La valoración histórica del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC)
viene dada por ser éste, el último en el que participará la generación que dio
origen a la revolución cubana.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
Según todos los analistas, este tema entraña el problema de fondo del
futuro del proceso revolucionario, cual es, si la ausencia física de los
líderes históricos no interrumpirá el devenir de la construcción del socialismo
en Cuba, sobre todo después de los cambios acaecidos en los últimos dos años en
la relación con Estados Unidos y la ya anunciada avalancha de novedosas formas
intervencionistas que provendrán de la potencia del norte.
En el Congreso, el discurso del Comandante Fidel Castro fue en la
práctica una formal despedida de su pueblo. A su vez, Raúl confirmó su salida
del poder al concluir su mandato presidencial en 2018. Conscientes de esta situación, la dirección
del PCC con Raúl a la cabeza se ha dado a la tarea de solidificar la
institucionalidad del Estado y el Partido, a fin de que la firmeza que da la
estatura moral de Fidel, Raúl y los otros dirigentes que desde 1953
vanguardizaron la lucha por la toma del poder y desde 1959 lo dirigen, tenga
continuidad en la fortaleza de un país con instituciones sólidas y seguras para
resistir los embates del futuro.
Este Congreso fue en los hechos, una segunda parte del anterior, el VI,
realizado en 2011, el primero sin que Fidel estuviera en la máxima dirección
del Partido y el Estado. Frente a los agoreros que vislumbraban un
desmoronamiento del sistema cubano, las tareas trazadas por ese Congreso se han
ido cumpliendo “sin prisas, pero sin pausas” como acostumbra a decir Raúl.
En este evento se aprobaron los siguientes documentos:
1. Resolución sobre el Informe Central al VII Congreso del Partido Comunista
de Cuba.
2. Resolución sobre el Proyecto de Conceptualización del Modelo
Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista.
3. Resolución sobre el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social
hasta 2030: Propuesta de visión de la nación, ejes y sectores estratégicos.
4. Resolución sobre Resultados de la Implementación de los Lineamientos
de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el
VI Congreso y su actualización para el período 2016-2021.
5. Resolución acerca del Cumplimiento de los Objetivos de Trabajo
aprobados por la Primera Conferencia Nacional del PCC y las directrices del
Primer Secretario.
Sería muy extenso referirse en un artículo corto como éste a cada
documento en particular, pero sintetizando se puede decir que el Congreso se
abocó a revisar los acuerdos del anterior, en cuanto al proceso de
transformación de la economía cubana o lo que los cubanos llaman “Lineamientos
de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”, así mismo hizo
una evaluación que permitió conocer que el 21% de los acuerdos se han cumplido
totalmente y el 78% se encuentra en fase de implementación. Este VII Congreso
agregó 50 nuevos lineamientos a ser evaluados en el próximo Congreso.
De la misma manera, durante el cónclave se trazaron las pautas de
desarrollo de la economía cubana en el mediano plazo, estableciendo ejes
estratégicos y la creación de cimientos para el desarrollo económico del país a
partir de la implementación de una
gestión de gobierno “eficaz, socialista y de integración social” que se propone
“la transformación productiva e inserción internacional; el desarrollo de
infraestructura, potencial humano, la ciencia, la tecnología, la innovación,
los recursos naturales y el medio ambiente, y el desarrollo humano, la equidad
y la justicia”, como metas para el año 2030.
Por otra parte, el VII Congreso se propuso elaborar los basamentos
teóricos que sustentarán el modelo económico cubano. En este aspecto, fueron
particularmente relevantes los debates sobre la definición acerca del enfoque
de nación y los fundamentos para el ejercicio de la democracia en Cuba.
Finalmente, el Congreso aprobó resoluciones en torno al trabajo del PCC
y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) estableciendo parámetros en torno al crecimiento
de la militancia, así como los 60 años como edad máxima para ingresar al Comité
Central y hasta 70 años para de¬sempeñar cargos de dirección en el Par¬tido, y
la reelección de los máximos dirigentes solo una vez hasta cumplir un lapso
total de 10 años en sus responsabilidades.
El nuevo Buró Político conserva 12 de sus miembros, solo 3 forman parte
del liderazgo histórico de la Revolución e incorpora 5 nuevos, de ellos tres
mujeres, dando continuidad al proceso de renovación iniciado hace varios años.
Raúl Castro fue reelegido como Primer Secretario y José Ramón Machado Ventura
como Segundo Secretario del Comité Central.
De la misma manera, este evento mostró la extraordinaria capacidad de
Raúl Castro para desdoblarse en sus dos funciones de presidente de la república
y máxima autoridad del Partido Comunista. El discurso amplio y conciliador que
corresponde a un estadista, que incluso lo llevó a decir en la Cumbre de la
CELAC en Panamá, que el Presidente Obama “era un buen hombre”, contrastó con el
del Informe Central al Congreso en el que fiel a su estilo concreto y conciso
expuso a través de su tradicional retórica crítica y autocrítica y desde la
perspectiva revolucionaria y socialista, los avances y las trabas surgidas en
el proceso de reformas económicas emprendidas a partir del anterior Congreso.
En palabras del presidente cubano: “El obstáculo fundamental que hemos
enfrentado, tal y como previmos, es el lastre de una mentalidad obsoleta, que
conforma una actitud de inercia o de ausencia de confianza en el futuro”.
Alertó en torno a que incluso “…han estado presentes aspiraciones enmascaradas
de restauración del capitalismo como solución a nuestros problemas”.
La reiteración en mantener como objetivo supremo del PCC, la
“construcción de un socialismo próspero y sustentable” se acerca como solución,
-tal como lo vengo diciendo desde hace casi diez años- a los experimentos chino
y vietnamita, sólo que esta vez, acorde a la propia experiencia pasada, Cuba
está construyendo su propio modelo, que sobre todo parte de la raíz martiana y
del ideal de independencia y soberanía edificado en una permanente lucha en
contra del interés imperial de Estados Unidos de apoderarse de la isla, incluso
desde alrededor de 100 años antes de su independencia formal del colonialismo
español.
Toda esa tradición, ha permitido cimentar una sólida identidad nacional
que fusionada en el siglo XX, con la resistencia del pueblo cubano a los
gobiernos neocoloniales y el ideario de Fidel surgido a partir de “La historia
me absolverá”, y fortalecido en más de 50 años de firmeza y aguante al inhumano
bloqueo gestado por la principal potencia imperial del planeta, permiten
visualizar “las bases teóricas y las características esenciales del modelo
económico y social al que aspiramos como resultado del proceso de
actualización” tal como lo dijo Raúl en su informe. El llamado final fue “en pos de la
consecución de una nación soberana, independiente, socialista, próspera y
sostenible”, como para que no quedaran dudas del rumbo socialista de Cuba a
pesar del cambio de táctica de Estados Unidos en su afán de destruirla.
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