
suprema que el movimiento social tenía limitaciones y que era imposible desde
ahí cambiar el país. Por eso, creó el instrumento: el Movimiento al Socialismo
(MAS) para participar – en el ámbito de la democracia participativa- en las
luchas por el poder que se dan en los comicios y desde el espacio que concede
la obtención de cargos en las elecciones, luchar en mejores condiciones por el
objetivo final que es crear y construir poder popular, para lo cual hizo
alianzas y amplió su base social, formando, educando , elevando el nivel
político y superando sectarismos y racismos que solo convienen al enemigo
histórico de los pueblos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario