El 8 de octubre recién
pasado se puso a disposición de la comunidad lectora global el libro de Mario Vargas
Llosa: Tiempos recios” (Editorial Alfaguara, España 2019).
Julie Abbott* / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
Julie Abbott* / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
Parada obligada es la
visión de un autor prolífico y precedido por la fama y un Nobel, que además aspiró
a ser presidente de Perú en 1990 y que tenemos que considerar una figura
política informada y reflexiva. Se trata de sus letras hoy, en 2019, sobre
hechos determinantes alrededor de la situación política de Guatemala a partir
de 1944- y corre. De la última página del libro -en la cual ya
el narrador ha sido entrevistador y se erige primera persona - cito: “ … la
intervención norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la
democratización del continente y costó millares de muertos, pues contribuyó a
popularizar el mito de la revolución armada y el socialismo en toda América
Latina. Jóvenes de por lo menos tres
generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical
y trágico todavía que el de Jacobo Árbenz”.
Antes de leerlo,
solamente con la anterior cita a la vista, nombré el fenómeno “Tiempo recios”
como la desclasificación comercial de la
historia política de Guatemala 1944- . En
Guatemala, hubo un lanzamiento de 5000 ejemplares y dicen, circulación masiva de
la versión PDF; ha suscitado mucha
presencia de reseñas en medios impresos y redes sociales. Un posicionamiento importante dentro y fuera
de fronteras.
En la trama elegida por
el autor danzan personajes del primer gobierno electo democráticamente (Dic de
1944) en la historia independiente de Guatemala, con personajes del gobierno
que le sucede (elecciones democráticas 1951) con actores que desde EUA, República Dominicana, Honduras, la
Nicaragua de Somoza, se involucran en el derrocamiento de Jacabo Arbenz Guzmán
en 1954 y posterior magnicidio de su sucesor el Coronel y Presidente Carlos
Castillo Armas (1958). En dicha trama residen
sin lugar a dudas, hechos y debilidades que fundaron la Guatemala contemporánea
con su genocidio, sus heridas, sus imposibilidades
sociales y con la memoria histórica en eterna disputa. La consecuente interpretación y difusión,
retardada, con implicaciones a nivel del
desarrollo de las identidades nacionales y la conciencia de nación. Los indicadores económicos, sociales y de
DDHH hablen por mí.
Con la difusión de “Tiempos Recios” llega un cisma a las
nostalgias que envuelven por aquí a la subjetividad de poca exposición, porque
recibo que el autor quiso apuntar a los tiempos en que por un lado Juan José
Arévalo (1944) se autonombra “socialista espiritual”, para azucararle a una sociedad
duramente conservadora y no conocedora de otras vías ,piezas de progreso como
fueron (1) una normativa para las relaciones obrero-patronales, (2) la
habilitación de ciudadanía y voto para mujeres alfabetas y (3) la seguridad
social; y siguió apuntando que el
sucesor electo de Juan José Arévalo, Jacobo Arbenz Guzmán (1951)
argumentaba sobre producción agrícola y trataba de profundizar los temas
sociales con un gabinete comprometido con lo que hoy llamaríamos
“sostenibilidad” y que incluía a dos marxistas.
Hubo dialéctica incipiente que se vio avasallada por la debilidad
conspirativa; si bien se trata de una
substitución perder-perder, leo que Vargas Llosa se tira a gusto en los brazos
de la descripción de los conspirativo y admito que le
luce, tanto que por ejemploinvita a contrastar los estilos
conspirativos de por un lado EUA, en las
personas hasta ahora un tanto anónimas de John Foster Dulles, Allen Dulles,
Samuel Zemurray, Edward Bernays,
y el mismo Dwight Eisenhower (ya desentrañados en
modo periodístico por Stephen Kinzer en relación a Guatemala),
por otro Rafael Leonidas
Trujillo y su empresa estato-familiar más Johny Abbes García de República
Dominicana, y con aplicación en la Guatemala
que conozco. Las debilidades, los delirios conspirativos se desarrollan como un
gran caldo y sospecho que la fascinación de la capacidad conspirativa
Dominicana de aquel tiempo, es la que terminó embelesando a la buena pluma. Y es que “La fiesta del chivo” no fue una obra
menor.
