El sociólogo francés
Frederic Lebaron analiza la “crisis de creencia” que atraviesan las propuestas
neoliberales después de las experiencias progresistas en América latina y de la
crisis financiera global, pero advierte que las elites que las promueven siguen
en posiciones de poder.
Javier Lorca / Página12
Frederic Lebaron |
“El neoliberalismo ya
no es capaz de imponerse como antes”, dice Frédéric Lebaron, pero las elites
que lo promueven “siguen estando en posiciones de poder”. Sociólogo francés,
Lebaron fue ayudante de Pierre Bourdieu en el Collège de France y está en el
país, invitado por el Centro Franco Argentino en Altos Estudios de la UBA, para
dictar un seminario sobre “Las políticas neoliberales contemporáneas”. En esta
entrevista con Página/12, señala que las ideas y las promesas asociadas a la
supuesta “eficiencia natural del mercado” –las mismas que buscan reconstituirse
en Latinoamérica– atraviesan “una verdadera crisis de creencia” y han generado
en Europa “un crecimiento de las desigualdades en las condiciones de vida”.
–¿Qué especificidades observa en el neoliberalismo
contemporáneo? ¿Qué diferencias y qué continuidades analiza respecto de
experiencias anteriores?
–Desde 2007-2008 y la
gran crisis financiera mundial, el neoliberalismo ya no es capaz de imponerse
de manera tan evidente como antes como el portador de la única política
posible, en particular en América del Norte y en Europa. Se enfrenta a una
profunda crisis intelectual: la idea de una eficiencia natural del mercado ha
perdido gran parte de su fuerza y las promesas de progreso y justicia
relacionadas con un crecimiento económico liberalizado se han desdibujado ampliamente.
El neoliberalismo se enfrenta a una verdadera crisis de creencia. En los años
‘80, las conquistas neoliberales se encadenaban con facilidad y rapidez:
victorias electorales (Thatcher, Reagan), el cambio doctrinal de los
socialdemócratas europeos, rupturas estructurales con la liberalización
financiera global, luego, el Consenso de Washington a principios de los 90 tras
la caída del comunismo soviético. Todos parecían éxitos. Las cosas cambiaron en
la década del 2000 en América Latina con la llegada de gobiernos de izquierda,
y después de 2007-2008 los cambios se extendieron a nivel mundial. La
inestabilidad endémica de las finanzas globales es la principal causa de la
pérdida de crédito del neoliberalismo. Al mismo tiempo, las élites económicas y
políticas neoliberales siguen estando en posiciones de poder y continúan
intentando promover sus políticas.
–¿Qué consecuencias sociales han tenido las políticas de
austeridad en Europa?
–La unificación
monetaria europea fue acompañada por criterios estrictos en materia de déficit
presupuestario y deuda pública. Pero los Estados jugaron un poco con las reglas
y, en 2009, hasta dejaron deslizar el déficit para hacer frente a la crisis
económica mundial. A partir de 2010, especialmente tras la intensificación de
la especulación financiera enfrentada por el Estado griego, gobiernos e
instituciones de la zona euro se orientan hacia políticas de austeridad más o
menos severas, basadas en una rápida reducción del gasto público. El objetivo
es el desendeudamiento de los Estados, pero el resultado es sobre todo un
crecimiento económico muy bajo, e incluso una recaída en la recesión, en
algunos países muy pronunciada. Entonces, observamos una degradación bastante
general del mercado de trabajo. Desde 2013, la situación se agrava menos
rápidamente en general, pero en ciertos países se producen no sólo más
desempleo y precariedad laboral, sino también más pobreza y más desigualdad. La
situación en 2016 sigue siendo de un extremado deterioro en Grecia, Portugal y
España. En Francia, las políticas de austeridad son menos fuertes, pero tienen
sin embargo efectos graves, con el mercado de trabajo en una situación muy
difícil y con un aumento de la precariedad. Estas consecuencias se reflejan en
toda la zona euro con un crecimiento de las desigualdades en las condiciones de
vida.
