Siguen sucediendo
hechos preocupantes en la región más explosiva del planeta: el Mar del Sur de
China, donde se juega la real estabilidad estratégica global y donde Estados
Unidos ha hecho presencia para intentar presionar a China, quien apuesta a ser
primer poder económico del mundo, sin apelar a la fuerza militar, la
intervención, la injerencia y la guerra, rompiendo cualquier paradigma
construido en ese sentido a través de la historia.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
La situación
internacional actual se ha visto matizada por una actitud hipócrita del
presidente de Estados Unidos, que promueve mayor incertidumbre en el sistema y
que sólo puede ser causada por un alto nivel de debilidad o por la estupidez
sin límites de un mandatario mediocre. Un eventual triunfo de Hillary Clinton
en las próximas elecciones de noviembre, volverá a Estados Unidos a la
tradición republicana, de agresividad frontal, agresión e injerencia sin
cortapisas que ya conocimos con Nixon, Reagan y los Bush, padre e hijo. Atrás
quedará la condición farsante del profesor de Harvard, quien es de los que
“tira la piedra y esconde la mano”.
En el colmo de su
desfachatez ha afirmado recientemente que “la paz en Colombia fue una prioridad
de su gobierno”, como si no hubiera existido el Plan Colombia, instrumento para
favorecer a los carteles de la droga no controlados por la DEA que producen y
transportan los estupefacientes necesarios para mantener idiotizados a los
jóvenes estadounidenses, a fin de hacerlos más “moldeables” al sistema y de
paso, inyectarle un flujo importante de dinero al sistema financiero de su
país, evitando así un probable colapso. De la misma manera, sin ruborizarse, dijo
que era necesaria la creación de un Estado palestino independiente, al mismo
tiempo que llegaba a un acuerdo para aportar 38 mil millones dólares en “ayuda”
militar a la entidad sionista en un lapso de 10 años. ¡Qué forma tan extraña de
cooperar con la creación de un Estado palestino!
Finalmente en el colmo
de su paroxismo fulero y mendaz, llegó a un acuerdo con Rusia y con el legítimo
gobierno sirio para gestar un cese al fuego en la guerra en ese devastado país,
pero a los pocos días lo boicotea, ordenando un ataque contra las fuerzas
armadas sirias que significó la muerte de 62 soldados inermes ante el “fuego
amigo”. De la misma manera, bajo su protección, oscuras fuerzas terroristas
bombardearon un convoy que transportaba ayuda humanitaria de la ONU. Resultado:
cese del alto al fuego y cese de la ayuda humanitaria de la ONU. ¿A quién puede
interesar eso? Solo a esas mismas organizaciones terroristas que bajo el
influjo y contando con el soporte de las “heroicas” fuerzas armadas de Estados
Unidos pasaron a la ofensiva en Alepo, en momentos en que estaban en una
situación de franca debilidad en el terreno de las acciones bélicas y también
en el ámbito político y diplomático. Sólo una mente perversa y perturbada es
capaz de diseñar estas acciones y al mismo tiempo engañar al mundo con una
retórica dulcificada y ambigua.
No obstante, mientras
todo esto ocurre, siguen sucediendo hechos preocupantes en la región más
explosiva del planeta: el Mar del Sur de China, donde se juega la real
estabilidad estratégica global y donde Estados Unidos ha hecho presencia para
intentar presionar a China, quien apuesta a ser primer poder económico del
mundo, sin apelar a la fuerza militar, la intervención, la injerencia y la
guerra, rompiendo cualquier paradigma construido en ese sentido a través de la
historia. Sin embargo, el gigante
asiático se ha visto obligado a desplegar todo su potencial militar defensivo a
fin de disuadir a Estados Unidos de su presencia beligerante en un área muy
distante de su territorio y muy cercano a las costas de China.
En semanas recientes,
varias vicisitudes, poco mencionadas, pusieron la región y el planeta en una
situación de extrema tensión. Desde que
en 2011, el presidente Obama declarara que esta centuria sería el “siglo asiático
de Estados Unidos” sus fuerzas armadas han incrementado la presencia naval y
marítima en la región de Asia y el Pacífico, calculándose que en breve plazo
mantendrá el 60% de sus fuerzas navales y aéreas en esta región.