Novelar es novelar y ¡qué
lluevan las libertades! Vargas Llosa se
sube en la práctica de levantar epítetos, verosímil y propia del personaje
central Carlos Castillo Armas (Coronel conspirador y conspirando en esta
historia), y suma la palabra calificadora y abundantemente descalificadora con
la que nos formamos en la Guatemala de aquel tiempo. Me atrevo a decir que un hallazgo, le
facilitó el trabajo y si bien le han
alabado por una inmersión en el modo guatemalteco del lenguaje, reconozco que
se me activó el celo de que esta obra (¿del siglo?) que desentraña “la revolución” y
“la liberación” del gran hilo conspirativo guatemalteco se inmortalice
explotando parte de la violencia que en Guatemala nos atrapa. El lenguaje no es una parte menor ni poco sintomática de la
violencia.
Si hubiese salido
Aladino a preguntarme qué quería yo de LA novela de Vargas Llosa sobre esta
historia tan continentalmente proyectable, habría pedido (1) en dedicatoria o
colofón una advertencia de que las formas de negociación con los “Dulles”
vigentes de la política exterior estadounidense siguen vigentes (valga
redundancia) produciendo corrupción y actores miserables, y delirantes, en los
países latinoamericanos. (2) que se
tuviera el cuidado de no levantar el género de “desclasificación comercial” y
no se perdiera la oportunidad de describir paisaje (3) que no se recurriera a confinar tantos diálogos
de los que propinan referentes a lectores y lectoras de fuera, a un prostíbulo
ubicado en Ciudad de Guatemala (4) que se atendiera más y mejor a las personas
que presenciaron y lloraron el magnicidio del Coronel Carlos Castillo Armas,
que no fueron noveladas (propongo que) por ser mujeres y por haber vivido el
resto de su supervivencia al margen del maremágnum conspirativo guatemalteco y
del trabajo sexual. Esto lo apunto
porque … ¿Votaron ellas en 1944 y en 1951 cuando se estrenó el sufragio de las
mujeres? Porque la condición de Maestra
de profesión de una de ellas, Odilia Palomo Paiz ni siquiera es mencionada y porque
sólo el barrio de donde procedían las dos da para un capítulo muy enriquecedor
de calles, arquitectura y tiempo cultural de los hechos, pero un barrio no es
un prostíbulo y se perdió una oportunidad de enriquecer. Queda para la imaginación. (6) poder extraer de su cierre esta cita “Jóvenes de por lo menos tres generaciones
mataron y se hicieron matar … “ para poder hacerle al autor sólo dos preguntas: ¿Los jóvenes se hacen matar? ¿Me puede explicar en voz de autor político? (7)
que a la luz de que leeríamos en este Octubre de MMIX tiempo de grandes acervos
Sociológicos, Antropologicos, Filosóficos,
Literarios, Psicológicos, de Estudios Culturales atravesado por la perspectiva
de género, se tuviera el cuidado de no lanzar 500 mil ejemplares de una obra que a las mujeres
visibles (porque hace siglos que se concede la visibilización) se les
caracteriza genitalmente casi sin excepción.
Fin del casi decálogo
del cuido histórico con perspectiva de género, para escritores y escritoras que
puedan enterarse de que la hipersexualización de los cuerpos de
las mujeres siempre que persiste dentro y fuera de sus libros, obra en
detrimento (simbólico y no) de las
mujeres. Toda una elección en nuestro
siglo.
La espectacularidad es
una categoría que se intensifica ante nuestros sentidos todos. En la era de la hiperconectividad, twitter,
el 5G y las infinitas cámaras, ha sido
estudiada a profundidad por la antropóloga y activista feminista Rita
Laura Segato con la agudeza necesaria. “Tiempos
recios” descubre capas de negación que puesta a la luz resulta espectacular; hechos
históricos fundantes, los “desclasifica”
para un mercado masivo y global, y proyecta
espectacularmente todo en el atraso de nuestra América eternamente convulsa. Hoy
particularmente enardecida. Así, mucho
de la lectura supo a espectacularidad.
Aún no hay premios o gradaciones por espectacularidad. Rita Segato trata de convocar miradas críticas
alrededor de la espectacularidad y los tiempos. Si en el futuro cercano se reconociesen
autores como espectaculares a partir de algún decálogo tácito o explícito, que
ofrezcan obras con poca o mucha conciencia sobre nuestros entornos, entonces
habremos hecho todo mal.
*Feminista guatemalteca
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