Panamá y Costa Rica se
enorgullecen de la decisión que tomaron en momentos clave de su historia, de
haber disuelto sus fuerzas militares. Pero contrario a lo que podría pensarse,
eso no quiere decir que esas naciones inviertan poco en seguridad.
BBC Mundo
Ambas naciones
enfrentan amenazas serias, algunas veces provenientes del extranjero. Panamá
comparte una frontera con Colombia golpeada por la violencia. Y Costa Rica
busca evitar que el crimen organizado golpee a la sociedad como ha ocurrido con
algunos de sus vecinos centroamericanos.
Por lo que, pese a la
ausencia de fuerzas militares, están lejos de ser utopías pacifistas. Y lo que
han ahorrado en ejércitos, lo están invirtiendo en otros cuerpos de seguridad.
Civilismo
Costa Rica suprimió su
ejército en 1949.
Las fuerzas militares
panameñas fueron disueltas después de la invasión de EE.UU., en 1989, que
derrocó el gobierno militar de Manuel Antonio Noriega.
La ausencia de un
estamento militar es vista como una de las razones para la notoria estabilidad
institucional civil de Costa Rica en las últimas décadas.
Y Panamá, sin Guardia
Nacional, es hoy una nación pacífica y con el mayor crecimiento económico en
América Latina.
Pero en concreto ¿cuál
es el dividendo que reciben los países por no gastar en ejércitos?
Un informe del Banco
Mundial publicado en su sitio web utilizando datos obtenidos por la ONG europea
SIPRI, establece que en 2013, el año más reciente para el que hay información
disponible, los países latinoamericanos con fuerzas militares dedicaron entre
el 0,5% y el 3,4% de su Producto Interno Bruto a ese rubro.
Colombia, en medio de
su conflicto armado, sigue siendo el país de la región que dedica a las fuerzas
militares la mayor porción de su riqueza nacional, un 3,4% en 2013.
Los países centroamericanos,
sin embargo, pueden ser un mejor punto de referencia para lo que pasa con
Panamá y Costa Rica.
Guatemala solo gasta el
0,5% del PIB en el renglón militar.
En cuanto a las otros
tres países con fuerzas militares en Centroamérica, Nicaragua les dedica un
0,8% del PIB, El Salvador un 1,1% y Honduras un 1,2%, asegura la información
del Banco Mundial.
Haciendo un promedio
simple entre las cuatro naciones centroamericanas, se encuentra que el gasto
militar de los países de la región se aproxima al 0,9% del PIB.
Si se adoptara esa
proporción del PIB como una medida del beneficio que le representa a Costa Rica
no tener fuerzas militares, se encontraría que el ahorro alcanzaría alrededor
de US$450 millones anuales.
En el caso panameño,
ahorrarse el 0.9% del Producto Interno Bruto que en promedio los otros países
centroamericanos dedican a sus fuerzas militares, le representaría cerca de
US$400 millones anuales a ese país.
¿Discusión semántica?
Sin embargo, advierten
algunos, la discusión es más compleja que eso.
Una de las principales
dificultades a la hora de evaluar realmente el ahorro que tienen Panamá y Costa
Rica por ese rubro es establecer qué compone el gasto en seguridad. Pues si
bien esas naciones no tienen fuerzas militares como tales, eso no quiere decir
que no mantengan algunos cuerpos oficiales de seguridad.
Panamá disolvio sus
fuerzas militares hace más de 20 años.
Que no se llaman
oficialmente "ejército", pero comparten algunas de sus
características.
Por ejemplo en Panamá,
los integrantes del cuerpo de seguridad fronteriza Senafront visten uniforme
camuflado y portan armas largas, como lo requieren sus labores de patrullaje en
la conflictiva frontera con Colombia, una región donde operan guerrillas,
bandas y otros grupos irregulares armados hasta los dientes.
También en Costa Rica
operan unidades pequeñas de estilo y entrenamiento militar.
Esos países
"tienen instrumentos para hacer la función de una defensa de su
territorio", asegura a BBC Mundo Joao Ramos, investigador de la ONG basada
en Argentina, Red de Seguridad y Defensa de América Latina (RESDAL).
En América Latina las
barreras entre fuerzas policiales y militares no son tan claras como en otros
países.
Así como las fuerzas
policiales de Panamá y Costa Rica tienen algunos elementos cuasi-militares,
varios de los mayores ejércitos de la región están orientados principalmente no
a repeler una amenaza externa sino a tareas de seguridad interna.
Tareas que en otros
países serían vistas, al menos en parte, como asuntos de policía.
Por lo que algunos
creen que para hacer comparaciones en gasto de seguridad es más objetivo sumar
cuánto invierten en policía y ejército.
Los que genera
resultados distintos para el caso de Panamá y Costa Rica.
Los que más invierten
Un análisis de RESDAL,
aseguraba en 2014 que precisamente esas dos naciones eran las centroamericanas
que más invertían en seguridad.
De acuerdo al Atlas
Comparativo de la Defensa en América Latina y el Caribe, publicado el año
pasado por esa organización, Panamá invierte cerca de US$1.000 millones anuales
en seguridad, una cifra superior al 2% de su PIB.
Según la periodista
panameña Grisel Bethancourt, citada en otro reporte de la empresa consultora de
seguridad Insight Crime, el presupuesto del Ministerio de Seguridad Pública a
finales de 2014 era mayor que el de cualquier otra institución del estado
panameño.
En Costa Rica el monto
del gasto en seguridad, incluyendo policía es de cerca de US$900 millones,
también aproximándose al 2% del PIB, asegura el informe de la RESDAL.
Otro estudio, esta vez
por el londinense Instituto International de Estudios Estratégicos, IISS, ubica
el gasto en defensa de Panamá y Costa Rica en un nivel más moderado, pero en
cualquier caso, muy superior a sus vecinos. El IISS asegura que Costa Rica
gastó US$600 millones y Panamá US$700 millones.
En comparación, asegura
RESDAL, Nicaragua invierte una cifra que apenas llega a los US$107 millones,
equivalentes al 1% del PIB.
Estos datos sugerirían
que pese a no mantener una estructura militar clásica, tanto Panamá como Costa
Rica tienen una fuerte inversión del gasto público en seguridad.
Y que el hecho de
encuadrar esos cuerpos armados bajo el mando civil, en vez del militar, puede
tener muchas ventajas.
Pero aparentemente,
reducir el gasto en seguridad no es siempre una de ellas.
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