Todo esto ocurre en un
contexto en el cual Estados Unidos continúa desarrollando iniciativas militares
en la zona. La estrategia norteamericana para una guerra con China, conocida
como Air Sea Battle, incluye ataques masivos aéreos y con misiles contra su
territorio unido a un bloqueo naval de las rutas comerciales por las que China
importa suministros de energía y materias primas de Oriente Medio y África, a
fin de dañar gravemente su economía. Al mismo tiempo, Washington fortalece la
relación con sus aliados Japón, Australia, Filipinas y otros con el fin de
cercar a China mediante un sistema de bases y acuerdos militares. Todo esto,
sin embargo, crea un peligro real de un conflicto devastador entre ambos
países. Para ello Estados Unidos está dispuesto a todo, incluso a que el
presidente de Filipinas Rodrigo Duterte, caracterizara a Obama como “hijo de
puta” sin que hubiera ninguna reacción por parte de éste o de su gobierno, lo
cual hizo evidente que la “necesidad de contener” a China, acepta cualquier
barbaridad.
En ese marco, usando el
manido recurso de “cometer un error y después pedir perdón” como ha ocurrido
recientemente en Siria, la Armada de Taiwán lanzó un misil supersónico desde
una base naval, matando a una persona e hiriendo a otras tres. El misil fue
lanzado en dirección de la República Popular China, impactando contra un barco
pesquero frente a las islas Penghu. Este tipo de misiles tiene un alcance de
unos 300 kilómetros suficientes para llegar hasta la costa china en la
provincia de Fujian. El vuelo del proyectil terminó a los 75 kilómetros, por lo
que no llegó a entrar en el territorio nacional chino sobre el estrecho de
Formosa. Evidentemente, Estados Unidos intentaba probar la disposición
combativa de la defensa china, usando para ello al gobierno títere de Taiwán.
Ya en octubre de 2015,
la Marina estadounidense llevó a cabo varias maniobras navales dentro de las 12
millas náuticas alrededor de islotes chinos en el Mar de la China Meridional.
En junio de este año, dos portaaviones norteamericanos y sus grupos de asalto
realizaron unos ejercicios que simulaban un choque armado con China, lo cual
trajo como respuesta el mayor despliegue de las fuerzas armadas chinas en un
simulacro de defensa en sus costas meridionales entre los días 5 al 11 de
Julio, utilizando para ello dos destructores lanzamisiles y una fragata. Estos
ejercicios, tuvieron lugar en un área de unos 100.000 km2, y son, sin duda, una
clara advertencia a Estados Unidos en contra de más provocaciones en las
inmediaciones de las islas chinas. Así mismo, este mes de septiembre China y
Rusia realizaron gigantescas maniobras navales en la zona.
De esta forma, se está
dando respuesta al alarde de poder estadounidense que llegó a desplegar hasta
ocho navíos en la región incluyendo dos portaaviones, dos cruceros y cuatro
destructores. Asmismo, el 16 de agosto, China se convirtió en el primer país
del mundo en lanzar al espacio un satélite con capacidad para la comunicación
cuántica, la cual “está basada en cambios del estado de las partículas
subatómicas a través de los cuales se puede establecer un sistema de
transmisión de datos muy rápido e imposible de interceptar o manipular, algo
que podría tener importantes usos tanto militares como civiles” según el
experto militar ruso, Vasili Kashin. En la práctica, esta tecnología anularía
toda capacidad de espionaje satelital norteamericano sobre territorio de China,
dándole a ésta una ventaja superlativa en la guerra electrónica.
Asimismo, China ha
hecho saber que no siente temor ante la agresividad estadounidense en la
cercanía de su territorio. El veterano diplomático chino y Presidente de la
Universidad de Jinan, Dai Bingguo, ha afirmado que "Beijing no se dejará
intimidar aunque Estados Unidos envíe diez portaviones". Por su parte,
Yang Yujun, portavoz del Ministerio de Defensa chino ha sido más enfático: "Algunos
países, especialmente de fuera de la región, vienen con variados pretextos para
ocultar sus propios intereses en un intento de provocar y generar problemas:
esto supone una amenaza a la paz de la zona". El portavoz militar ha
afirmado que los problemas del mar del Sur de China atañen solo a los países de
la región y que Beijing está trabajando con ellos para resolverlos, pero esos
esfuerzos se ven entorpecidos por "un viento que viene de fuera". ¿Es
un tifón? ¿Es un tornado? No lo sabemos, pero sí sabemos que viene de fuera; en
cuanto sus barcos dejen sus provocaciones en el mar, tendremos más paz y
seguridad". Como dice el evangelio cristiano “El que tenga oídos, que
escuche”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario