Luego del fracaso del intento de golpe militar
del pasado martes 30 de abril, se puede suponer que los diferentes sectores de
oposición estén considerando la revisión de la estrategia que han adelantado
desde de enero, destinada a deponer a Nicolás Maduro de la presidencia por
medio de una acción del estamento castrense.
Leopoldo Puchi / El Universal
Aunque han generado deserciones, las tres
sublevaciones que se han ensayado este año no han logrado contar con el
respaldo de la oficialidad ni de guarniciones de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (FANB). Los eventos se han limitado a pequeños grupos que han
actuado de forma improvisada.
No obstante, valdría destacar la participación
en el último intento del general Manuel Cristopher Figuera, jefe del Sebin, que
evidencia una fuerte debilidad del sector gubernamental en el área de
inteligencia. Quizás estas circunstancias estén vinculadas a hechos que hasta
el momento no han encontrado explicación, como el suicidio de Fernando Albán,
el arresto momentáneo de Juan Guaidó en enero y la intercepción de la caravana
presidencial.
“EXPLICACIONES”
Voceros estadounidenses, como Elliott Abrams y
John Bolton, han intentado explicar el fracaso de las operaciones diciendo que
varios altos mandos comprometidos decidieron no participar.
Estas versiones, aunque atractivas desde el
punto de vista del cotilleo, no lucen consistentes, porque pudiera ser
razonable imaginar que ha habido intercambios de opinión en la búsqueda de
soluciones pacíficas, pero no luce con sustento que los generales venezolanos
hayan pensado en algún momento en cuadrárseles a Juan Guaidó, como se ha
afirmado.
De modo que es muy probable que hasta Donald
Trump esté recibiendo informaciones equivocadas sobre lo que acontece en la
FANB, y por eso se persista en los planes iniciales. Una comedia de
equivocaciones en la que, como lo señaló el propio Vladimir Padrino López, hay
mucho de “un formato y una conducta mitómana de engaño”, que involucra a
actores de oposición de aquí y de allá.
UNIÓN EUROPEA
La revisión de la estrategia de derrocamiento se
hace necesaria no sólo porque haya fracasado, sino porque se sustenta en una
serie de acciones que han venido perjudicando al conjunto del país: el embargo
petrolero y financiero, la dualidad diplomática en algunos países, que ha
llegado a afectar el manejo de la deuda pública y a empresas como Citgo, y la
amenaza de una intervención militar. Nada de esto es bueno para Venezuela ni
luce que dará resultados.
La Unión Europea, por su parte, también tendría
que reconsiderar su posición, porque no tiene sentido que su política hacia
Latinoamérica sea la de sostener insurgencias castrenses, lo que no está acorde
con su prédica. Y el Grupo de Contacto tendría que aprovechar su reunión del 8
de mayo para modificar su planteamiento y propiciar, en verdad, un acuerdo.
Está planteada la revisión de estrategias y posiciones.
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