Don Joaquín García
Monge, editor de Repertorio Americano, es por sí mismo una institución nacional y, bajo muchos puntos de vista,
que luego analizaré someramente, un caso también único en la historia de las
letras, de la difusión cultural y de la
conciencia democrática de Nuestra América.
Arnoldo Mora Rodríguez / Para Con Nuestra América
Joaquín García Monge, editor de Repertorio Americano. |
Don Joaquín
García Monge nació el 20 de Enero de 1881 en el centro del cantón de
Desamparados, en la capital San José. Allí mismo pasará la mayor parte de su
larga y fecunda vida. Muere en las últimas horas del último día del mes de
Octubre de 1958. El pensamiento, la obra literaria y, sobre todo, la
divulgación cultural ejercida por Don Joaquín a través de su artesanal editorial y de la revista
REPERTORIO AMERICANO cumplirán de hecho las funciones que, según Rodrigo Facio, corresponden por su misma
naturaleza a una universidad de un país
que se pretende democrático, cual es la de convertirse en la conciencia lúcida
de la patria, trascendiendo las limitadas paredes de las aulas y divulgando el
pensamiento crítico más actual, pero
siempre fiel a los mejores valores cívicos; de esta manera, la universidad
cumple su función de ser un aula abierta a todos los ciudadanos.
REPERTORIO
AMERICANO cumplió esa patriótica función mientras la Universidad de Costa Rica
no existía, función tanto más urgente cuanto ya el país había logrado grandes
avances en la alfabetización gracias a la reforma del Ministro Mauro Fernández,
la creación de la Escuela Normal en Heredia, el crecimiento de las escuelas primarias
y la consolidación de los liceos de
segunda enseñanza al menos en las cabeceras de las provincias de la Meseta Central.
Por lo que necesitaba nuestro país un nuevo impulso en ideas para su propio y
autóctono desarrollo material, cultural y, sobre todo, democrático. Por haberlo entendido mejor que nadie y haberse
puesto a la cabeza del mismo, por sólo
ese hecho – insisto - Don Joaquín merece un lugar destacado, por no decir único, en la historia cultural y política de nuestro
país.
Don Joaquín García
Monge es por sí mismo una institución nacional y, bajo muchos puntos de vista,
que luego analizaré someramente, un caso también único en la historia de las
letras, de la difusión cultural y de la
conciencia democrática de Nuestra América. Por eso su muerte constituyó un duelo
continental, como sospecho no lo ha habido por
ningún otro costarricense en el campo de las letras, la cultura,
divulgación científica y la del compromiso con los mejores y más auténticos valores
de la democracia tal como la entendemos hoy: un sistema político, pluralista,
crítico pero constructivo, solidario y defensor de la naturaleza. Don Joaquín es,
por eso mismo, uno de los costarricenses
más universal de la historia patria en razón de su mentalidad cosmopolita.
Quizás ningún
otro costarricense proveniente del campo de las letras y la cultura ha recibido
en vida más honores fuera de su Patria que él. Como prueba de lo dicho, sito las
palabras de Don Edelberto Torres Espinoza: ”El nombre de García Monge había llegado
a ser pronunciado más que con simpatía, con una nota de respeto y devoción. Era
el más visible de todo el continente como sembrador de cultura. Las personalidades
intelectuales que pasaban por Centroamérica se detenían en San José para
saludarle. Entonces los honores llegaban a él como simientes arrojadas al
voleo”. En cuanto a su propia patria, los honores fueron tantos como los sinsabores,
incluida la persecución. Desde su fundación, fue profesor de liceo, luego
(1917-18) director de la Escuela Normal de Heredia, única institución superior pública de la época. Luego de la caída de del
dictador Federico Tinoco, sería por pocos meses Ministro de Instrucción
Pública. Don Joaquín consolidaba así la obra educacional iniciada por la
reforma de Don Mauro Fernández, pero con plena conciencia de la necesidad de crear
una universidad que llenara el vacío institucional dejado por su ya larga
ausencia y sentida por numerosas personalidades que, desde los tiempos de Tinoco,
venían insistiendo en su creación. Estas mismas personalidades escribieron una hermosa
carta al Ministro García Monge en ese sentido, quien la acogió complacido y la hizo llegar al Presidente Aguilar Barquero.
Se tomaron entonces medidas concretas para llevar a cabo tan imprescindible
obra; pero luego no se continuaron. Don Carlos Monge explica en detalle en su
obra UNIVESIDAD E HISTORIA las causas de este retardo.
De 1920 a
1936 Don Joaquín García Monge ejerce como director de la Biblioteca Nacional;
pero continúa su labor indeclinable como
editor del REPERTORIO AMERICANO iniciada en Setiembre de 1919 y mantenida hasta
su muerte de manera incansable y con
frecuencia, sobre todo, al final de su vida, solitaria y casi sin recursos. Por
eso considero que el acontecimiento más significativo de su vida se da
precisamente en ese 1ro. De Setiembre de
1919 con la aparición de la obra que por sí sola, hará de Don Joaquín García
Monge una de las figuras más relevantes de nuestra cultura: EL REPERTORIO
AMERICANO. Su nombre constituyó una evocación y una manera de honrar y una
continuación adaptada a nuestros tiempos, del que fundara Andrés Bello, un siglo
atrás en Londres, pero con idénticos objetivos: mantener vivos el espíritu del
panamericanismo a través de las expresiones más elevadas de la cultura, como es
la lengua que a todos nos une. Pero el REPERTORIO AMERICANO de Don Joaquín será
algo más; será ventana abierta al mundo, ojo crítico y testigo comprometido de
los acontecimientos políticos y culturales más relevantes de su época.
Como muy pocos
en nuestra historia, García Monge a través de su ingente labor en REPERTORIO AMERICANO
será el testigo más lúcido de su época, la conciencia viva de los más elevados
valores humanos y la voz de denuncia más limpia y audaz de la primera mitad del
siglo pasado. García Monge hará del REPERTORIO AMERICANO el más alto monumento
al humanismo que manos y mente costarricenses hayan jamás construido. Con su
lectura se forjaron generaciones enteras, que mientras vivieron guardaron su memoria en el rincón más sagrado
de sus recuerdos, como lo testimonia Adela Ferreto entre otros muchos. Sus
compatriotas supieron reconocer, al menos en buena medida esa colosal labor. Finalmente, a
escasos seis días de su muerte, nuestra Asamblea Legislativa lo declaró Benemérito
de la Patria.
Pero este Don
Joaquín García Monge, universal y cosmopolita
como quizás ningún otro costarricense, inclaudicable en sus principios y
exigente en sus criterios estéticos, políticos y morales, amado y perseguido, honrado y controvertido, fue sin embargo el hombre más
apegado a su terruño. Gustaba mostrar y demostrar su amor entrañable a su madre,
a su esposa y a su hijo. Jamás negó ni ocultó sus raíces campesinas y su entrañable
apego a su terruño desamparadeño. Tico por los cuatro costados, tuvo, sin
embargo, una mente amplia y ancha como el universo… Tal fue Don Joaquín García
Monge; así se retrata en su obra monumental: EL REPERTORIO AMERICANO, cuyo centenario
amerita ser celebrado a lo largo y ancho de este año.
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