El 17 de mayo de 1990 la Asamblea General de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) acordó eliminar
la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Por ello desde
2004 se celebra el día internacional contra la homofobia, bifobia y
transfobia.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Ésta efemérides revela
que mucho se ha avanzado desde aquellos días en que lo “natural” era la
heterosexualidad. La ciencia y el desenvolvimiento cultural de los últimos
años, nos revelan que la sexualidad
humana es sumamente compleja como para
encasillarla en dos géneros. Más aún, los géneros son construcciones sociales.
Hoy sabemos que éstos son más diversos de lo que antaño aceptábamos. Existen homosexuales (gays),
lesbianas, bisexuales, transexuales, travestis, intersexuales (hermafroditas) y
asexuales. Por fortuna, en buena parte
del mundo occidental hoy se considera políticamente incorrecto el odio contra
quienes tienen una orientación sexual distinta a la que se considera
normal.
No obstante ello, en
muchos países el odio contra personas de orientación sexual distinta
(homofobia, bifobia y transfobia) sigue siendo una realidad lacerante. Los
asesinatos y agresiones de todo tipo contra homosexuales por ejemplo son
comunes. Y la motivación de estas infamias es precisamente el odio que genera la diferencia. Y hablando
con un compañero gay de lides políticas,
me decía que buena parte de estos asesinatos ocurren después de que un
macho heterosexual ha aceptado tener sexualidad homosexual con alguien. El
asesinato se convierte en estos casos
una conjura que elimina el tener que aceptar las propias inclinaciones
homosexuales. Los crímenes homofóbicos,
bifóbicos o transfóbicos son tan comunes que el 26 de septiembre de 2014 el
Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas aprobó una resolución para
combatir la violencia y la discriminación por orientación sexual e identidad de
género.
En el mundo existen al
menos 79 países en los que se castiga a
la homosexualidad con penas que van desde multas, trabajos forzados,
deportación hasta castigos físicos, prisión y
cadena perpetua. Siete países
aplican la pena de muerte a los que se les descubre tal identidad. Solamente en
diez países se ha legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo
(matrimonio igualitario). En México, el único partido político que tiene una
secretaría nacional y secretarías de diversidad sexual en cada uno de los estados es Morena. Aun así es
tan arraigada la homofobia, que una
diputada local de Tabasco se ha permitido hacer declaraciones
homofóbicas y otra más de Campeche votó en la legislatura local contra la
legalización del matrimonio igualitario. Ambas diputadas están enfrentando
procesos legales internos por actuar contra la política de dicho partido.
Y cuando escribo
esto, no olvido el estrujante caso del
gran escritor inglés Oscar Wilde quien sufrió dos años de prisión y trabajos
forzados por cometer actos “en contra de la naturaleza”. Este hecho destruyó la
vida de Wilde. Al salir de la cárcel su salud estaba deteriorada y murió poco
tiempo después abandonado por su familia y en la extrema pobreza. Esto sucedió
hace más de un siglo. Hoy continúa la lucha contra la homofobia, bifobia y transfobia.
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