–¿Cuál es la incidencia del neoliberalismo y de las
lógicas financieras en las universidades y las instituciones de investigación
científica?
–En el sector de la
educación superior y la investigación, las lógicas financieras penetran
lentamente y de un modo específico, en la medida en que el peso de las lógicas
públicas y la referencia al servicio público sigue siendo muy fuerte. En primer
lugar se observan recortes presupuestarios más o menos brutales: en Francia y
en Europa es particularmente el sector público y masivo de la enseñanza
superior el que ve degradada su posición. Luego, las áreas jerárquicas y las
estructuras internas se mueven bajo el efecto de la difusión de los criterios
financieros: por ejemplo, son considerados “centros de ganancia” los
laboratorios que tienen más contratos con el sector privado y las carreras
dirigidas a segmentos más valorizados del mercado de trabajo. Por el contrario,
las carreras masivas, las que se dirigen a profesiones del sector público,
educación, ciencias sociales, salud, tienen menos apoyo. Los laboratorios de
investigación básica sobreviven sólo si demuestran su “excelencia”, según
criterios cada vez más cuantitativos. Las lógicas del ranking se extienden en
detrimento de la idea de lucha contra las desigualdades sociales frente al
acceso y la producción del conocimiento.
–¿Cómo se ha construido el valor mercantil del
conocimiento, en detrimento de su concepción como bien público?
–En el contexto
institucional que analizamos, el peso de las empresas y las lógicas financieras
se refuerza también en la producción y difusión de los conocimientos. Pero, al
mismo tiempo, la demanda de educación superior de parte de las familias es fuerte,
y el sentimiento de injusticia y desigualdad ante el sistema actual es
demasiado grande, particularmente en Francia. Tenemos un sistema educativo muy
oligárquico y jerárquico, y, por otro lado, la eficacia global de las
instituciones se está deteriorando como consecuencia de las restricciones
presupuestarias. La educación y el conocimiento son pilares de la democracia,
la igualdad y la autonomía. Es por eso que defender estos valores y su carácter
de “bien público” es fundamental.
–¿Qué transformaciones analiza en particular en el
discurso de las ciencias económicas?
–La ciencia económica
atraviesa un período difícil desde que se la hizo fracasar en 2008-2009. La
teoría de los mercados eficientes, la idealización de la utopía de un
equilibrio de mercado cuasinatural, directamente se vieron desafiados por los
hechos. A partir de ahí, dos respuestas son posibles. Algunos consideran que
los fracasos de las políticas económicas se deben a una insuficiencia de las
reformas neoliberales para garantizar el buen funcionamiento de los mercados.
Este discurso es muy fuerte en Europa, donde se acusa el Estado de bienestar de
todos los males. En Francia esta posición está representada por economistas
como el premio Nobel 2014, Jean Tirole. Ellos piensan que el principal problema
económico es la rigidez del mercado de trabajo, al igual que los economistas de
la Comisión Europea, de la OCDE, sin mencionar a la mayor parte de los
economistas del FMI. Son los economistas más cercanos a la industria
financiera. Del otro lado, hay dos polos: los que consideran que olvidar los
preceptos de la macroeconomía estándar y la influencia de las teorías falsas
condujo a una creciente desigualdad y a una mayor inestabilidad (Stiglitz,
Piketty y algunos otros), y los que, en el fondo muy cercanos, consideran que
el capitalismo financiero entró en una crisis muy profunda que vuelve a poner
en cuestión a los pilares del sistema económico, por lo que apelan a reformas
aún más radicales. Estos últimos son poskeynesianos, institucionalistas, marxistas.
Me parece que la alianza entre estas dos fracciones es portadora de un cambio
posible de las instituciones y de las políticas económicas, pero su
acercamiento sólo tendrá eficacia si encuentra expresiones en el campo
político. Son los movimientos sociales, los pueblos, los que todavía tienen la
llave de la Historia.
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