En la última reunión con
el Consejo Episcopal Latinoamericano en Roma, alertó sobre los conflictos sociales,
económicos y políticos de Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina donde "se
puede estar pasando a un golpe de Estado blando".
Luis
Manuel Arce / Prensa Latina (Cuba)
Papa Francisco |
El Sumo Pontífice
comparte una inquietud generalizada en la región por el desfachatado golpe de
Estado a la presidenta Dilma Rousseff, la guerra civil que se gesta en
Venezuela, la inaudita victoria astringida de Mauricio Macri en Argentina que
ha permitido la reimplantación de un neoliberalismo arrasador, y la campaña
sucia contra Evo Morales que impidió su reelección.
El papa Francisco no
avanza más allá del enunciado de una situación sospechosa, anómala, ilógica, en
extremo peligrosa para la estabilidad política y la paz regional, que se da en
escenarios en los que sobresalen grandes logros sociales en beneficio de las mayorías.
Es decir, los reveses en
las urnas que han registrado gobiernos progresistas y revolucionarios como los
de Argentina, Venezuela, Brasil y Bolivia, no han sido resultado de un fracaso
del modelo antineoliberal adoptado, sino de una crisis inducida en la que se
han puesto en juego grandes capitales para boicotear sus logros o, peor
todavía, desacreditarlos.
El expediente utilizado
en todos esos países por los grandes medios de comunicación ha sido el más
sencillo de todos y de tanta antigüedad como la vida misma: la ambición natural
del ser humano, como dijera Lula al buscar una explicación racional a las
marchas populares.
Cuando se logra tener una
bicicleta se lucha por el carro y cuando lo consigue se quiere conquistar el
mundo.
¿La propaganda de la
derecha neoliberal, dueña de los medios de comunicación rectores, es tan
excelente que logra explotar ese sentimiento equivocado con éxito y enredar a
tanta gente?
No parece serlo, aun
cuando se admita que tienen el arte del engaño muy bien cultivado y abonado
para confundir y hacer que los antiguos paquetazos de ajuste económico y social
del Fondo Monetario parezcan ayuda financiera, que el saqueo de recursos
nacionales se vea como una inversión productiva, las relaciones desiguales como
alianzas amistosas y, lo que es peor, la pobreza como un hecho consumado e
invariable: un destino manifiesto.
Se las arreglan para
hacer creer que la clave no está ni en vanagloriarse ni autoflagelarse por el
pasado -como proclama Barack Obama- sino que el presente es lo que manda y el
futuro es lo que espera, para borrar así, con mensajes subliminales o
abiertamente agresivos, la memoria histórica, principal enemigo del
neoliberalismo.
Más allá de ese poder
mediático y de las montañas de dólares que los respaldan, la razón más profunda
de los retrocesos que han experimentado los gobiernos progresistas está en el
descuido de la formación ideológica de la sociedad, como ha señalado el fraile
dominico brasileño Frei Betto.
Los retrocesos en una
sociedad desigual, dijo, significan que hay una permanente lucha de clases. No
podemos engañarnos, pues no se garantiza el apoyo popular a los procesos
solamente dando al pueblo mejores condiciones de vida, porque eso puede llevar
a la gente a una mentalidad consumista.
Estamos volviendo atrás y
sobre todo porque no hemos desarrollado una política sostenible, no hemos hecho
reforma estructural, reformas agrarias, tributarias, presidenciales, políticas,
e hicimos una política buena pero cosmética, o sea, que no tenía raíz, sin fundamentos
para su sustentabilidad, asegura Betto.
El alerta del papa
Francisco es atinada aunque en los marcos estrechos del ámbito feérico.
No se puede perder de
vista que el neoliberalismo resucita y que lo hace bajo la divisa de atomizar
la región, eliminar todo lo que se avanzó en materia de integración regional,
crear inéditas cadenas de dominación mediante la denominada nueva economía del
conocimiento y sus acuerdos de propiedad intelectual para perpetuar la
dependencia tecnológica de los países periféricos e imponer su producto
ideológico.
La internet y las redes
sociales son pistas muy anchas y toda la policía del universo sería
insuficiente para vigilarla. Por ellas transita todo.
Como decía Cintio Vitier,
"lo propio del ingenuo american way
of life es desustanciar desde la raíz los valores y esencias de todo lo que
toca”. Es tan avasalladora esa invasión que "en cualquier momento futuro
podremos estar expuestos a la desaparición como Estado aunque sea en apariencia
soberano".
Tengamos siempre presente
la alerta de ese gran martiano en momentos en que aun cuando explotan bombas y
se ametrallan ciudades pobladas, la batalla de ideas sigue siendo
imprescindible.
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