Ante el
desplome como castillo de naipes de esta nueva asonada golpista, Trump y sus
voceros han repetido por enésima vez que no descartan una intervención militar
y tienen todas las cartas sobre la mesa. ¿Será en verdad así?
Luego de la
derrota de la intentona golpista de la oligarquía encabezada por Guaidó el 2 de
mayo, una vez más se revela que éste personaje
no logra el apoyo de masas que requiere, ni la anhelada sublevación
miliar que suplica, Los portavoces de Trump han rayado en lo ridículo, tal como
el disparate de Pompeo asegurando que
Maduro estaba montado en un avión para huir a la Habana, lo que no se efectuó
por consejo de Putin.
Otra escena
que raya en la comedia es la supuesta liberación de Leopoldo López, quien
estaba en arresto domiciliario en su lujosa mansión, para acompañar unas horas
a Guaidó, repitiendo su guión una y otra vez (hasta el hartazgo en CNN), en el
sentido de que la hora de la “libertad” se acerca, con un pequeño grupo de
militares a su alrededor y algunos civiles opositores frente a la base militar
La Carlota, bajo control del Ejercito Bolivariano.
Pocas horas
después el “valiente” líder de Voluntad Popular: Leopoldo López huye con su
esposa Lilliana Tintori y familia a refugiarse en la embajada Chilena de Piñera,
el mismo que reprime a mapuches y a estudiantes, y de repente, pega un salto a
la embajada española del gobierno del PSOE, supuesto “socialista” alineado a la
OTAN y, desde luego a Trump.
Ante el
desplome como castillo de naipes de esta nueva asonada golpista, Trump y sus
voceros han repetido por enésima vez que no descartan una intervención militar
y tienen todas las cartas sobre la mesa. ¿Será en verdad así?
Trump es un
apostador a la usanza de Wall Street. Es
un simulador que, como es usual en el póker, le gusta blofear. La hipótesis que
sostengo es que, lejos de una masiva intervención militar lo que fraguan Trump
y sus lugartenientes: Mike Pence, Elliot Abrams, Mike Pompeo y John Bolton es
otra táctica. El negocio de la guerra que parecen fraguar es para los
mercenarios de Black Water, cuyo accionista principal del lucrativo y
sangriento negocio privado de la guerra en Irak: Dick Cheney, ex Vicepresidente
de Bush Jr.
Pero Duque no
está tan chiflado para meterse directamente en esa aventura, porque le puede
incendiar su propia casa, habida cuenta que sigue activo el ELN y el
descontento social cada vez se incrementa más en Colombia. Pero el fascistoide
Bolsonaro, con ínfulas de dictador, es otra cosa, es impredecible. Así que hay
varios ingredientes para la conflagración.
Sin embargo,
los capitanes de Wall Street y el Pentágono son zorros viejos, han sacado
conclusiones de la experiencia acumulada: su derrota en Viet Nam, y
recientemente su empantanamiento en Siria, Irak y Afganistán. Una guerra civil
no la desea ningún burgués serio, porque puede provocar el efecto del aprendiz
de brujo. Siguen apostando a corroer desde adentro a sectores de las Fuerzas
Armadas Venezolanas. Si a eso le sumamos, el bloqueo, la pavorosa
hiperinflación y la carestía que se carga sobre las espaldas del pueblo,
mientras el régimen madurista muestra su incapacidad reiterada para tomar acciones
de contragolpe contra el imperialismo norteamericano y sus aliados de la OTAN,
así como la oligarquía, al seguir pagando fielmente la estafa de la deuda
externa, mantener los contratos y concesiones a transnacionales petroleras
yankis como la Exon, y no expropiar a los burgueses golpistas, y especuladores..
Pues el escenario está servido para una guerra de baja intensidad (como la que
aplicó Reagan contra Nicaragua en los 80), y mucho me temo que a la larga el
desenlace puede ser fatal para la independencia de Venezuela, ávido como está
el imperialismo norteamericano por reconolizarla. Ojalá, a la larga, me
equivoque.
Pero no es
hora de ungir a caudillos infalibles, ni de ser devotos a la boliburguesía
madurista, es una hora decisiva, dónde el análisis serio, crítico y
autocrítico, debe ayudar a buscar una salida revolucionaria, independiente de
las fracciones burguesas en disputa, desde la clase trabajadora y los sectores
populares, ante la criminal agresión yanki, las inconsecuencias y límites de la
boliburguesía y el agravamiento de la crisis venezolana, epicentro de la
geopolítica hemisférica.
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