No soy feminista, ni roja, ni de izquierda, ni revolucionaria. Sé muy
bien a dónde pertenezco: soy paria y
Cristina Fernández es mi amor. Como lo es Mercedes Sosa, Dilma, Evita y la
Violetona Parra.
Ilka
Oliva Corado / Especial para Con Nuestra América
Desde Estados Unidos
Y como articulista gritar este amor a los cuatro vientos me ha valido
censuras. Me han acusado en más de una ocasión de ser mercenaria, de vivir en
Estados Unidos con dinero que me envían Cristina y Dilma para que escriba sobre
ellas. ¡Válgame! Las mujeres ni saben que existo, pues… Y ni que yo fuera una
articulista leída mundialmente, (la verdad es la verdad) con gran peso en las
plataformas comunicacionales y que moviera masas con solo un tronar de dedos,
como sucede con otros. Sé muy en dónde
estoy parada.
Y lo digo con claridad: Cristina, mi amor. Aunque ella es el amor de
miles, como lo sigue siendo Evita. Ya perdí la cuenta de cuántos medios me han
censurado por escribir sobre ellas, sobre los logros de sus gobiernos y sobre
la violencia de género que han vivido. Me han llamado fanática y desvalorizan
mis opiniones por no tener un título universitario o el mote de intelectual que
las respalde. No los necesito: yo hablo desde el corazón, desde la sangre. No
necesito recurrir al alarde de ilustrada
para recibir aplausos y agradar: mi expresión existe por sí misma, sin
cuñas. Como existimos los nadies y los parias.
El patriarcado no acepta que una mujer admire a otra, y mucho menos que
lo diga públicamente tan quitada de la pena,
nos quiere ver divididas, odiándonos, peleándonos, para que no nos desarrollemos y nos fortalezcamos como género. Para que
siempre estemos en las sombras, atrás, a pasos cansados, con el yugo de ser
invisibles y sumisas y envidiosas. Sin derechos, sin equidad, sin igualdad
social.
El amor no se esconde, tampoco el agradecimiento. No soy imparcial, no puedo ser imparcial ante
la injusticia y no puedo pretender no ver los logros del gobierno de Cristina y
la sonrisa y alegría que dio a los descamisados de Evita cuando los nombró y
les devolvió sus derechos. Cuando peleó por ellos contra el capital
internacional, cuando les brindó comida, techo y educación. Salud y beneficios
laborales. Herramientas para un desarrollo integral.
No puedo mantenerme a distancia y no agradecer el Matrimonio
Igualitario. La educación pública. No tengo los ojos cerrados, nos quedó
debiendo el derecho al aborto. Era ella, tenía que ser ella quien lo diera,
pero no fue. Deuda con las mujeres argentinas. No todo es perfecto y no todo es
como debería ser. Aún así, su gobierno es intachable, y las pruebas y el tiempo lo confirman.
Nunca reprimió en su gobierno marchas de ideologías distintas. Los dejó
ser, respaldó la libertad de expresión así
esta fuera para insultarla y denigrarla como mujer. No enjuició a ningún
medio por la violencia de género que vivió constantemente cuando sacaban en
portadas de periódicos y revistas fotografías suyas con improperios que llamaban a la violencia de
género y al feminicidio.
No, no es fanatismo, es amor y el amor fluye, el amor se expande,
florece. A Cristina somos millones las que la amamos alrededor del mundo. Sí,
millones.
Porque admiramos y aplaudimos su capacidad, su inteligencia, sus
osadía, su entrega. Su coraje y su
temple. La forma en la que ha dignificado a todo un pueblo. A Generaciones,
Cristina es atemporal como lo es Evita. Ni la muerte podrá con ellas.
Tan atemporal y tan amada que ese mismo pueblo que la llevó a la
presidencia la fue a despedir el último día de su mandato, y la fue a recibir
el día que volvió a Buenos Aires a hacer florecer las quimeras.
Tiempos difíciles se viven en la región, y Cristina sigue brillando:
entera, capaz, insobornable, indestructible. ¿Por qué? Porque es mujer, y las
mujeres hemos demostrado a través de la historia de qué estamos hechas.
Cristina ha encausado a miles de mujeres alrededor del mundo, con su
sola presencia. Con su palabra transparente, con su sentir y con su acción
política que ha dejado plasmada en la historia
su lealtad a los parias. Su gobierno fue populista, claro que sí, fue
populista porque fue el pueblo el que la votó y para ese pueblo gobernó, no
para oligarquías vende patrias.
Cristina nunca se fue, siempre ha estado con los nadies, y los nadie estamos con ella.
Y como paria que soy, que ha sido testigo de los beneficios de su
gobierno para con los míos, la nombro y grito a los cuatro vientos que es mi
amor. Para que no quede duda alguna.
Cristina, mi amor.
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