Replantearnos el proyecto socialista no es para abrir viejos debates o
rencores sobre revisionismo y ortodoxia; todo aquello que aletargó el avance en la construcción de sociedades
más justa debe ser erradicado de las practicas de la
izquierda socialista.
Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Yucatán, México
La sombra que dibuja el pasado suele pesar mucho más de lo que se
quisiera o reconoce, esto en la vida cotidiana de un individuo como en los
proyectos colectivos que buscan fomentar cambios transcendentales en la
estructura social, viejas formas se repiten creyendo que traerán el resultado
deseado ¿pero cómo han de funcionar las cosas de antaño en un presente ajeno a
muchos de los aspectos que dieron lugar al origen de las ideas propuestas? La
renovación del análisis de la realidad, la mirada puesta en lo concreto del
cotidiano devenir de la sociedad tiene que repensarse a cada instante, sea para
reafirmar postulados interpretativos o para desplazarlos y permitir la
reformulación de los proyectos sociales que busquen transformar las condiciones
de vida desde la realidad objetiva, el estudio de las estructuras que dan
sustento a la sociedad en cuestión es irremplazable, lo profundo de la medula
central que sustenta al capitalismo hay que rastrearla en los orígenes mismos
del postulado inicial que diera lugar al sueño del socialismo; la lucha de
clases sigue siendo el motor de la historia. Hay que volver a mirar la teoría
de la acumulación originaria donde se explica la naturaleza depredadora del
capitalismo, hoy la utopía socialista sigue vigente porque se sustenta en esa
misma contradicción del sistema al que cuestiona, pero también sobre el
socialismo pesan lozas ideológicas, ya sea que fueron formuladas por los
ideólogos e intelectuales del capitalismo para desprestigiarlo o ya sea que
fueron creadas en la práctica misma de quien dijo estar cambiando hacia la
construcción de una sociedad superior.
La batalla venidera, la que dará luz al socialismo en el mundo, tiene
que partir de cuestionar el mismo proyecto, repensarlo, replantearlo,
reformularlo, criticarlo como si se fuera el peor enemigo y, a la vez, ir en
ese ejercicio de auto-conciencia consolidando cada una de las partes actuales,
cada una de las interpretaciones y conceptos que tiene aún más razón de ser en
esta sociedad del siglo XXI, nuevamente amenazada por la voracidad
neocolonialista de las potencias imperialista del mundo y por el incremente de
la inhumana lógica de reproducción del capital. Fue el propio Carlos Marx quien
planteó la necesidad de dudar de todo para generar el avance del conocimiento y
de las sociedades. El pasado con toda su sombra tendrá que dar paso a la luz de
la urgencia y la necesidad que se encarna en el único camino para superar el
apocalipsis humano que vivimos: el socialismo resurgirá como siempre lo ha
hecho.
Replantearnos el proyecto socialista no es para abrir viejos debates o
rencores sobre revisionismo y ortodoxia; todo aquello que aletargó el avance en la construcción de sociedades
más justa debe ser erradicado de las practicas de la
izquierda socialista. Aún hoy, adoradores de la
ortodoxia siguen emulando la imagen del estalinismo que en muchos casos ni
vivieron, copian formulas o repiten recetas, pero olvidan lo concreto de la
realidad, lo complejo del entramado social y más en sociedades como las
presentes en donde la misma palabra socialista es asociada a regímenes
contrarios al ideal propuesto, el replanteamiento del socialismo requiere una
doble o triple disputa, necesita superar esa imagen que desprestigia con el
solo nombre al proyecto y poder ponerlo de nuevo como una opción deseable por
los oprimidos del mundo, necesita un debate que abierto, libre, emancipador y
desde luego proyectivo que cimente el resurgimiento del movimiento anticapitalista
y revolucionario.
Las actuales experiencias de lucha dan luz en esta noche larga en la que
muchos siguen buscando su rumbo por haberse alejado de la realidad, los sujetos
sociales levantan las manos en el pase de lista de la historia y hay que estar
ahí para tomar la nota de sus enseñanzas, el socialismo es la opción real para
superar los males del capitalismo, no para moldearlos o maquillarnos, es el
proyecto liberador que requerimos con urgencia, pero no podemos seguir
pensándolo como hace décadas o siglos, muchos de los partidos comunistas
aletargados en sus juicios siguen hablando de formulas de otros tiempos, la
vanguardia esta en lo cotidiano: en la mujer que destruye al patriarcado; en los
trabajadores y las trabajadoras que organizan piquetes y cooperativas o toman
los centros de producción para exigir sus derechos; en los campesinos y las
campesinas que defienden sus tierras y rechazan la expropiación genocida de la
modernidad; en los estudiantes que se atreven a soñar con países libres, democráticos,
justos y soberanos; en los pueblos originarios que defienden su cultura y su
presente puesto en juego en esta compleja y contradictoria realidad reafirmando
su autodeterminación y construyendo la autonomía. La vanguardia esta
reformulando las demandas y las prácticas concretas de la resistencia, el
socialismo para reconvertirse nuevamente en la opción real de los pueblos
oprimidos tiene que reformularse, pero todo ello requiere del ejercicio crítico
de nuestra misma utopía, la superación de las sombras del pasado y la abolición
de los temores que detienen la marcha de nuestros esfuerzos por la liberación
definitiva. El socialismo es vigente y es el camino emancipador: construyámoslo
reformulando o reafirmando desde la raíz sus fundamentos de análisis social y
libertad humana.
Integrante del Colectivo Disyuntivas
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