Trump es un desquiciado
que nos pondrá en peligro a todos si llega a la Casa Blanca. Lo preocupante es
que millones de estadounidenses lo esten apoyando. He aquí el fascista déjà-vu
(ya lo hemos visto) que hoy vivimos.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
La visita de
Donald Trump a México resultó ser un auténtico desastre para el
gobierno mexicano. Se ha divulgado que
la visita se hizo a insistencia de Luis Videgaray, el influyente Secretario de
Hacienda y con la oposición de la canciller, Claudia Ruiz Massieu. El 85% de
los mexicanos reprobaron la invitación al vociferante candidato
republicano. La situación se ha
agravado porque la candidata demócrata
ha rechazado ir a México, acaso molesta por las repercusiones que la visita de
Trump está teniendo en las preferencias electorales. Es difícil ver qué
ventajas pudo haber visto el gobierno mexicano en hacer en plena campaña
electoral estadounidense, una invitación a ambos candidatos presidenciales. Más
difícil de entender es por qué el
gobierno de Peña Nieto aceptó que Trump fuera a México sin antes estar seguro
de que Hillary Clinton también iría. Si Peña y sus asesores pensaban que las
visitas de los candidatos detendrían su notable caída de popularidad (62% en
marzo de 2013-22% actualmente), el resultado va a ser el inverso.
Trump ha logrado, al
menos momentáneamente, atenuar su imagen salvaje en algún sector del electorado
estadounidense. Pero no nos equivoquemos, el magnate representa el crecimiento
de los sentimientos filo-fascistas en una amplia proporción de dicho
electorado. La crisis de 2008 con las
pérdidas de empleos, viviendas, ahorros ha enfurecido a una porción importante
de la ciudadanía que se ha dejado seducir con la retórica fascista del ahora
candidato republicano. A principios de los años treinta del siglo pasado,
Hitler sedujo a millones de alemanes desquiciados por las secuelas de la
primera guerra mundial y la gran crisis de 1929. El líder nazi y sus lugartenientes, escogieron a los judíos como los causantes de todos los males
y enarbolaron el racismo para deportar a los más de 9 millones que vivían en
Europa. Cuando esto se tornó inviable, porque los países escogidos para la
deportación no quisieron aceptarlos, porque enviarlos a Madagascar era inviable
económicamente, los jerarcas nazis
empezaron a planificar desde julio de 1941 la “solución final de la cuestión
judía”.
Hoy en Estados Unidos
de América ha surgido un vociferante líder que ha escogido a los migrantes,
especialmente los de origen mexicano, como los causantes de los males de dicho
país. Planea construir un muro que cubra la totalidad de la frontera con
México, dice que financiará el mismo con la confiscación de las remesas de
migrantes mexicanos. Ha enarbolado un
discurso que los pinta como delincuentes
y asesinos, busca la deportación de aproximadamente 6 millones de personas a
México, dice que endurecerá las penas de cárcel a los indocumentados y que
multará hasta con un millón de dólares a aquellas empresas que los empleen.
Finalmente ha insinuado que si México no colabora con sus planes, hará uso de
la guerra para llevarlos a cabo.
Trump es un desquiciado
que nos pondrá en peligro a todos si llega a la Casa Blanca. Lo preocupante es
que millones de estadounidenses lo esten apoyando. He aquí el fascista déjà-vu
(ya lo hemos visto) que hoy vivimos.
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