A diferencia de Venezuela donde
Almagro llamó al derrocamiento del presidente constitucional por cualquier vía,
incluyendo la intervención extranjera, en Ecuador la OEA “…considera
fundamental que todas las partes respeten el término constitucional por el que
fue electo el presidente Lenin Moreno y reitera su rechazo a cualquier forma de
interrupción de su gobierno".
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
He leído con sorpresa el comunicado de la OEA que
manifiesta que: “…resulta `inaceptable´ el carácter violento de algunos actos
llevados a cabo durante las protestas contra el Gobierno […]”. A lo cual agrega
que es "… injustificable que algunos actores los conviertan (el derecho a
la protesta) en un derecho a la violencia, el saqueo y el vandalismo. La
Secretaría General de la OEA condena enérgicamente los actos de violencia
registrados en los últimos días […]. Es inaceptable el secuestro de policías y
militares, así como el destrozo y saqueo de bienes públicos, el incendio de
patrulleros y ataques a ambulancias". Asimismo, “la OEA considera
fundamental que todas las partes respeten el término constitucional por el que
fue electo el presidente […] y reitera su rechazo a cualquier forma de
interrupción de su gobierno".
Por un momento pensé que Almagro había
reconsiderado su odiosa posición contra Venezuela y en vista de que desea
fervientemente reelegirse para un nuevo período había aceptado que el gobierno
de Caracas está firme, mantiene el control del país, que las fuerzas armadas
han resultado inquebrantables y que un importante sector de la sociedad sigue
apoyando al gobierno. Pensé que esta declaración de Almagro era una suerte de
admisión de su derrota y el deseo de que los problemas del país se solucionaran
mediante el diálogo y la negociación.
Nada de eso, el comunicado anterior se refiere a
Ecuador donde a diferencia de lo ocurrido en Venezuela, la OEA si rechaza y
condena “los actos de violencia”, y el destrozo y saqueo de bienes públicos, el
incendio a patrulleras y ataques a ambulancias.
A diferencia de Venezuela donde lo avaló, en
Ecuador, Almagro si considera “injustificable que algunos actores los
conviertan (el derecho a la protesta) en un derecho a la violencia, el saqueo y
el vandalismo”.
A diferencia de Venezuela donde Almagro llamó al
derrocamiento del presidente constitucional por cualquier vía, incluyendo la
intervención extranjera, en Ecuador la OEA “…considera fundamental que todas
las partes respeten el término constitucional por el que fue electo el
presidente Lenin Moreno y reitera su rechazo a cualquier forma de interrupción
de su gobierno".
El desconcierto me llevó a poner en duda mis
conocimientos de derecho internacional público, ¿será que no asistí a esa clase?
Entonces, me di a la tarea de indagar si es que la OEA tenía dos Cartas, una
para aplicar a los amigos de Estados Unidos y otra para quien considera sus
enemigos. No, como es sabido, existe una sola carta, solo que los secretarios
generales actuando como empleados del Departamento de Estado la adaptan a los
intereses de Estados Unidos.
En este caso, en su afán reeleccionista, Almagro
ha estado intentando de todo, incluyendo “abuenarse” con Evo Morales y Daniel
Ortega, por supuesto previa aprobación de Washington. Los números no le dan,
con extrema consternación ha tomado nota que a diferencia del pasado cuando
todos los candidatos a la secretaría general de la OEA equivocadamente y con
total desprecio por las naciones del Caribe se dirigían a La Habana y a
Caracas, para que ejercieran sus “buenos oficios” a fin de que estos países los
apoyaran, hoy ni siquiera eso puede hacer porque ambas naciones que además, no
se inmiscuyen en los asuntos internos de países hermanos, para que decidan su
voto en los organismos internacionales, no son miembros de la OEA.
Almagro ya no tiene a Pepe Mujica como jefe de su
comando de campaña y portaviones de su elección anterior, ni siquiera lo apoya
su país, a tal punto que en el clímax de su desaliento cambió la fecha de la elección
desde el mes de febrero como estaba pautado originalmente al 20 de marzo en la
esperanza de que cuando en Montevideo se instale un nuevo presidente el primer
día de ese mes, éste ya no sea del Frente Amplio para que le apoye en su
ambición de seguir sirviendo a Washington. Lo normal es que para este tipo de
responsabilidad, los candidatos sean nominados por su país, no es habitual que
haya postulaciones individuales como en este caso, por eso, la negativa del
gobierno de Uruguay de apoyar a Almagro dada su impronta injerencista y su
talante anti democrático es muy relevante.
Por otro lado, considerando que ni siquiera en la
OEA ha logrado mayoría para legitimar sus trapacerías, recurrió al apoyo de
Washington para crear el grupo de Lima como instancia ad-hoc en el objetivo de
lo que sería el súmmum de su gestión: el derrocamiento del gobierno de
Venezuela.
En este ámbito, las cosas tampoco andan muy bien,
el Grupo de Lima, que hoy cuenta entre sus aliados a la banda narco-paramilitar
colombiana “los Rastrojos” comenzó su accionar con 19 países y ya solo quedan
10 más el jefe. Pero incluso, estos no pueden destilar muchos ejemplos de
democracia ni gobernabilidad: Macri recibió una paliza contundente en las
elecciones primarias, en Perú, el presidente hace esfuerzos desesperados para
no ser incluido en la infame y ya “tradicional” lista de jefes de Estado
corruptos, en Ecuador, el traidor de Carondelet ha recurrido a una brutal
represión para intentar sostenerse en el poder.
Piñera ha sumido la economía de su país en
niveles de ignominia, para lo cual profundiza el abismo entre los más pobres
que son la aplastante mayoría y los ricos empresarios dueños del país. Duque,
presidente teledirigido se tambalea ante la debilidad expresa de Álvaro Uribe
que es realmente quien detenta el poder y que está siendo juzgado por soborno y
fraude procesal. La recurrencia de Duque a hacer política con eje en Venezuela
incluso apelando a la mentira en los organismos internacionales, no puede
ocultar los graves problemas sociales y los asesinatos masivos de dirigentes
sociales y de derechos humanos en Colombia.
A esto, habría que agregar el desprestigio de
Bolsonaro, un presidente medieval y retrógrado repudiado en todo el planeta;
así como los deshonrosos intentos de Abdo Benítez de entregar la soberanía del
Paraguay que lo pusieron al borde del abismo, salvándose sólo por la
intervención de Washington y, la acusación de un fiscal imperial que imputó al
presidente de Honduras por tener firmes vínculos con el narcotráfico.
Estos “héroes” habían dicho que relanzarían la
economía de la región, eliminarían la corrupción, sanarían la hacienda pública
para generar un crecimiento sostenido que iba a permitir la estabilidad de las
sociedades, así como la gobernabilidad, el desarrollo, la prosperidad y una
democracia verdadera. Nada de eso ha sucedido.
Todo ello viene a configurar un escenario cuya
principal característica es la incertidumbre en torno al camino que tomará la
región ante el fracaso de las prácticas neoliberales y anti democráticas que la
OEA y su secretario general han defendido bajo el impulso de Obama y ahora de
Trump, quien también está pasando por circunstancias difíciles en los intentos de dar continuidad
a la gestión al frente de la administración de su país, en un momento en que el
planeta vive una época de convulsiones y rebeliones.
Mientras tanto, -una vez más- recuerdo las
palabras de un destacado miembro de la oposición venezolana cuando dijo que:
“si alguien llama por teléfono a Miraflores, quien contesta es Nicolás Maduro”.
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