Bolivia ha
hecho inmensos progresos bajo el gobierno de Evo Morales y una adecuada
combinación de serenidad y firmeza le permitirá superar los desafíos actuales y
también romper el cerco regional constituido por gobiernos de muy frágil
legitimidad y cuya duración, especialmente en el caso de Brasil y, en cierta
menor medida, Argentina, está en duda.
Atilio Borón / ALAI
El
asesinato en Panduro, Bolivia, del Vice Ministro Rodolfo Illanes refleja
claramente los extremos a los cuales es capaz de llegar la coalición
destituyente formada por el imperialismo norteamericano, como indudable
“director de orquesta” acompañada por la oligarquía tradicional y las diversas
fracciones de la burguesía como “segundos violines”, para seguir con la
metáfora sinfónica, y el desafinado y heterogéneo coro integrado por ciertos
segmentos de las capas medias, la pequeña burguesía y algunos sectores de las
clases y capas populares de la ciudad y el campo.
La
metodología ha sido ensayada y puesta en práctica en numerosas ocasiones.
Básicamente consiste en promover mediante una sostenida campaña de
desinformación y manipulación la irritación de grupos o categorías sociales de
raigambre popular especialmente sensibles bien sea a los resultados de ciertas
políticas puntuales que desarrolle un gobierno –caso de los camioneros en el
Chile de Allende- o, como ocurre en la actualidad en el caso de la República
Bolivariana de Venezuela, a los efectos de políticas globales que impacten
negativamente sobre el conjunto de la población, muy especialmente los más
pobres.
En no pocos
casos se combinan ambas tácticas: en Chile el desabastecimiento planificado de
ciertos productos se combinó con la virulenta reacción de los camioneros y,
desgraciadamente, con los mineros en la mina de cobre El Teniente,
nacionalizada por Allende y que se declararon en huelga indefinida por mayores
salarios (duró 74 días, siendo el cobre “el sueldo de Chile”, como decía el
presidente chileno). Poco después un violento y confuso enfrentamiento con los
mineros en Santiago deja un saldo de un minero muerto y más de medio centenar
de heridos. Como resultó evidente poco después, la siniestra mano de la
CIA estaba metida en todas estas operaciones que terminaron con el
derrocamiento de Allende y el baño de sangre que enlutara a ese país.
Por eso el
infame asesinato del Vice Ministro Illanes debe ser puesto bajo esta
perspectiva. La conversión de cooperativistas en pequeños empresarios
mineros que están promoviendo la privatización de facto de los recursos
minerales de Bolivia es un dato insoslayable. Si bien las políticas del
gobierno de Evo Morales favorecieron a este sector cooperativo minero, la
sanción en Agosto de este año de Ley General de Cooperativas Mineras los
predispuso en su contra. Lo que aparentemente fue el foco del conflicto era la
norma que autoriza la sindicalización de los trabajadores empleados por los
cooperativistas.
El modelo
“Walmart” de prohibición de la sindicalización en dicha empresa parece haber
calado hondo en los cooperativistas. En su radical intransigencia estos además
extendieron el diferendo con el gobierno y constituyeron una coalición que
agrupa a cooperativas de otros sectores fuera de la minería. El resultado: de
las 10 demandas iniciales se pasó a un pliego de peticiones de 24 puntos,
acompañado por una huelga por tiempo indefinido. Entre aquellos sobresale
el rechazo a la Ley de Minería y Metalurgia que impide que las empresas
privadas inviertan en las concesiones de los cooperativistas. Como lo señala
Katu Arkonada en un análisis reciente, “los cooperativistas tienen firmados al
menos 31 contratos con empresas privadas, algunas de ellas trasnacionales,
siendo una de ellas la Comsur de Sánchez de Losada.”[1] Las quejas contra las estrictas regulaciones ambientales impuestas por
el gobierno boliviano también son parte del reclamo de los cooperativistas lo
mismo que la exigencia de que se los beneficie con precios preferenciales para
su consumo de energía.
Ante la
magnitud de estas demandas el gobierno de Evo Morales mantuvo abiertos todos
los canales del diálogo y la negociación, dentro de un límite infranqueable:
preservar el imperio de la Constitución, que no podía ser puesto en cuestión
por el accionar de un conjunto de actores de sospechosa intransigencia.
Hay
numerosas razones para pensar que hubo alguien que tensó el conflicto cuando
las negociaciones entre gobierno y cooperativistas estaban encaminadas.
Una falsa orden de aprehensión de dirigentes cooperativistas provocó el paso a
la clandestinidad de su dirigencia y la intensificación de los bloqueos. Un par
de días después, el 24 de agosto, se produjo el asesinato de dos mineros
cooperativistas durante los bloqueos sin poder precisarse, hasta ahora, los
eventuales autores de los disparos.[2]
Lo que sigue es historia conocida, con otro minero muerto y el linchamiento de
Illanes.
