Dilma es inquebrantable, con ella no
podrán. Pero no van por ella, van por los logros del gobierno progresista, van
por los sueños de los parias. Van por la belleza inaudita de un Brasil
floreciente.
Ilka
Oliva Corado / Especial para Con Nuestra América
Desde Estados Unidos
Debimos haberla matado, se habrán
repetido cientos de veces sus torturadores cuando la vieron convertirse en la
primera mujer presidenta de Brasil. O
hubieran querido que también como a Evita, el cáncer la desapareciera
(momentáneamente, porque es inmortal) del escenario político. Hay un antes y un
después de Dilma en Brasil y en América Latina.
Una mujer presidente venciendo al patriarcado. A la inequidad de género.
Una mujer que desde el gobierno ha creado políticas de inclusión de género.
Políticas sociales que han beneficiado a millones de parias que la oligarquía
solo puede ver como peones y a los que ha explotado durante siglos y quiere
seguir explotando.
La vida de las mujeres siempre ha sido cuesta arriba, seguimos
luchando contra el peor de los enemigos: el patriarcado, de donde se deriva la
misoginia y el machismo que tanto daño nos hace como sociedad y género. Mucho más difícil aún es para las mujeres que
se atreven a desafiar los límites y las normas impuestas y participan
activamente en política. Ser mujer, tener arrestos y la dignidad y la capacidad de dirigir una nación se paga
caro en América Latina, si lo sabrán Cristina y Dilma.
Ambas mancilladas. Muchos de los
análisis post golpe a Dilma, escritos por intelectuales y analistas políticos
internacionales la condenan y la culpan
por ser mujer.
Análisis hechos desde el patriarcado,
subjetivos, con un alto nivel de misoginia y estereotipos. Con todo tipo de
insultos, menosprecio y falacias.
A Dilma este golpe fraudulento se le ha
dado desde la traición, el odio, el celo, desde el sentimiento de inferioridad,
por esa razón ha sido con saña. Un ataque contra el progresismo y la democracia
que se gestó desde que Lula llegó a la presidencia y que aumentó la dosis de
odio cuando fue Dilma la que tomó la batuta: demasiadas mujeres en el gobierno,
demasiados afro descendientes, algo que no soportó el clasismo y la oligarquía
y mucho menos el patriarcado.
Demasiados beneficios para los más
golpeados del sistema, olvidados y
explotados. Demasiada plusvalía
para los parias, demasiada vida para las favelas. Demasiada visibilidad para las mujeres y
demasiados derechos para la comunidad LGBTI.
Desde ningún punto de las ideologías, del clasismo, de la opresión, de
la visión neoliberal o de la democracia se puede negar el avance que ha tenido
Brasil con Dilma como presidenta.
Su gestión ha sido respaldada por 54 millones de
brasileños y, golpeada por 50 votos a traición de peones del capitalismo. Una
de las nuevas modalidades del Plan Cóndor: golpes a dedazo con el apoyo de
medios de comunicación que manipulan y juegan el papel de entes políticos.
No existe una sola prueba que la implique
y, que busquen hasta por debajo de las piedras si quieren. Su pecado capital ha
sido gobernar para los mancillados y crear políticas de inclusión, desarrollo
e igualdad social. Buscar hacer valer la justicia en materia de
Derechos Humanos. Dar voz a los
invisibles y sueños a los nadies; eso no
hay oligarquía, neoliberalismo y clasismo que lo perdone y lo permita.
Cortando la cabeza de Dilma llegan al
corazón de los parias, por esa razón el ataque feroz desde la traición. Porque
de frente perdieron en las urnas.
No pudieron con quien ha dado techo y ha
puesto un plato de comida en las mesas de millones de marginados. Quien ha
creado fuentes de trabajo, invertido en educación, salud e
infraestructura. Con quién ha llenado de
utopías las periferias antes oprimidas.
Quien le apostó a los BRICS antes que al capital estadounidense y
oligárquico de la región.
Quien no ha vendido el petróleo a manos
azadonas. Con quien tiene una visión futurista de integración regional. Quien
quiere para la infancia brasileña un
desarrollo integral en su propio país para que no se vea obligada a migrar como
en países de corte neoliberal, hacia la
explotación estadounidense.
Quien quiere y pelea por los derechos para las mujeres para que dejen de ser vistas como seres
humanos de tercera categoría.
Los 54 millones de brasileños tienen la
obligación política y humana de tomar las calles y manifestarse pacíficamente
defendiendo sus derechos, Dilma no lo puede hacer sola, Dilma los ha defendido
durante su mandato, con su vida desde su
adolescencia: ¡que no se olvide nunca
que fue torturada por los mismos que ahora la quieren destituir!
Ahora les toca hacer valer ese voto y
hacer escuchar sus voces. Nadie puede
defender los derechos de los parias, más que los parias mismos. Por Dilma, por
Brasil, por las favelas. Por el derecho a vivir en un país que se merece
florecer. Por le memoria histórica, la dignidad, la identidad, por los Derechos Humanos y
laborales. Por la plusvalía. Por la justicia, por la integridad y por el
amor. Por los que estuvieron, por los
que están y por los que estarán.
Dilma es inquebrantable, con ella no
podrán. Pero no van por ella, van por los logros del gobierno progresista, van
por los sueños de los parias. Van por la belleza inaudita de un Brasil
floreciente. Ningún capital, ningún
opresor, ningún poderío traidor ha podido nunca con la fuerza descomunal
de un pueblo herido y honrado. Brasil, tiene que demostrar de qué está hecho.
Es ahora. La lucha es hoy.
Hoy y siempre, mi amor y mi respaldo a mi presidenta Dilma y a mi patria Brasil.
@ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
14
de mayo de 2016.
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