Presionado
por el FMI, el imperialismo estadounidense y los sectores oligarcas de la
burguesía latinoamericana, el gobierno neoliberal entra en una etapa crucial
que se avecina a su caída. La fuerza del pueblo ecuatoriano enseña que sí es
posible resistir y organizar la contraofensiva a favor de todos los nuestros
pueblos oprimidos del mundo.
Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Mérida,
Yucatán, México
La
fuerza del pueblo ecuatoriano ha quedado de manifiesto con la gran movilización
indígena que desde las entrañas profundas ha ocupado la ciudad capital de Quito
y demás urbes. El repudio al paquetazo económico decretado por Lenín Moreno
siguiendo los mandatos del Fondo Monetario Internacional (FMI) condujo al
gobierno traidor, a cambiar su ubicación y trasladarse a Guayaquil, la
conciencia hecha comunión otorga a la resistencia ecuatoriana la posibilidad de
comenzar a pasar al ataque y dejar solamente de resistir. Lo que inició como el
rechazo al regreso del neoliberalismo salvaje, se convierte ahora, en la
posibilidad de reestructurar el orden económico y social, la crítica al
neoliberalismo es en sí misma, una crítica al capitalismo, a las estructuras que
lo sostienen y a las condiciones de explotación y marginación que genera por su
propia naturaleza antihumana.
La
Huelga General convocada, la toma de la Asamblea, la generación de consensos
entre grupos opositores al neoliberalismo, hace factible la proyección de
acciones que trastoquen la estructura del poder y den pie a nuevos caminos
organizativos como sociedad, la proyección de un plan de lucha que no se limite
a la derogación del decreto 883 o a la salida de Lenín Moreno, si no que funde
alianzas profundas entre obreros, campesinos, indígenas, estudiantes y demás
sectores. La movilización del pueblo ecuatoriano puede virar hacia la
construcción de un proyecto socialistas que ponga fin a los males engendrados
por el capitalismo, un socialismo con raíz latinoamericana, que retome los
saberes de origen y las enseñanzas de viejas luchas, pasados proyectos y grandes
revolucionarios en el contexto de nuestras naciones. Ecuador como Perú, Bolivia
y México, entre otros países, con su enorme riqueza cultural, tiene elementos
para repensar el socialismo desde una mirada indoamericana tal como propusiera
José Carlos Mariátegui. Ya en diferentes momentos de la historia reciente, han
sido los pueblos originarios los motores de los cambios, su lugar en producción
urbana como rural, su carácter de clase que no elimina su rasgo étnico, si no
que lo redimensiona al centro mismo de la producción, hace que en Ecuador el
cuestionamiento al concepto de sujeto revolucionario vuelva a estar en la mesa
misma de las acciones transformadoras.
La
estrategia inicial de resistencia va dando paso a acciones directas, a pesar de
la brutal represión militar y policiaca que ha dejado varios muertes, el pueblo
conquista mayores espacios y victorias, dentro de los mismos cuerpos
represivos, diversos elementos se integran a la demanda social, renunciando a
su papel de represores y convirtiéndose en agentes de protesta, algo visto en
diferentes ocasiones, pero que por la fuerza de la movilización actual
catapulta la unidad entre oprimidos, la voz de vanguardia asumida por los
pueblos indígenas, cuestiona todo, toda la tradición revolucionaria como todas
las bases del sistema repudiado. Ecuador da ejemplos puntuales que en toda
Nuestra América deben ser analizados para la emancipación definitiva, su ola
expansiva comienza a dar luz, como sucede en Colombia donde los estudiantes
toman las calles exigiendo mejoras en el sistema educativo, mientras el sector
obrero ecuatoriano controla por lo menos tres pozos petroleros de la Amazonía y
anuncian los sectores en resistencia la radicalización de sus protestas en
respuesta a los asesinatos, heridos, encarcelados, desaparecidos y otras formas
de represión gubernamental establecidas. El pueblo ecuatoriano comienza a tomar
control de importantes sectores de la producción que le posibilitan una mayor
capacidad de impacto y acción, al grado, de que en la última jornada, los
pueblos indígenas declararon luto por la muerte de sus compañeros y llamaron a
la reorganización de fuerzas para el incremento de la lucha.
La
respuesta del gobierno ha sido la misma medida de siempre; la criminalización
de la protesta, el establecimiento de un cerco informativo que oculte la
realidad de los acontecimientos, el incremento de la represión y el
establecimiento del toque de queda que se suma al ya establecido estado de
excepción, como es evidente, para el traidor gobernante, la única forma de
mantener el poder es a través de la fuerza. Presionado por el FMI, el
imperialismo estadounidense y los sectores oligarcas de la burguesía
latinoamericana, el gobierno neoliberal entra en una etapa crucial que se
avecina a su caída. La fuerza del pueblo ecuatoriano enseña que sí es posible
resistir y organizar la contraofensiva a favor de todos los nuestros pueblos
oprimidos del mundo.
Integrante
del Colectivo Disyuntivas
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