El Congreso
Internacional de Pensamiento Americanista, una mirada a los conflictos armados
y posconflictos en América, fue realizado por la Institución Universitaria de
Envigado (IUE), durante los días 23, 24 y 25 de agosto pasado.
Jaime Delgado Rojas / Especial para Con Nuestra América
Los organizadores
exhibieron gran capacidad y destreza organizativa, no solo en la invitación,
movilización y atenciones a ponentes y conferencistas de Colombia e
internacionales, sino en la convocatoria a estudiantes, académicos, ONGs y
vecinos de esa ciudad de más de 200.000 habitantes y otras comunidades
colombianas. El lugar para su
realización fue la Biblioteca y Parque Cultural Débora Arango en el centro de
la ciudad. En el espacio asignado para los actos protocolarios y conferencias,
estaban dispuestas 700 sillas. No obstante, en el acto inaugural había
asistentes de pie. Me dijeron, en corrillo, que se habían inscrito más de mil,
y que no habían llegado todos.
En la nómina de
expositores había 6 conferencistas internacionales, de Brasil, México, España,
El Salvador y Costa Rica y más de 10 profesionales vinculados a la vida
política colombiana, ya como cuadros del Estado, o bien en las instituciones de
lucha por la paz y la defensa de los derechos humanos. Compartimos con Horacio
Cerutti y Juan Carlos Monedero, Rafael Grasa, Héctor Grenni; pero también
estuvieron Rodrigo Uprimmy miembro del Comité de Derechos Económicos Sociales y
Culturales de la ONU, el exembajador Eduardo Pizarro y la exsenadora Piedad
Córdoba, y representantes en las cámaras de diputados y senadores: fueron más
de 20 los expositores colombianos, sin contar los panelistas y ponentes de las
mesas temáticas. Los académicos y estudiantes de distinto nivel de formación
hicieron aportes en historia, filosofía, sociología, derecho y antropología,
con informes de investigaciones, resultados, proyectos y experiencias en
marcha. No podían quedar por fuera los llamados de muchos y muchas a la
participación por el SI en el plebiscito convocado para el 2 de octubre y
también los que se pronunciaban por el NO (a este tema le dedicaré otra nota
posterior en este semanario).
Señalo esto pues fue
notable que en sus preparativos y aún al inicio del Congreso, la firma de los
acuerdos de La Habana era solo una esperanza; pero los escenarios del
posconflicto impactaron de diversa forma los temas de debate: cultura y rescate
de la identidad, paz y defensa de los derechos humanos, género, diversidad,
pobreza e inclusión. Lo expuesto promovía el interés y las reflexiones, tanto
en el espacio de conferencias, como en las mesas temáticas, en los pasillos y
espacios de receso, al lado de las lecturas múltiples de los acuerdos de La
Habana aún no firmados en su totalidad, en aquel momento.
Fue evidente que la
convocatoria había entusiasmado en todo el municipio y alrededores: con
estudiantes y docentes de la institución organizadora, de otras universidades
de Antioquía y también de colegios de enseñanza media. El día jueves tuve una
experiencia muy emotiva: un par de jóvenes, Ana María y Natalia, me abordaron
en uno de los pasillos para consultarme sobre algo de mi exposición. De la
corta conversación con ellas supe que venían de lejos, como a 5 horas de
Envigado; que en el colegio donde estaban (eran estudiantes de enseñanza media)
se habían involucrado en el tema del rescate de identidad local y que se habían
financiado su estadía en el Congreso vendiendo emparedados; por su interés,
pude observar que no fueron a pasear a la ciudad, que no ocuparon su tiempo
perdiéndolo en los videos del celular; al contrario, estuvieron atentas a lo
que se estaba discutiendo y presumo que no eran las únicas, pues había mucha gente
muy joven.
Los extranjeros que
ahí estuvimos llegamos a aprender de la organización, de la capacidad de
convocatoria de la institución promotora y de la calidad de las discusiones,
intercambios de información, opiniones y de sus utopías, en el sentido que le
da a este término el Dr. Cerutti.
Merece un
reconocimiento expreso y mis muestras de admiración y respeto la doctora Blanca
Libia Echeverri Londoño, rectora de la IUE, responsable en primera fila en este
solemne esfuerzo y quien acompañó a ponentes y conferencistas durante los tres
días de la actividad. Por su parte, mi aprecio y admiración al doctor Henry
José Devia Pernia, quien tuvo a cargo la organización operativa del Congreso y
el contacto con los invitados internacionales, quien fuera acompañado de un
entusiasta equipo de colaboradores y colaboradoras, también liderados por
Natalia Marín, jefe de Relaciones Interinstitucionales de la IUE, incansable,
activa y dinámica en todo momento, desde muchos días antes del acto inaugural.
Sus nombres quedarán en mi memoria, aunque la actividad tuvo muchas más caras,
de jóvenes y adultos, de profesores, estudiantes y funcionarios, mujeres y
hombres, que estuvieron por ahí y por allá, poniendo todo el esfuerzo para que
esta labor fuera un éxito, impresionante, educativo y, también, beligerante y
esperanzador.
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