Con los aportes del
GIEI y también con los del Equipo Argentino de Antropología Forense, la verdad
se está abriendo paso. Y la verdad es el fundamento de la memoria. Memoria y
verdad a su vez le abren paso a la justicia. Ojalá en México esto se haga
realidad.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El día 30 de abril de
2016, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes vinculado a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, salió de México después de presentar su reporte final. El
gobierno mexicano decidió no prorrogar más el tiempo de funciones de dicho
grupo y por ello los expertos tuvieron que salir de México. El GIEI piensa que las investigaciones sobre
lo que realmente ocurrió con los normalistas de Ayotzinapa, “apenas está empezando”. Esta aseveración
evidencia el motivo de la salida del GIEI y el que el gobierno haya decidido
cortar las comunicaciones con éste: quería que el caso se cerrara. La verdad
oficial presentada como “verdad histórica”
por el anterior Procurador de la República Jesús Murillo Karam, fue demolida por el GIEI en su informe de
septiembre de ese mismo año. El grupo concluyó que no había evidencias
contundentes de que hubiese habido un incendio en el basurero del municipio de
Cocula, en donde supuestamente habrían sido incinerados los 43 normalistas
después de ser asesinados.
La desaparición de los
43 normalistas fue desde el principio una brasa ardiente en las manos del gobierno.
Es evidente que armó una explicación para que la sociedad le diera la vuelta a
la página y pronto el espantoso crimen quedara en el olvido. Pero la memoria
y la verdad poco a poco se han ido
abriendo camino en este año y medio. Para empezar el GIEI ha concluido que como
se dijo, no hay evidencia de un incendio en el basurero de Cocula. Aquella
infausta noche del 26 de septiembre llovió fuertemente en el lugar, la
vegetación aledaña no mostró signos de haberse quemado como correspondía a un
incendio de esa magnitud. La verdad
oficial se sustenta en las confesiones de los inculpados, pero reportes médicos
indican que el 80% de estos fueron torturados.
La bolsa con restos óseos encontrada en el Río de San
Juan fue descubierta un día después de que elementos de la Procuraduría General
estuvieran allí, presencia que no se informó en el reporte de dicha
procuraduría. Los teléfonos celulares de los estudiantes, mostraron actividad
después de la hora en que supuestamente fueron asesinados e incinerados. A diferencia
de la verdad oficial, se sabe que fuerzas de seguridad de distinto nivel -entre
ellas el ejército-, estuvieron presentes durante las agresiones a los
estudiantes. Un quinto autobús con estudiantes normalistas desaparecidos nunca
fue mencionado en el informe oficial. Ahora se cree que llevaba dinero o droga
y que probablemente estaba protegido por elementos de dichas fuerzas de
seguridad. Las investigaciones se han centrado sobre los autores materiales
pero no han investigado a fondo las cadenas de mando. El ejército nunca cooperó
con el GIEI y se negó a ser entrevistado por éste último.
Con los aportes del GIEI
y también con los del Equipo Argentino de Antropología Forense, la verdad se
está abriendo paso. Y la verdad es el fundamento de la memoria. Memoria y
verdad a su vez le abren paso a la justicia. Ojalá en México esto se haga
realidad.
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