La larga
experiencia latinoamericana en este tipo de situaciones no exige demasiado esfuerzo
de imaginación para comprender lo sucedido. Tal como lo relata John Perkins en
su conocido libro y lo ratifican los manuales de Eugene Sharp incidentes como
los que estamos analizando forman parte de los SOP, “Standard Operating
Procedures” de los agentes del imperio. [3]
Los medios
de comunicación, por supuesto, cumplieron una función importantísima al
fogonear el conflicto, tal como El Mercurio y el Canal 13 de la Universidad
Católica lo hicieron en el caso de Chile. En Bolivia se hicieron cómplices de
una falsedad informativa que fue divulgada irresponsablemente para escalar el
conflicto, intensificar los bloqueos y enfurecer a los cooperativistas.
Luego de los trágicos sucesos de Panduro la prensa hegemónica acentuó su labor
destituyente afirmando que fue la intransigencia del gobierno el causante de la
muerte de los cooperativistas y del Vice Ministro Illanes.
No sería
descabellado pensar que los traumáticos acontecimientos de agosto producirán
una redefinición en el arco de alianzas del gobierno y la oposición. Los
beneficios otorgados a los cooperativistas ya habían provocado el malestar de
múltiples movimientos sociales que no están de acuerdo con que se les mantengan
sus privilegios. En dependencia del avance de las investigaciones no
sería improbable que buena parte de la dirigencia cooperativa involucrada en
estos luctuosos sucesos fuese desplazada. Es evidente que el problema
está mucho más en la dirigencia del cooperativismo minero que en su base,
sometida a presiones y chantajes por aquella y obligada a actuar como masa de
maniobra en bloqueos y otras iniciativas violentas de franco carácter
destituyente.
De lo
anterior se desprende que el gobierno de Evo Morales se enfrenta a un nuevo
desafío. Para salir airoso del mismo deberá actuar con serenidad y firmeza; la
primera, para no caer en provocaciones cuya frecuencia y gravedad seguramente
irán en aumento a medida que Bolivia se aproxime al crucial año 2019, donde se
pondrá en juego la continuidad del proceso de cambios iniciado bajo el
liderazgo del Presidente Evo Morales. Provocaciones y trampas facilitadas por
un entorno geopolítico que no podría ser más desfavorable: gobiernos de derecha
radical en Argentina, Brasil, Paraguay, Chile y Perú; iniciativa norteamericana
de reforzar “el control del narcotráfico” en la frontera Norte de la Argentina,
con una eventual base militar de Estados Unisoa en la lindera provincia de
Jujuy destinada a monitorear tan cerca como fuese posible el irresistible imán,
para Washington, del litio boliviano; militarización de la frontera
chileno-boliviana y ejercicios conjuntos entre las fuerzas armadas de ambos
países y la belicosidad de la cancillería chilena auguran tiempos difíciles
para el gobierno de los movimientos sociales.
Serenidad,
entonces, para responder con la frialdad cerebral de un ajedrecista pero
también decíamos firmeza. Si algo se puede aprender de la actual tragedia
brasileña es que la política de apaciguamiento y concesiones de los enemigos
del proceso lejos de atenuar su beligerancia sólo alimentan su resentimiento y
su afán de venganza. Convalidar con la pasividad oficial el crimen perpetrado
por los cooperativistas sería una actitud suicida. Con la ley en la mano el
gobierno debe castigar ejemplarmente a sus responsables materiales e
intelectuales.
Para
concluir: Bolivia ha hecho inmensos progresos bajo el gobierno de Evo Morales y
una adecuada combinación de serenidad y firmeza le permitirá superar los
desafíos actuales y también romper el cerco regional constituido por gobiernos
de muy frágil legitimidad y cuya duración, especialmente en el caso de Brasil
y, en cierta menor medida, Argentina, está en duda. En el pasado el gobierno de
los movimientos sociales sorteó con éxito numerosos retos. No hay razón ahora
para pensar que ahora la historia podría ser diferente.
-
Dr. Atilio A. Boron, director del Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini (PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al
Pensamiento Crítico 2013. www.atilioboron.com.ar
Twitter: http://twitter.com/atilioboron Facebook: http://www.facebook.com/profile.php?id=596730002
NOTAS:
[1] “10 preguntas y 10 respuestas sobre el conflicto
con los “cooperativistas” mineros en Bolivia”, en http://www.telesurtv.net/bloggers/10-preguntas-y-10-respuestas-sobre-el-conflicto-con-los-cooperativistas-mineros-en-Bolivia-20160827-0002.html 27
Agosto 2016. Remitimos a este trabajo para una exhaustiva indagación sobre
diversas faceta del tema que nos preocupa y que no podemos tratar en nuestro
trabajo.
[2] Cabe recordar que el Presidente Evo Morales
prohibió no sólo disparar sino que la policía se haga presente en el lugar de
los bloqueos portando armas de fuego.
[3] John Perkins, Confesiones de un gangster
económico (Barcelona: Ediciones Urano, 2005) o los diversos manuales
para la desestabilización de regímenes dictatoriales de Eugene Sharp.
No hay comentarios:
Publicar un comentario