El desarrollo
capitalista en China es el sustento material de la “fase primaria del
socialismo” que durará cien años (1949-2049). A mediados del siglo XXI, China
entrará en la fase de socialismo moderno y muchas marcas chinas se posicionarán
en el mercado mundial como hoy acontece con los celulares Huawei.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla,
México
Contrariamente
a lo que sucedió con el modelo soviético de socialismo, en China hoy el
socialismo se construye achicando el Estado y ampliando el mercado. El Estado
solamente se reserva la propiedad plena de la industria energética, de las
comunicaciones (particularmente radio y
televisión) y la industria del transporte (particularmente el sistema
ferroviario). Todo lo demás está sujeto
a una economía mixta que va de una participación mayoritaria del Estado con la
iniciativa privada hasta la situación inversa: una participación mayoritaria o
total de la iniciativa privada en relación al Estado. Más aún, inserta la
economía china en la globalización, hoy en China ya está permitido que el
capital extranjero sea accionista
mayoritario en las distintas ramas de la
economía. Con ese modelo, China ha tenido un crecimiento espectacular de su
Producto Interno Bruto el cual se duplicó entre 1978 y 2000 y se ha vuelto a
duplicar entre 2000 y 2020. La cuadruplicación del PIB ha permitido sacar a 700
millones de China de la pobreza. En 2019
en China todavía existen 17.5 millones de pobres. En 2020 ya no habrá ninguno.
La
productividad china es asombrosa. En las afueras de Xi’an, la fábrica de
automóviles eléctricos BYM produce 600 mil vehículos al año además de cientos
de miles de baterías para este tipo de automóviles. En las afueras de Beijing,
la aldea Beigou con unos cuantos miles de habitantes produce 300 mil toneladas
de hortalizas al año. China es hoy la segunda potencia mundial pero es
previsible que pronto sea la primera. No obstante lo impresionante del
desarrollo chino, éste tiene talones de Aquiles. En primer lugar no es
autosuficiente tecnológicamente pues la mayor parte de sus ramas productivas
tienen una dependencia tecnológica de entre 30 y 40%. En segundo lugar el
crecimiento acelerado del PIB ha creado un
mayúsculo problema ambiental que ha ocasionado emergencias como la del
2013 cuando una nube tóxica colmó los cielos de vastas regiones durante 24
días. Entre las 20 ciudades más contaminadas del mundo, 16 son chinas y el 70%
del agua en el país ha mostrado
contaminación. Deng Xiaoping dijo que no importaba el color del gato
sino que cazara ratones. Hoy es un consenso en China que el gato debe ser
verde. “Cielo azul, llanuras verdes y aguas cristalinas” es una divisa del Partido y Gobierno.
El desarrollo
capitalista en China es el sustento material de la “fase primaria del
socialismo” que durará cien años (1949-2049). A mediados del siglo XXI, China
entrará en la fase de socialismo moderno y muchas marcas chinas se posicionarán
en el mercado mundial como hoy acontece con los celulares Huawei. China aspira
a extender su poder blando por todo el mundo y eso lo hará a través de su
programa de cooperación internacional que es llamado “La franja y la ruta de la
seda”. El PCCh no ha renunciado a sus objetivos socialistas y comunistas, está
usando a la acumulación capitalista para estos objetivos. He aquí las
peculiaridades chinas de su socialismo.
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